Un proyecto de investigación liderado por la Universidad de Granada, ha permitido a sus investigadores describir por primera vez en el mundo un nuevo mecanismo que promueve de forma activa la autopolinización en determinadas especies de plantas, al que han llamado ‘masajeo de anteras’ (o ‘anther rubbing’, en inglés).
Su trabajo, que publica la prestigiosa revista The American Naturalist, supone el descubrimiento de un fenómeno único y desconocido hasta ahora en el ámbito de la botánica.
Se trata de un mecanismo que consiste en un movimiento coordinado y repetido durante horas, que las anteras de las flores (la parte terminal del estambre, donde se produce el polen) llevan a cabo sobre el aparato femenino de las mismas (estigma).
Como explica el autor principal del trabajo, Mohamed Abdelaziz Mohamed, profesor del Departamento de Genética de la UGR, “la mayoría de las plantas han desarrollado mecanismos para prevenir los efectos nocivos de la endogamia. Sin embargo, existen algunas plantas que se han especializado en reproducirse de forma autógama, esto es, sin necesidad de cruzarse con ninguna otra”.
Estas últimas siempre son derivadas de las primeras, de modo que los mecanismos que favorecen la autogamia deberían ser frecuentes en la naturaleza. Curiosamente, dichos mecanismos que favorecerían la autogamia no se han descubierto con tal frecuencia, siendo los pocos que se han descrito mecanismos pasivos en su mayoría.
“Los movimientos en las plantas son, en general, poco aparentes y tienden a pasar desapercibidos. En pocos casos aparecen movimientos coordinados y repetidos (ver vídeos)”, explican Francisco Perfectti y Mohammed Bakkali, también autores del trabajo y profesores del Departamento de Genética de la UGR.
Deposición de granos de polen con el masajeo de anteras
En la investigación, que cuenta también con José María Gómez, del CSIC, y Enrica Olivieri, alumna de la UGR, como autores, también se demuestra que el masajeo de anteras es suficiente para producir deposición de granos de polen sobre el estigma de la flor y, por tanto polinización, alcanzando por sí solo valores de éxito reproductivo similares a los que se alcanzan mediante la polinización artificial o la fecundación cruzada.
El presente descubrimiento abre una nueva vía en el entendimiento de la reproducción en plantas y, por tanto, de la evolución de las mismas.