Cuestionan la efectividad de la rapamicina para tratar pacientes con enfermedades mitocondriales

Investigadores de la Universidad de Granada (UGR) han determinado que, en contra de lo que se pensaba hasta ahora, la rapamicina o sirolimus (un medicamento inmunosupresor que se utiliza para evitar el rechazo de órganos trasplantados y cuya actividad anti-proliferativa también puede ser útil en el cáncer) no es efectiva para el tratamiento generalizados de enfermedades mitocondriales.

Las enfermedades mitocondriales están catalogadas dentro de las llamadas “enfermedades raras” pero, en su conjunto, constituyen las enfermedades más frecuentes dentro de las enfermedades metabólicas congénitas. En la mayoría de casos no existen tratamientos efectivos para estas enfermedades y la atención al paciente se limita a cuidados paliativos.

Hace escasamente cinco años, se publicó un estudio preclínico que mostraba datos muy prometedores en cuanto al uso de la rapamicina para el tratamiento de enfermedades mitocondriales. El estudio, sin embargo, no identificaba los mecanismos de acción de este fármaco y, a pesar de ser terapéuticamente relevante en un tipo concreto de enfermedad mitocondrial, se desconocía si su aplicación potencial podría extenderse a otras enfermedades mitocondriales, independientemente de la mutación o defecto molecular que la cause.

En este estudio, publicado en la revista EBiomedicinelos investigadores han evaluado el efecto de la rapamicina en un modelo diferente de enfermedad mitocondrial causada por una mutación en el gen Coq9, lo que produce una encefalopatía severa letal.

Sin efecto terapéutico

En contraposición al estudio inicial, la rapamicina (tanto a dosis baja como alta) no ejerció ningún efecto terapéutico en el modelo encefalopático, en contra de lo esperado. A pesar de que la rapamicina actuó sobre su diana celular, el complejo proteico mTORC1, e indujo cambios profundos en expresión de genes y en el metabolismo de lípidos y nucleótidos, la función mitocondrial seguía estando muy comprometida, manteniéndose las características patológicas más importantes en cerebro y, por tanto, no ejerciendo ningún efecto sobre la supervivencia.

Esta falta de acción terapéutica de la rapamicina puede deberse a la necesidad de disponer de unos niveles mínimos de Coenzima Q o a la incapacidad para inducir autofagia (un proceso en el que la célula ‘se come’ las partes averiadas que ya no le sirven) en este modelo.

En cualquier caso, este estudio es importante de cara a la posible traslación clínica del uso de la rapamicina en enfermedades mitocondriales, dado que señala la limitación de esta estrategia terapéutica para ciertos casos de enfermedades mitocondriales. En consecuencia, hacen falta más estudios para avanzar en el entendimiento sobre los efectos de la rapamicina en enfermedades mitocondriales y definir así los casos donde puede ejercer un beneficio terapéutico.

El trabajo experimental de este estudio ha sido desarrollado en su mayor parte por Eliana Barriocanal, contratada con cargo al programa de Garantía Juvenil de la Junta de Andalucía, en el grupo CTS-101 de la Universidad de Granada. Además, esta investigación ha sido financiada por la Fundación Isabel Gemio – Federación Española de Enfermedades Neuromusculares – Federación FEDER” (TSR-1), y los Programas “Ramón y Cajal” (RYC-2011-07643) y FPU.

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