La extensión de la Covid-19 ha derivado en una pandemia emocional que afecta con especial virulencia a los jóvenes. La Universidad de Jaén trabaja para rescatarlos de ese pozo psicológico.
Primero fue la llegada de la pandemia y los primeros confinamientos. Nadie lo había visto venir, a pesar de las noticias que llegaban de China y el impacto fue de dimensiones bíblicas en la sociedad y en la economía.
Tras la desescalada, que en España parece que se realizó con demasiada prisa por la presión de los sectores económicos que se abocaban a la ruina, llegó la segunda ola. La población tenía cierta preparación y las autoridades estaban entrenadas por lo que había ocurrido durante los primeros cuatro meses.
Aún así, aunque no se ha llegado a los confinamientos, sí que se ha reducido la movilidad y la actividad, para mantener al virus bajo control. ¿Cómo será la tercera ola? Pues todo apunta, y así lo describe la Organización Mundial de la Salud, será la de los problemas emocionales. Y se tendrá una pandemia emocional.
¿Qué daños psicológicos ha causado la pandemia?
El ser humano es social por naturaleza. Y aunque está acostumbrado a cierto nivel de incertidumbre, en estos últimos meses se han traspasado todos los límites conocidos, de manera que han saltado por los aires todos los asideros emocionales que valían para mantener la cordura en los momentos más complicados.
Esta situación se agudiza todavía mucho más en el caso de la población joven, una “generación perdida” como opinan muchos expertos, que está madurando en uno de los periodos más complicados de la historia reciente y que está perdiendo la ilusión por lo que les deparará el futuro.
Jóvenes, víctimas de la pandemia emocional
La generación de jóvenes de la pandemia está sufriendo especialmente en estos tiempos, sin embargo, la reacción para ayudarles a encauzar sus emociones no acaba de llegar. Van a la deriva y, si no se actúa con contundencia, en los próximos años se tendrá una sociedad mentalmente muy dañada, sin la capacidad necesaria para gestionar las emociones.
Así lo cree el catedrático de Psicología de la Universidad de Jaén, Luis Joaquín García, responsable principal de la Red interdisciplinar para la PROmoción de la salud mental y bienestar EMocional en los Adolescentes (Red PROEMA) y director del grupo Evaluación e intervención psicológica. Este especialista advierte de la necesidad de intervenir en salud mental, ante el incremento “masivo” de los problemas emocionales que la pandemia ha provocado en los jóvenes.
Los jóvenes, afirma este experto de la Universidad de Jaén, tienen muchos problemas para gestionar sus emociones y esto puede derivar en conductas de riesgo, entre las que se encuentran las adicciones o, mucho peor, el suicidio, la segunda causa de muerte entre jóvenes después de los accidentes de tráfico.
¿Qué es la fatiga pandémica y cómo afecta a jóvenes y adolescentes?
“Los jóvenes están sufriendo lo que se conoce como fatiga pandémica. Están muy preocupados por la situación”. Esta preocupación se materializa en desórdenes alimentarios, bien comen mucho o comen muy poco; problemas de sueño; dificultades de concentración… Todo esto hace que al final se agoten y se vengan abajo.
“Hay que ayudarles a gestionar las emociones”, afirma Luis Joaquín García, porque están en un momento en el que “han perdido la esperanza”, lo que les lleva a conductas de riesgo, como ir sin mascarilla, a reunirse en fiestas no permitidas y situaciones similares que en estas semanas se han visto en los medios de comunicación, opina este experto. “Están en un momento en que no tienen ninguna sensación de esperanza”.
Las actitudes irresponsables de jóvenes son criticables, pero tienen su explicación en que “nadie les ha enseñado a gestionar sus emociones” y llegan a un momento en el que les importa bien poco lo que les ocurra.
PCR y vacuna emocionales
Para ayudarles a encauzar sus emociones, el equipo que coordina Luis Joaquín García ha creado una PCR, es decir, un test de detección de los problemas emocionales que padecen a causa de la pandemia; y una vacuna emocional, en la que se describen una serie de intervenciones para mejorar la resiliencia de los jóvenes y hacerlos más fuertes ante el impacto psicológico de la pandemia.
Estas acciones están enmarcadas en el proyecto Proyecto DAREMOS, (‘Detección de Adolescentes en Alto Riesgo de Problemas Emocionales: Explorando el papel de Epigenética y Lenguaje para Prevención Indicada en Salud Mental’), que forma parte de la Red PROEMA, y con el que se pretende mejorar la detección de los adolescentes con alto riesgo de desarrollo de problemas emocionales.
“Esta crisis de la pandemia está generando una nueva realidad. Por un lado, tenemos la educación telemática, que les supone un estrés adicional. Pasan más tiempo en casa, pero claro, no es lo mismo pasar más tiempo en casa cuando estás en un piso de estudiantes que cuando estás en casa de tus padres”, afirma el investigador de la Universidad de Jaén, ya que hay una mala relación con los padres agudiza mucho más los problemas emocionales.
Detección preventiva de problemas emocionales
De ahí que abogue por una detección preventiva, para identificar los factores de riego de que un joven padezca problemas emocionales, y evitar que el problema adquiera unas dimensiones mayores. Así, “de la misma manera que nos ponemos una vacuna para prevenir el contagio de la enfermedad, tenemos que vacunarnos para saber cómo gestionar las emociones”.
Complementario al proyecto DAREMOS, este equipo de la Universidad de Jaén coordina el proyecto PROCARE, para ayudar a jóvenes con esa vacuna emocional. La aceptación ha sido tal que, en vez de ofrecerlo a jóvenes de las provincias de Jaén y Málaga, lo están abriendo a nivel nacional, debido a la demanda que están recibiendo de centros de enseñanza, instituciones, familias y jóvenes de todo el país.
A través de la red, cualquier joven puede hacer la PCR emocional y si da ‘positivo’, este equipo le prepara su ‘vacuna’, es decir, una intervención desde el punto de vista psicológico, para ayudarle a fortalecer su resistencia emocional a esta situación tan complicada.
Crece el riesgo de suicidio entre jóvenes
“Estamos viendo que el diez por ciento de los jóvenes que han hecho este test tiene intenciones suicidas”. Antes del estallido de la pandemia provocada por el coronavirus, el 20 por ciento de los jóvenes estaba en riesgo de padecer problemas emocionales, afirma Luis Joaquín García, y ahora, los datos indican que este porcentaje se está triplicando, por tanto todo apunta a que la tasa de suicido también se está incrementando en la misma proporción, “a no ser que ayudemos a nuestros jóvenes”.
“Nuestra labor es explicarles que existen recursos para aquellos padres que ven que sus hijos no se concentran, están sacando malas notas, pasan mucho tiempo en casa, los notan deprimidos, no quieren salir por miedo a todo, están nerviosos o irritables… puedan reconducir la situación emocional de sus hijos”.
De no actuar a tiempo, la situación de los que hoy son jóvenes se puede ir de las manos en cuestión de unos años. “Tendremos una sociedad que regula peor sus emociones y esto conlleva otros muchos riesgos. Por ejemplo, que haya más problemas de adicciones; más problemas de relaciones interpersonales; de no saber cómo gestionar la tristeza; habrá más distancia emocional con las personas. A no ser que les enseñemos a gestionar sus emociones, vamos a tener una generación perdida emocionalmente. Va a haber más absentismo escolar, bajará el rendimiento, habrá más suicidios, más problemas de ansiedad, más casos de depresión”, afirma Luis Joaquín García.
La batalla contra el virus se desarrolla en muchos escenarios. Y si los laboratorios farmacéuticos están realizando su papel en el desarrollo de las vacunas, equipos como el que lidera Luis Joaquín García en la Universidad de Jaén están sentando las bases para que los jóvenes salgan lo mejor parados posible de esta pandemia, con fortaleza emocional y capacidad para asumir reveses emocionales como los que ha traído el coronavirus.