Cine que interesa

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    Miguel Ángel BlancoRecuperar la credibilidad creativa del cine es una cuestión urgente. En medio del desvarío, se mezclan: intereses comerciales, de mercado, sociales, de influencias, de los exhibidores, de los distribuidores, de las productoras, de los cineastas, estos últimos arrinconados. Surge esta situación en medio de los ecos de los premios Goya. Que haya sido ‘Camino’ (director: Javier Fesser), la película triunfadora, y viendo cuáles eran sus rivales (‘Los girasoles ciegos’, director: José Luis Cuerda; ‘Lo crímenes de Oxford’, director: Álex de la Iglesia; ‘Sólo quiero caminar’, director: Agustín Díaz Yanes,) es una muestra de que el escepticismo se mantiene un año más, al margen de los valores, que los hay, en todas y cada una de las películas presentadas. Esto es lo que hay. El problema es el modelo global, en busca de una industria cinematográfica española y la ausencia de otro cine, basado en la prioridad del poder narrativo de la imagen y en historias diferentes, con sus autores en el compromiso de su silencio.

    Hay un cine que interesa, que de repente sorprende por su capacidad creativa, por su imaginación, por las historias que cuenta. Películas que constituyen una referencia al margen de las reglas dictadas por el cine estadounidense. Por ejemplo, ‘Gomorra’ (director Mateo Garrone), reconocida como ‘la mejor película en los premios del cine europeo y que, sin embargo, no ha sido nominada a los Óscar. Habrá que señalar que afortunadamente, porque eso quiere decir que son visiones cinematográficas distintas. El cine italiano, que tiene en el ‘Neorrealismo’ (Rossellini, Luchino Visconti, Vittorio de Sica, Fellini, Alesandro Blasseti, Luigi Zampa, Luigi Comencini, Mario Monicelli, Dino Risi, entre otros) una de las corrientes creadoras más innovadoras y significativas de la historia del cine, cuya influencia todavía perdura, ha lanzado el año pasado varias propuestas que cautivan por su extraordinaria riqueza narrativa. Y ahí está ‘Gomorra’, una película ‘inquietante’, por la forma de trasladar a imágenes el libro de Saviano. Nada que ver con la fascinación que sobre el mundo de la Mafia desprende, por ejemplo, ‘El Padrino’ con sus tres películas. Aquí la inmersión es en los suburbios de Nápoles; no hay grandes capos (el modelo Al Pacino no tiene nada que ver), todo se desarrolla en la marginación, las miserias de los barrios y las servidumbres de los vecinos, presos de los tentáculos de la Camorra.

    Del cine italiano también ha salido, aunque todavía no se ha proyectado en Almería, ‘Il Divo’ (director: Paolo Sorrentino), en torno al histórico dirigente democristiano Giulio Andreotti. Tanto en esta película, como en la anterior, lo que se recupera, para el espíritu cinematográfico, es la esencia documentalista para historias reales, bajo el prisma de la ficción, la mejor manera de interpretar la realidad. Si en ‘Gomorra’, se puede decir que no hay principio ni fin, la historia empieza y termina con puntos suspensivos desde el argumento de la novela homónima de Saviano, en ‘Il Divo’ el sustento es una historia, entre la documentación política, la teatralidad del personaje y la cuestión social. Y en este caso, más que en la anterior, en la forma de construir la narrativa de las imágenes. La cámara enfoca con una personalidad sorprendente y el encuadre se convierte en un lenguaje ideológico vital para descubrir la atmósfera que envuelve al histórico personaje. 

    Hay un cine interesante, que puede verse en Almería, gracias al Cine-Club Universitario sobre todo. Y así ha comparecido la película irlandesa ‘Garage’ (director: Lenny Abrahamson). Una película, desde el poder de persuasión de la imagen, en torno a la vida simple de un personaje simple que no necesita apenas palabras. ‘Garage’ prueba que se pueden contar historias sobre realidades sencillas, en lugares pequeños donde apenas pasa nada, desde lo más universal, como la historia que el japonés Kaneto Shindo contó magistralmente en ‘La isla desnuda’. 

    Desde Estados Unidos llega otro cine, al margen del sistema, que sigue pautas alternativas. Aquí comparece, por ejemplo, ‘Buscando un beso a medianoche’ de Alex Holdridge. También están la referencias del cine chino ‘My blueberry nights’, de Wong Kar Way, con tres direcciones paralelas, en una misma historia nacida de la realidad cotidiana de una camarera. En resumen, son películas que están ahí, escondidas, que sirven para mantener la idea de que el cine encierra multitud de mundos para saber en qué tiempo y lugar vivimos.  

    (IDEAL-Almería, miércoles 4 de febrero, 2009, página 25).  

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