España alberga casi la mitad de las especies vegetales autóctonas de Europa

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Shelgh Kell ha ensalzado la riqueza de la flora española.España concentra casi la mitad de las 13.875 especies vegetales autóctonas localizadas en el continente europeo, con un total de 6.000 especies. Estos datos han sido ofrecidos por la científica de la Universidad de Birminghan Shelag Kell, durante su ponencia en la segunda jornada del IV Congreso de Biología, que hoy ha tenido a las plantas silvestres como verdaderas protagonistas.

El IV Congreso de Biología de la Conservación de Plantas, celebrado en la Universidad de Almería, ha centrado la jornada de hoy en la exposición de trabajos de reconocidos científicos que han tratado, fundamentalmente, la conservación de plantas silvestres emparentadas con las cultivadas. La importancia de este colectivo (el de las plantas silvestres) reside en que “tiene un uso indirecto derivado en una relación con las cultivadas basada en la posibilidad de actuar como donante de genes”, según ha explicado Nigel Maxted, de la Universidad de Birminghan. El biólogo británico ha destacado que “en Europa hay mucha variedad de estas especies y, más concretamente en España, en donde, por ejemplo, la avena encuentra su mayor diversidad”.

La conservación de estas plantas permite la mejora de las especies cultivadas, “lo que repercute en su productividad”, apunta Maxted. Además, “pueden ayudar a los cultivos a adaptarse al cambio climático”. A pesar de su importancia, las plantas silvestres relacionadas con las cultivadas “están sufriendo e, incluso, se hallan en peligro de extinción”, sostiene. El representante de la Universidad de Birminghan ha estimado que “en 2055, entre el 16 y el 22% de las plantas silvestres que puedan ser donantes se extinguirán”. Además, ha destacado la necesidad de “realizar un inventario de las especies existentes en un país, identificar las más importantes, compararlo con los espacios protegidos y ver posteriormente cuál es el mejor lugar para crear reservas genéticas” y ha añadido que “España es el lugar ideal para empezar, porque es aquí donde está la mayor concentración de Europa”.

Con este objetivo nace el proyecto europeo AEGRO. Lothar Frese, del Instituto Julius Khun de Alemania, ha explicado que se debe a “un interés por hacer algo en el campo de la conservación in situ de plantas silvestres emparentadas con las cultivadas”. En el programa de AEGRO, en el que hay un comité formado por 40 personas de distintos puntos de Europa, se establecen “recomendaciones de los lugares adecuados para establecer reservas genéticas para cultivos seleccionados”. Lothar Frese ha confirmado que “son especies que gozan de genes muy resistentes a enfermedades”, por lo que ha recomendado a los cultivadores “interesarse por los métodos de conservación que garantizan un alto grado de rentabilidad”.

Por otra parte, Shelagh Kell, de la Universidad de Birminghan, ha afirmado que “es fundamental priorizar ante el gran número de especies: en Europa encontramos 13.875 especies autóctonas, de las que más de 6.000 se sitúan en España”. Para ello hay que valorar “su nivel de amenaza y su endemismo (exclusividad)”. A este respecto, Kell considera que “se trata de un recurso amenazado que probablemente se convierta en algo fundamental para la seguridad alimenticia de cara al cambio climático”.

Uno de los casos utilizados como modelo es el de la avena. Andreas Katsiotis, de la Universidad de Atenas, ha señalado que “el tipo prostrata, probablemente la especie más antigua de avena, es la que más abunda en el sureste español”.

Otro de los cultivos destacados en esta jornada ha sido el de las variedades tradicionales que, según ha descrito Ferdinando Branca, de la Universidad de Catania (Italia), “es una población variable que se puede identificar y se adapta de forma específica a las variables del entorno”, y ha apuntado que “no se encuentran en las empresas de semillas. Son los propios agricultores quienes las cultivan”. Su importancia radica en que “se utilizan como material base para desarrollar un nuevo cultivo”. Para ello se emplea un elemento polinizador, “en este caso un insecto, que actúa de integrador de una especie en otra”. El resultado: “productos locales como la coliflor violeta de Sicilia”.

 

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