La Plaza de la Catedral se quedó pequeña para ver a Antonio Carmona

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Antonio Carmona frente a la catedral de Almería

No cabía nadie más. La Plaza de la Catedral presentaba un aspecto casi insólito para recibir a Antonio Carmona, el que fuera líder de Ketama, convertido en un elemento clave de la música de fusión española. La noche del sábado se llenó con la magia de Carmona, en una fiesta que duró hasta la medianoche y que encantó a propios y a extraños.

Una noche especial como plato fuerte de esta edición décimo primera de Alamar. Carmona se ‘metió al público’ en el bolsillo desde la primera canción. Temas de su primer disco en solitario,’Vengo venenoso’, y algunos adelantos del nuevo CD que verá la luz en septiembre. Además de hacer sonar canciones míticas de su etapa junto a sus hermanos en Ketama, como ‘No estamos locos’ o ‘Vente pa Madrid’, canción con la que cerró la hora y media de show que ofreció a los miles de almerienses que se dieron cita en la plaza de la catedral. Un recuerdo para Antonio Vega, ‘un año ya sin él’, dijo desde el escenario.

Y muchos comentarios evidenciando su estado de ánimo ilusionado por su nuevo trabajo discográfico. Palabras de aliento, ante la crisis, y especialmente para con los que ‘cruzan’ el Mediterráneo en busca de mejor vida. Así fue como hizo sonar una de sus canciones más populares, la que compartiera en su disco con Alejandro Sanz, ‘Para que tu no llores’.

Antonio Carmona volvió a Almería y se enamoró de su público y de la noche. La luna reinaba sobre las murallas de la Catedral. La fachada del edificio figuraba como mágico telón de fondo de escenario, sobre el que la luz y las proyecciones jugaron un papel primordial. Un conjunto de sensaciones y emociones que mezcladas con las canciones de Carmona dieron un toque especial a este Alamar que afronta sus últimos compases. Público de todas las edades se dio cita en la plaza. Ya desde primeras horas de la tarde, incluso cuando Antonio Carmona apareció en el escenario para la prueba de sonido, estubo arropado por muchos seguidores. Al final, una revolución con el artista caminando escoltado y cientos de almerienses siguiéndole hasta los camerinos, haciéndose fotos y firmando autógrafos. Un éxito para este Alamar a punto de terminar.

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