Pablo Berger: “Blancanieves es un viaje a la época dorada del toreo”

Pablo Berger.

El cineasta Pablo Berger participó ayer en el curso de verano “Sociedad y toros: nuevos discursos para antiguas tradiciones” que hoy se clausura en Roquetas de Mar.

Berger, que estuvo la pasada primavera en Almería presentando su película en el encuentro con directores de cine de Unicaja, ha vuelto a la provincia para mostrar la cinta a un público diferente: los alumnos que participan en el curso de verano sobre toros que hasta mañana viernes se celebra en Roquetas de Mar. Tras la proyección de la película ha habido tiempo para el debate y las preguntas y para que Berger cuente curiosidades de un rodaje que fue largo y complejo.

El guiso de “Blancanieves” se hizo a fuego lento. El director acababa de rodar “Torremolinos 73” y finalizó este nuevo guión pensando que, dado el éxito de su anterior película, con esta otra todo serían facilidades. Ocurrió lo contrario. Los productores se echaron las manos a la cabeza porque la idea les parecía, de entrada, descabellada: hacer una película muda y en blanco y negro en el siglo XXI, con un tema taurino -tema tabú en el cine español, por otra parte-, con enanos y, encima, muy cara. “Hasta que no la saqué adelante no paré. Fueron ocho años, un largo viaje, pero no me arrepiento de nada y volvería a pasar por lo mismo para poder rodarla”, comentaba Pablo Berger.

En una de las secuencias cumbre de la película, la protagonista indulta al toro. Berger decía esta tarde que salvar al animal no fue una “corrección política” en el intento de gustar a todos. Añadía que el guión pedía que el toro volviera al toril por pura “dramaturgia”. “He tenido la suerte de que la película ha sido muy bien recibida por los taurinos y por los no aficionados a los toros, gente que jamás ha ido a ver una corrida. Creo que los toros era un fondo porque para mí el cine es un viaje en el tiempo. Y esta película lo es: es un viaje a los años 20, en Sevilla, donde los toros era la fiesta por excelencia y el espectáculo que unía a ricos y a pobres”, apuntaba.

La película ha viajado por todo el mundo: se ha estrenado en países como Francia, Portugal, Estados Unidos, Australia, Bolivia o Japón, lugar donde ha causado auténtica conmoción. Esta historia de éxito comenzó, sin embargo, de la manera más inesperada, hace treinta años: Berger vio una foto del Bombero Torero, realizada por la fotógrafa Cristina García Rodero en los años 70 y pensó en colocar a una joven torera en mitad de la foto. “Ese fue el detonante. De alguna manera, me encontré con el cartel de la película. Después tuve que escribir el guión y rodar la película, pero el elemento taurino estuvo siempre ahí”.

En el filme hay gran presencia del toreo cómico. Berger reconocía que lo quiso representar con “dignidad” y “grandeza”. Antes del rodaje fue a muchas corridas cómicas -del Bombero Torero o del Popeye Torero- y allí vio un “gran valor” por parte de los enanos. “Noté que ellos estaban muy orgullosos de lo que hacían y así quise reflejarlo así en la película, como héroes. Intenté darles la imagen que se merecen”.

“Blancanieves”, que a pesar de esta rodada sin sonido y en blanco y negro contempla un lenguaje cinematográfico moderno, refleja la manera de torear de la época, más retro que la actual. Era la era dorada del toreo, el duelo mítico entre dos figuras históricas: Joselito y Belmonte. El padre de “Blancanieves”, el personaje de Antonio Villalta, es un pseudo Belmonte y su toreo se acerca a este. Así lo tuvo en cuenta el asesor taurino de la película, José Luís Seseña, que tuvo muy en cuenta la manera de torear de la época.

Curiosamente también la plaza en la que ocurren los grandes momentos de la película es “La Colosal”, un claro homenaje a “La Monumental” de Barcelona, que ya no existe como plaza de toros.

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