El Mediterráneo descargó en el Atlántico hace tres millones de años

La revista Science publicará hoy los extraordinarios resultados de la Expedición 339. En el artículo titulado “Onset of Mediterranean Outflow into the North Atlantic” (“El inicio de flujo de salida del Mediterráneo en el Atlántico Norte”), se demuestra que la circulación inicial de las aguas de salida del Mediterráneo (MOW) hacia el Atlántico tras la apertura del estrecho de Gibraltar, fue relativamente débil. La interacción significativa entre la MOW y el Atlántico Norte no comenzó hasta finales del Plioceno (en torno a los 3 millones de años).

El establecimiento de esa corriente de conexión entre cuencas, da lugar a un incremento de agua relativamente salada a profundidades intermedias lo que contribuye a mejorar la circulación termohalina, mecanismo determinante en el contexto climático que se encarga del intercambio energético en el Planeta. La adición de agua de la MOW, salada y cálida, redujo el gradiente térmico entre polos y ecuador en el periodo altamente cálido que tuvo lugar en el Plioceno, en torno a 3,2-3 millones de años, al principio del Cuaternario (2,4 a 2 millones de años) y entre 0,9 y 0,7 millones de años.

Estos eventos climáticos coinciden con la presencia de hiatos (ceses en la sedimentación), cambios pronunciados en el modelo de la arquitectura de los cuerpos sedimentarios y el establecimiento de la morfología del actual fondo oceánico. Hiatos y cambios en los procesos de depósito se relacionan con eventos tectónicos regionales e inestabilidad de los márgenes. Se han descrito cambios similares en la sedimentación profunda y tectónica en otros márgenes del entorno, tanto en el hemisferio Norte como en el Sur, demostrando que la relación entre pulsos climáticos y tectónica de placas operan en un amplio rango de escala de tiempo. El solapamiento temporal de estos eventos sugiere que están relacionados con la reorganización general de placas en el Atlántico Norte.

La Expedición 339 del Integrated Ocean Drilling Project (IODP), Mediterranean Outflow, tuvo lugar entre noviembre de 2011 y enero de 2012 a bordo del buque oceanográfico Joides Resolution. En esta expedición, compuesta por 35 científicos de 14 nacionalidades, se recuperaron un total de 5 km de muestras de sedimentos del sustrato oceánico, en el Golfo de Cádiz y oeste de Portugal, un área, que pese a la proximidad con el continente, hasta el momento no se había perforado con técnicas de estas características. Los científicos participantes encontraron nuevas evidencias de una pulsación tectónica profunda, recuperaron una secuencia climática continua y resolutiva, así como nuevas aportaciones relacionadas con la exploración de hidrocarburos y gas que podrían influir decisivamente en la explotación de la región.

El Estrecho de Gibraltar es uno de los pasillos oceánicos más importantes del océano, que se reabrió hace algo menos de 6 millones de años, tras haber permanecido inactiva la comunicación Atlántico-Mediterráneo por varios cientos de milenios. En la actualidad, por debajo de la superficie oceánica, a través del estrecho de Gibraltar, sale un potente flujo de agua Mediterráneo (MOW) en cascada hacia el océano Atlántico. Debido a que esta agua mediterránea es más salada que la atlántica, y consecuentemente más densa, se hunde a más de 1000 m de profundidad, excavando el fondo y generando cañones profundos, a la vez que en otros puntos el material transportado genera montañas de fango y arena en lugares que, paradójicamente, hasta el momento son escasamente conocidos. “Estos sedimentos, llamados contornitas porque las corrientes que producen estos depósitos siguen el contorno de las cuencas marinas, constituyen un archivo en el que quedan registradas la variabilidad climática y actividad tectónica durante el tiempo de depósito, esto es los últimos 5,3 millones de años”, comenta Dorrik Stow, codirector científico de la expedición, profesor en la Heriot-Watt University del Reino Unido; y añade: “La expedición nos confirmó muchas de las respuestas esperadas a las preguntas planteadas en la misma, así como resultados científicos totalmente inesperados “.

Por su parte, el otro codirector científico, Javier Hernández-Molina, profesor en la Royal Halloway University del Reino Unido, comenta: “Nos propusimos comprender cómo el Estrecho de Gibraltar actuó por primera vez como una barrera y posteriormente como puerta de conexión en los últimos 6 millones de años. Ahora, tras la expedición, tenemos muchos más datos para entender cómo ha sido la masa de agua de salida del Mediterráneo a través del estrecho”, y añade algo crucial, “Pero la historia que puede reconstruirse es potencialmente mucho más importante, ya que océano y clima están íntimamente relacionados. Se pone de manifiesto que hay una relación evidente entre variabilidad climática y depósito contornítico”.

Los responsables de la expedición explican otro sorprendente hecho, cual es el caso de hallar una proporción de arenas contorníticas muy superior al esperado. Estas arenas se reconocen rellenando canales, depositados como capas muy gruesas en montañas de fango, y en una sola e inmensa capa de arena que se extiende en torno a 100 kilómetros desde el Estrecho de Gibraltar. Estos rasgos testimonian la gran fuerza, alta velocidad y larga duración de las corrientes de salida del Mediterráneo. Pero este hallazgo tiene connotaciones económicas añadidas ya que podría afectar la futura exploración de petróleo. El espesor, extensión y propiedades de estas arenas constituyen el entorno ideal para la acumulación de hidrocarburos.

Las arenas descubiertas se depositan de una manera completamente diferente a lo que son los modelos tradicionales de reservorios explorados. Este proceso contornítico tiene lugar en canales y terrazas cortadas por corrientes de fondo; en contraste, los depósitos típicos lo hacen por corrientes descendentes de ladera, en un proceso que los expertos denominan corrientes de turbidez. La arena de las contornitas es especialmente limpia y bien ordenada, y por lo tanto muy porosa y permeable. Estos hallazgos podrían determinar un cambio importante en los objetivos de exploración futuras por parte de las administraciones y empresas interesadas.

Adicionalmente, durante la misma expedición, se llevó a cabo la perforación de la estación U1385, conocida como Shackleton Site, en el margen de Portugal. En la misma se pudo recuperar una secuencia continua de sedimentos del último millón de años, sin afectar por los procesos contorníticos. Su posición estratégica y calidad del material propician que esta serie se pueda establecer como patrón de referencia en latitudes medias, correlacionable con otros patrones de ambos hemisferios.

Por parte del Instituto Geológico y Minero de España (IGME), ha participado en la expedición la Dra. Estefanía Llave, científica especialista en geología marina del Departamento de Investigación y Prospectiva Geocientífica que actuó como Observadora en Aguas Nacionales formando parte del equipo de científicos especialistas para el estudio de las propiedades físicas de los sedimentos y su correlación con la sísmica.

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