Dinámica, profunda, ágil, intrigante, efectista, fiel, atrevida y, en definitiva, magistral. Son algunos de los comentarios que se podían escuchar este viernes a la salida de ‘El Nombre de la Rosa’, la obra basada en la novela de Umberto Eco (1982) que representó con éxito la compañía Ados Teatro, con la dirección de Garbi Losada y protagonizada por Juan Fernández, en el Auditorio Maestro Padilla.
Muy buena entrada de público y satisfacción generalizada, tras una puesta en escena trepidante, que contrasta con el reflejo de la tranquilidad violada en una abadía benedictina, perturbada, en pleno siglo XIV, por tres razones: la celebración de una reunión entre delegados del Papa y de la orden franciscana, enfrentados por una posible herejía de ésta en referencia a la pobreza como dogma cristiano; la sucesión de muertes de monjes sin una causa clara; y la irrupción de fray Guillermo de Baskerville y su ayudante, Adso de Melk, llegados para organizar la reunión pero con el encargo del abad de investigar las muertes.
La obra de Eco sublima la combinación de diversas pasiones humanas: la pasión carnal, la envidia, el miedo a lo nuevo y a la ruptura, la fidelidad a la fe más estricta, el odio y el tremendismo ante lo desconocido; una lucha entre quienes tienen y quieren conservar el poder y lo estático y quienes irrumpen con aires nuevos y pretenden introducir cambios en la estática e inflexible estructura de la Iglesia de la Edad Media.
El misterio acerca de la resolución el caso de las muertes, convertidas con el paso del tiempo y la perspicacia de Baskerville en un suicidio y varios asesinatos por la vía del envenenamiento, es el ingrediente que termina de convertir a la obra en un terremoto de sensaciones y sentimientos, en un laberinto que se asemeja al lugar donde se desarrollan los hechos, la propia Abadía, repleta de estancias y recovecos propicios para albergar el misterio, las pasiones y las tensiones, y la biblioteca de la misma, un lugar clausurado y de acceso restringido sólo a escogidos, protegido contra los nuevos aires de la Iglesia, y que protege como un tesoro maldito un libro del que las estructuras más rígidas de la Iglesia quieren proteger a sus integrantes.
“La risa mata al miedo y sin miedo no puede haber fe”. La frase refleja a la perfección la lucha de poderes entre lo establecido y lo que irrumpe, entre el conservadurismo y los nuevos aires.
La obra, maestra en la pluma de Umberto Eco, ha sido magníficamente adaptada a las tablas por Ados Teatro y magistralmente ejecutada por un gran elenco de actores, entre los que sobresale el protagonista, Juan Fernández (Guillermo de Baskerville), que además es el hilo conductor de los acontecimientos. Brillan también con luz propia los personajes de Jorge de Burgos, bibliotecario sobre el que giran los postulados más rígidos de la iglesia medieval; o Berengario, un monje homosexual atormentado por sus pensamientos y por sus acciones, entregado a la fe estricta pero también a las nuevas pasiones.