El mundo del toro, de nuevo en los Cursos de Verano

Este miércoles arrancó el seminario “Destilando el mundo de los toros: actores sociales y miradas del toreo”. La primera de las sesiones de este curso de verano dedicado al mundo de los toros contó con la presencia ayer del maestro Antonio Nazaré y del ganadero Javier Núñez Álvarez, de la ganadería La Palmosilla, que disertaron sobre el papel de los jóvenes toreros y de ganaderías en el difícil mundo de la lidia. Junto a ellos participaron en la inauguración el rector de la UAL, Pedro Molina, que quiso con su presencia apoyar un espacio “abierto al debate, que informa sin hacer juicios de valor”, la profesora Teresa Belmonte y el periodista y escritor Francisco Aguado, directores de este seminario, que lleva por título “Destilando el mundo de los toros: actores sociales y miradas del toreo”.

“Llevamos varios años celebrando cursos de verano dedicados al toreo y contamos en la Universidad con un Aula Taurina que refrenda, edición tras edición, su enorme éxito de participantes. Queremos que la Universidad sea un espacio abierto para todo tipo de debate siempre que éste venga precedido por el rigor y la calidad académica”, señaló Pedro Molina, quien habló en su intervención –desde su conocimiento como antropólogo- del concepto del “riesgo ante el sacrificio” que supone la lidia. Un sacrificio que, dijo, “se ha perdido en nuestra cultura”.

La intervención de Antonio Nazaré, maestro del toreo que, poco a poco, va abriéndose camino en grandes plazas y festivales, fue un mano a mano con el periodista Francisco Aguado, que le fue preguntando y cuestionando sobre sus inicios como torero, sus ilusiones y también sus frustraciones. Nazaré, que comenzó a torear a los ocho años en la Escuela Taurina de Dos Hermanas (Sevilla), relató que para él lo más importante que le había dado el toro era la “superación del miedo”. “No considero haber sacrificado ni mi infancia ni mi adolescencia. Para mí el toro siempre ha sido lo más importante y he hecho lo que he querido, aunque a veces las cosas no hayan salido bien”, señaló.

El maestro reconoció que torear había hecho de él un hombre “más templado, con una calma que no sabía que tenía” y negó que los toreros tengan “instinto asesino”. “A veces he sentido pena de tener que montar la espada al matar al toro, pero la lidia es así”, apuntó, rechazando, al mismo tiempo, la idea de que aquí se pueda torear como en Portugal: echando para los toriles al animal para sacrificarlo en vez de hacerlo en la plaza. “Si no hay sacrificio, no hay corridas de toros; estaríamos hablando de otro espectáculo”, terció Aguado.

Nazaré dijo también que el arte del toreo es algo “innato”, que se pueden aprender matices técnicos, pero que cuando una faena rotunda explota “eso está ahí desde la madre que te parió” esperando salir.

Sin embargo, y a pesar de la belleza de la fiesta, Antonio Nazaré reconoció las dificultades que existen para introducirse en los grandes carteles, sobre todo, como le pasa a él, cuando el torero no está apoderado por alguno de los empresarios que controlan las plazas más importantes. El negocio taurino, dijo, “supera más que el propio toro”.

Este curso de verano, que ayer abordó en otra ponencia la figura de Juan Belmonte, un siglo después del nacimiento del toreo que marcó un antes y un después en la fiesta, analiza hoy la historia de la plaza de toros de Almería al cumplirse el centenario de su construcción. Para mañana está prevista una charla sobre los toros en la academia (desde el ámbito formativo universitario) y habrá también una mesa redonda en la que distintos estudiantes debatirán sobre el ámbito asociativo del toreo.

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