El suelo más seco del mundo, el del desierto de Atacama (Chile), puede tener las claves para obtener agua en Marte y abastecer a futuras misiones espaciales a este planeta. Así lo ha determinado personal de investigación de la Universidad de Almería tras realizar un completo y riguroso estudio sobre el suelo de este desierto chileno junto a investigadores de otras partes del mundo.
En esta zona los períodos sin lluvias pueden llegar a durar más de 10 años, lo que hace que sus suelos, desde el punto de vista científico, sean muy interesantes, ya que por su geología y su clima podrían parecerse a los suelos de Marte.
En este trabajo se han investigado los minerales en suelos de distintas zonas del desierto de Atacama. Los investigadores han encontrado que el yeso, un mineral muy común en nuestro planeta y en Marte y que contiene agua en su estructura, aparece en superficie y en profundidad de los suelos de este desierto.
El análisis de las moléculas del agua del yeso les ha permitido descubrir que esta agua procede del rocío y de la condensación de vapor atmosférico capturado por minerales deshidratados. Estos la absorben para convertirse en yeso. Conocer cómo se forma el yeso en ambientes hiperáridos es importante, ya que se trata de un mineral que contienen un 20 por ciento de agua en su estructura, la cual se puede extraer calentándolo ligeramente, para finalmente obtener agua líquida. Esto quiere decir que de cada kilogramo de yeso se puede extraer aproximadamente un vaso de agua. Por lo tanto, el yeso y otros minerales hidratados marcianos podrían ser una fuente de agua para futuras misiones tripuladas a Marte.
El desierto de Atacama es especialmente interesante para este tipo de estudios, ya que presenta las condiciones de aridez más parecidas a las del planeta rojo que podemos encontrar actualmente en la Tierra. Es un lugar de los denominados ‘análogos marcianos’ puesto que se parece a Marte desde el punto de vista geológico y climático. Sus suelos contienen grandes cantidades de sales, que incluyen nitratos, sulfatos y cloruros que proceden de la ‘deposición atmosférica seca’. Este proceso se puede describir como una lluvia constante de polvo que se genera por la oxidación de gases de azufre, nitrógeno y cloro en la alta atmósfera.
En esta investigación han participado Fernando Gázquez y Claudia Voigt (Grupo de Recursos Hídricos y Geología Ambiental de la Universidad de Almería y Centro Andaluz para el Cambio Global, UAL); Mark W. Claire (Instituto Espacial de Ciencias Blue Marble de Seattle, Estados Unidos); Fernando Rull y Jesús Medina (Departamento de Física de la Materia Condensada, Mineralogía y Cristalografía, Universidad de Valladolid) y David A. Hodell (Laboratorio Godwin para la Investigación Palaeoclimática, Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Cambridge).