El proyecto europeo COUSIN, liderado por la Universidad Rey Juan Carlos (URJC), se enfrenta a un gran reto de investigación: impulsar el desarrollo de una agricultura sostenible que asegure la conservación de las especies y ofrezca respuesta a la crisis actual en la producción de alimentos. Además, las soluciones que se presenten deberán suponer un menor impacto negativo en los recursos naturales y obtener unos alimentos que contengan una alta calidad nutritiva.
Se trata de mantener sana a la sociedad y garantizar unos precios adecuados para que la producción no sea solo ecológica y socialmente sostenible, sino también económicamente rentable.
El consorcio europeo está formado por 25 entidades de 12 países y su coordinador es Christian Schöb, investigador distinguido en el área de biodiversidad y conservación de la URJC y afiliado al nuevo Instituto de Investigación en Cambio Global de esta institución.
“Tal y como demuestran las manifestaciones actuales de los agricultores en todo Europa y las restricciones del uso de agua por la sequía en pleno invierno en varias comunidades autónomas, la agricultura se enfrenta a retos gigantescos. Uno de ellos es la producción más sostenible de nuestros alimentos. La transición de la agricultura se puede facilitar con nuevas variedades de cultivos que promueven su sostenibilidad y ofrezcan una mayor resistencia a plagas, enfermedades o sequías. Esta transición se puede también llevar a cabo a través de mejores calidades de sus cosechas o permitiendo variaciones a la hora de cultivar, como es el cultivo en mezcla, que fomentan el uso eficiente de recursos e interacciones beneficiosas entre organismos”, señala Christian Schöb.
Cómo se van a sentar las bases de la agricultura del futuro
Para la producción de variedades de especies con estas peculiaridades, el proyecto COUSIN se centrará en el estudio de sus parientes silvestres con el objetivo de mejorar genéticamente los cultivos actuales y hacerlos más sostenibles. “La gran mayoría de nuestros cultivos carece de variedades con estas características, ya que no han sido demandadas desde la revolución verde y, por lo tanto, no han sido objetivo en la mejora genética de cultivos. Por ello, para introducir resistencias a enfermedades, plagas o sequías, en los cultivos existentes muchas veces tenemos que volver a los recursos genéticos disponibles en nuestras comunidades vegetales naturales y seminaturales, ya sean prados, pastos, bosques o matorrales”, apunta el investigador de la URJC.
El equipo científico internacional está formado por 14 universidades y centros de investigación, junto con seis empresas, tres organizaciones no gubernamentales (ONGs) y un órgano público. De España participan, además de la URJC, el Instituto de Agricultura Sostenible del CSIC, la Universidad de Vic, el Centro de Investigación Agrogenómica, la start-up BioCrop Innovations S.L. y la ONG Aprisco de Las Corchuelas.
El proyecto tendrá una duración de cinco años y cuenta con un presupuesto de cerca de 8 millones de euros, cofinanciado entre la Comisión Europea a través de los fondos Horizonte Europa, la Confederación Helvetica de Suiza y UK Research and Innovation.
El punto de partida de este proyecto se producirá en Aranjuez entre los días 6 y 8 de febrero, donde se reunirán más que 50 miembros del consorcio por primera vez en persona y presentarán sus líneas de investigación y programa de desarrollo para que COUSIN alcance los objetivos planteados: aumentar la sostenibilidad de la agricultura a través de la conservación y el uso de la biodiversidad, concretamente los parientes silvestres de los cultivos.
Casos de éxito a partir de parientes silvestres
Jabal, una variedad de trigo duro que se obtuvo cruzando una variedad cultivada con uno de sus parientes silvestres, logro atención mediática hace un año por ser una variedad tolerante a la sequía extrema. Además, de Jabal, existen muchos otros ejemplos que demuestran el gran valor de los parientes silvestres. “Nuestras futuras variedades de trigo, cebada, guisante, lechuga o broccoli, especies en las que nos centraremos en el proyecto COUSIN, dependerán de la diversidad genética disponible para su mejora y adaptación a los cambios globales”, destaca Christian Schöb. “Por lo tanto, la conservación de los parientes silvestres, la accesibilidad a material fitogenético y el conocimiento de las características de cada una de sus poblaciones es clave no sólo para conservar la biodiversidad, sino también para asegurar nuestra alimentación para futuras generaciones”, concluye.