Desde hace décadas se conoce que la depresión Guadix-Baza, en la provincia de Granada, alberga un conjunto de yacimientos con las evidencias más antiguas de la presencia de homínidos en la Península Ibérica, anteriores incluso a las halladas en el yacimiento burgalés de Atapuerca. Estas piezas han servido para reconstruir la vida de los descendientes directos de los primeros homínidos que llegaron de África hace 1,8 millones de años y conocer que estos protohumanos vivían en grupos pequeños, sin un asentamiento fijo y que se alimentaban de vegetales y carroña. Y también revelan la lucha entre hienas y humanos por la carroña.
Un equipo liderado por los investigadores de la Universidad de Málaga (UMA), Patrocinio Espigares y Paul Palmqvist, describe en la revista internacional Archaeological and Antropological Sciences, cómo los humanos de hace 1,4 millones de años competían con las hienas gigantes de la época, para hacerse con los restos de grandes herbívoros que quedaron atrapados en un banco de arenas movedizas, cuyos vestigios se han encontrado en el yacimiento de Fuente Nueva 3, en el actual municipio de Orce.
Qué restos evidencian la competencia entre hienas y humanos por la carroña
Las excavaciones en el yacimiento granadino han permitido sacar a la luz bloques calizos no tallados, herramientas que servían para fracturar los huesos de los animales y llegar al tuétano; lascas talladas de forma rudimentaria, para cortar la carne; y huesos con marcas de descarnación y de fracturación por golpes con los útiles de piedra. Además, en el mismo lugar se han encontrado coprolitos (excrementos fosilizados) de Pachycrocuta brevirostris, las hienas de mayor tamaño que han habitado en la Tierra, muy parecidas a las hienas modernas. Todas estas evidencias demuestran la competencia entre ambos carroñeros, humanos y hienas, por el aprovechamiento de los recursos cárnicos.
Según han interpretado los especialistas de la UMA a partir de todas estas piezas halladas en el yacimiento granadino, los grupos de humanos y las hienas compartían comida, pero no mesa, porque mantenían una competencia feroz por los recursos alimenticios.
Cómo actuaban los homínidos para no coincidir con las hienas gigantes
Los elementos encontrados en el yacimiento hacen pensar que los homínidos llegaban antes que las hienas hasta los animales muertos o moribundos, durante las horas del día, arrancaban trozos de carne de los animales atrapados en el lodazal y se marchaban a toda prisa para consumir los alimentos en un lugar más seguro. Esta práctica les permitía evitar a las hienas del Pleistoceno, de comportamiento crepuscular y nocturno, que podían alcanzar hasta los 110 kilos de peso y serían un rival muy peligroso para cualquier homínido.
Posiblemente, los grupos humanos localizaban la carroña al guiarse por los buitres, que también se apuntaban al banquete, y podían llegar con cierta rapidez al lugar, gracias a que la condición bípeda de los homínidos les permitía ventilar mejor y desplazarse a un ritmo vivo durante muchas horas.
Qué restos singulares se han encontrado en este yacimiento de Orce
En el yacimiento, explica Paul Palmqvist, se han encontrado dos niveles arqueológicos. En los dos abundan restos de esqueletos de mamíferos; sin embargo, en el superior se ha encontrado lo que se puede considerar como la primera letrina de hienas a cielo abierto, por la cantidad de coprolitos hallados en la zona excavada, que superan las 200 muestras, así como restos de elefantes, hipopótamos y un antepasado del mamut lanudo que podría llegar a las diez toneladas de peso.
Estos coprolitos han sido analizados con técnicas avanzadas y muestran los hábitos alimenticios de estos animales. Patrocinio Espigares explica que estas hienas eran más carroñeras que cazadoras y sus coprolitos son ricos en fosfatos procedentes de los huesos de los animales que consumían, lo que ha contribuido a su fosilización.
Por qué se han encontrado tantos restos óseos de grandes herbívoros
El 65% de los restos óseos encontrados en Fuente Nueva 3 pertenecen a grandes herbívoros. ¿A qué responde esta elevada concentración de restos de animales de gran tamaño? Los investigadores de la UMA lo atribuyen a las condiciones del terreno. Los resultados obtenidos tras los análisis sugieren que en la zona habría una estación húmeda seguida de otra seca, en la que la superficie de terrenos fanganosos se resecaría y se concentraría la humedad en la zona baja. Esto habría confundido a los animales, que guiados por la necesidad de acceder al agua que quedaba en las partes centrales de estas zonas inundadas, se encontraron una especie de arenas movedizas de las que no pudieron escapar.
Los análisis realizados de los sedimentos del entorno confirman la teoría, ya que se trataría de arenas finas y de lutitas margosas. Además, también se ha comprobado que las aguas tendrían una ligera concentración de sal.
Con una serie de experimentos en laboratorio se ha reproducido la reacción de este tipo de suelos cuando eran pisados por animales de gran peso y se ha comprobado que la superficie cede por el peso del animal y se convierte en una trampa de la que no puede escapar, lo que los dejaba a merced de los carroñeros, es decir, de hienas y de homínidos, entre otros muchos que se aprovechaban de la mala suerte de los megaherbívoros atrapados en el fango.
“Hemos calculado que, en el caso de los elefantes adultos, la carga de su pisada se situaría en torno a un 1 kg por cm² de superficie de apoyo de las extremidades. En las hienas, en cambio, el peso soportado sería de unos 300 g por cm² y en los humanos incluso menor, 170 g por cm²”, dice Paul Palmqvist.
Por qué se piensa que en esta zona pudo haber una especie de cementerio de elefantes
Todos estos datos sobre el terreno; las condiciones del clima de la época, con un volumen de precipitaciones que estaría en torno a los 900 mm al año, tres veces más que en la actualidad; así como el alto volumen de huesos, herramientas de piedra y restos de excrementos de hienas hacen pensar que lo que hoy día es el yacimiento de Fuente Nueva-3, en su día fue un cementerio de elefantes y otros herbívoros de gran tamaño, convertido en un festín de alimento para animales carroñeros y unos homínidos que vivían en unas condiciones muy precarias, en lucha continua por la supervivencia y en una búsqueda constante de recursos de los que alimentarse.
La historia que ha quedado escrita en Orce bien podría ser la trama de uno de los documentales de La2, pero lejos de cualquier ficción, es una muestra de la lucha por la supervivencia que se libró en este entorno de la provincia granadina hace ahora 1,4 millones de años, y que vale para completar el relato de cómo los homínidos de entonces vencieron su batalla para continuar en la carrera de la evolución que dio lugar a nuestra especie.