Los contaminantes emergentes se han convertido en un problema ambiental que también está dando el salto al campo de la salud. Estos contaminantes de origen químico y procedentes de fármacos consumidos por los humanos provocan disrupción hormonal en las especies de fauna, pero no solamente, porque ahora se ha descubierto que la contaminación en los ríos genera ‘superbacterias’, microorganismos resistentes a los antibióticos.
Así lo ha constatado una investigación llevada a cabo por la Universidad de Costa Rica, que ha analizado el plasmidoma de ríos, es decir, anillos de ADN con información genética microbianos en aguas contaminadas, así como sus efectos en la salud.
Qué efecto produce la contaminación de los ríos en las bacterias
De este estudio se ha concluido que a mayor presencia de contaminación, las bacterias se vuelven más resistentes a los antibióticos. Esto se debe a la acción de los plásmidos, que tienen las particularidades de que se replican de manera autónoma, se transmiten independientemente del ADN cromosómico y contienen un conjunto de genes beneficiosos para la vida de las bacterias.
Una bacteria tiene la capacidad de transmitir sus plásmidos a otra bacteria, de tal manera que, si una bacteria tiene un plásmido que la hace resistente a los antibióticos, y se lo transmite a una segunda bacteria, esta también adquiere esa resistencia.
El Keilor Rojas Jiménez es el investigador principal del proyecto, del cual dice que “nos sirve para estudiar cuál es el efecto de la contaminación humana […] en las poblaciones de bacterias y de estos plásmidos en los ecosistemas acuáticos. Nos permitirá entender cuál es la diversidad, cómo varía su abundancia, cuáles son los mecanismos de transferencia y cómo los podríamos clasificar. Además, permitirá determinar cuáles son los genes de resistencia a antibióticos que portan. Eso tiene un impacto en la salud del ambiente y eventualmente en la salud humana”.
Qué peligro representan estas superbacterias para la salud humana
El peligro para el ser humano es que una bacteria de estas infecte a una persona y que no se tengan antibióticos para combatirla, porque adquirió resistencia debido a la contaminación que hay en el ambiente. Estas bacterias pueden infectar también animales domésticos.
El Dr. Rojas explicó que como resultado de la investigación, “vimos que la composición de las bacterias y de los plásmidos que contienen, varían a lo largo del gradiente de contaminación. Es decir, en el sitio menos contaminado había ciertos grupos que eran más abundantes. En el grupo dos, medianamente contaminado, eran otros grupos, y en el grupo tres, el más contaminado, grupos diferentes.
“Lo curioso es que la taxonomía basada en el ADN del cromosoma y de los plásmidos se comportaba de diferente manera según la contaminación. Esto nos da el sustento de que las poblaciones de plásmidos tienen su propia “personalidad” y que en su conjunto se pueden comportar como un “superorganismo”.
Qué ocurre a medida que se incrementa la contaminación
El biólogo detalló que, entre más contaminado el sitio donde se recogía la muestra, menos diversidad de bacterias había, lo cual atribuye a que en un ambiente más contaminado algunos pocos organismos sacan ventaja y sobreviven desplazando a los otros. Entonces el número total de bacterias disminuye, porque quedan solo las más resistentes a ese ambiente contaminado.
La investigación determinó que en los puntos más contaminados del río Virilla, donde se llevó a cabo el estudio, existían menor cantidad de bacterias que en los menos contaminados, pero inversamente en las aguas más contaminadas había mayor cantidad de plásmidos y de genes que otorgan a las bacterias mayor resistencia a los antibióticos.
Sobre esto el Dr. Rojas puntualizó que “curiosamente, cuando analizamos nada más los plásmidos, esos sí aumentan con la contaminación. Es decir, que tienen un comportamiento opuesto. Esto significa que esas pocas bacterias resistentes que quedan en un ambiente muy contaminado portan muchos plásmidos y con más genes, mientras que en el sitio menos contaminado tenían pocos. En todos estos plásmidos lo que estamos viendo es que tienen resistencia a los antibióticos”.
El investigador agregó que “si lo analizamos a nivel ecológico, sí hay una diferenciación entre el comportamiento de la bacteria, digamos el ADN de su cromosoma y el de los plásmidos. Se ve muy claro en el gradiente de la contaminación. Este efecto se ve tanto en los microorganismos del agua como de los sedimentos del río”.
Cómo se comportan los genes de resistencia a antibióticos
El equipo investigador trató de detectar la presencia de genes de resistencia a antibióticos directamente del ambiente, es decir a partir del ADN ambiental. Sobre esto, el Dr. Rojas detalló que “encontramos una gran cantidad de genes de resistencia directamente desde el ADN ambiental, y encontramos que esos genes de resistencia aumentan conforme aumenta la contaminación.”
El científico alertó que estos genes de resistencia a antibióticos “son los peligrosos, porque se transmiten donde la cantidad y diversidad aumenta conforme aumenta la contaminación. Algo curioso fue que luego analizamos cuál era la presencia de los antibióticos en el ambiente, y sí encontramos que eran crecientes de acuerdo al gradiente de contaminación, pero hubo algunos antibióticos que no detectábamos en el agua, pero detectábamos el gen de resistencia contra ese antibiótico.”
En algunos lugares, el equipo científico encontró hasta 40 genes que confieren resistencia a diez antibióticos diferentes.
Dentro del proyecto paralelo se están analizando no solo muestras de Costa Rica, sino de todo el planeta, para extrapolar un principio biológico que permitiría ver a los plásmidos como un ente vivo, más allá de los convencionalismos actuales.