Una investigación de la Universidad de Alcalá junto a la UNED y la Universidad del Oeste de Inglaterra ha estudiado unos depósitos de bloques de piedra junto al Cabo Cope (Murcia), determinando que fueron arrastrados por fuertes olas causadas probablemente por un tsunami que pudo haber afectado estas costas hace entre 800 y 1.400 años. La geóloga de la Universidad de Alcalá, Teresa Bardají, ha participado en este estudio.
– ¿En qué se ha centrado vuestra investigación?
Nuestra investigación se basa en el registro geológico en la zona del Cabo Cope donde identificamos unos grandes bloques de roca de 17,7 toneladas que habían sido arrancados por algún tipo de oleaje de extremo. Normalmente, este tipo de depósitos se atribuye a tsunamis porque una tormenta excepcional, de las que pueden haberse registrado en estas costas, no tendría la capacidad de arrastrar estos bloques cuatro metros sobre el nivel del mar.
– ¿Qué hace pensar que pueda suceder un tsunami en el Mediterráneo?
Apenas existen registros de tsunamis en nuestras costas del Mediterráneo, ni geológicos, ni históricos, ni arqueológicos, por lo que cualquier indicio ayuda a completar ese catálogo y a hacer un análisis del riesgo lo más aproximado posible.
Existen mayores posibilidades de que este fenómeno suceda en el Golfo de Cádiz, donde hay fallas capaces de generar terremotos submarinos de magnitud suficiente como para desencadenar un tsunami. Recordemos que el terremoto de Lisboa de 1755, del que existen datos históricos y geológicos, generó un tsunami histórico que arrasó la costa en todo el Golfo de Cádiz, haciéndose sentir los efectos del terremoto en zonas tan alejadas como Cataluña.
Las olas de este tsunami alcanzaron hasta ocho metros de altura, arrasando de tal manera la costa que hicieron desaparecer un pueblo de pescadores llamado Conilete, cerca de Conil. También, en esa zona existen indicios geológicos de tsunamis de época romana que destruyeron la ciudad de Baelo Claudia (Cádiz) en el s.IV de nuestra era.
Si hoy sucediera algo similar, los efectos serían devastadores porque la zona costera española está muy poblada. El riesgo no solo depende del fenómeno natural en sí, de su peligrosidad, sino también de la cantidad de personas y bienes expuestos, y de su vulnerabilidad. En este sentido, aspectos tales como la capacidad o facilidad de evacuación o la resistencia de los edificios hacen disminuir mucho la vulnerabilidad y, por lo tanto, el riesgo.
– El Consejo de Gobierno andaluz ha aprobado recientemente un Plan de Emergencias ante el Riesgo de Maremotos en Andalucía, ¿deberían hacer lo mismo otras comunidades?
No hay que olvidar que el Sudeste de la Península, lo que incluye las provincias de Granada y Almería en Andalucía oriental, constituye la zona con mayor actividad sísmica de la península, por lo tanto, todas las acciones que se realicen para prevenir este tipo de desastres son positivas.
La mejor manera de protegerse ante terremotos y tsunamis es minimizando o mitigando la vulnerabilidad de los ciudadanos, por ejemplo, con un buen plan de evacuación o un sistema de alarma temprana adecuada. La sociedad debe conocer cómo actuar.
Dudo que la población de la zona conozca el peligro real al que está expuesta, es necesaria una gran divulgación es este sentido. Por ello, cuantos más datos históricos, arqueológicos y geológicos conozcamos, mejor preparados estaremos para poder elaborar correctamente planes de este tipo.