Sus conversaciones sacadas de lo absurdo, a veces sin sentido, impactan en el público. Faemino es un genio, aparte de su excelente capacidad interpretativa, a veces, bastante exagerado es un mimo fascinante. A veces provoca más la risa no por lo que dice, sino como lo dice, y sobre todo las poses que adquiere cuando se sube a un escenario. Sus diálogos a veces son ingenuos, difícil de entender, pero que siempre tienen un colofón. Es un humorista que no se corta un pelo cuando está en el escenario. Su naturalidad confirma que es un artista fascinante.
Cansado es más hablador, a veces tiene que parar, porque solo de mirar a Faemino no puede parar de reír. Es rápido cuando habla, tiene grandes reflejos, a veces parece un charlatán, pero no lo es. Todo está muy medido en el escenario. El público a veces piensa que están improvisando porque la conversación fluye con tanta espontaneidad, pero lejos de ello, lo cierto es que llevan mucho tiempo juntos y se conocen a la perfección.
Por eso, la hora y media de espectáculo pasa volando. Su estilo no ha variado desde que se conocieran a principios de los años 80. A veces sus conversaciones son atropelladas, con muchos juegos de palabras y eso gusta. Casi siempre aparecen vestidos con pantalones y camiseta negra con tirantes o Cansado de azul y Faemino de rojo. Es su propio sello. Ellos convierten cualquier situación cotidiana en algo surrealista. Pero son ellos, son Faemino y Cansado por muchos años.