Roquetas se deja seducir este sábado por los encantos de ‘Madame Butterfly’

El Teatro Auditorio de Roquetas de Mar acoge mañana sábado la opera en tres actos ‘Madame Butterfly’ de G. Puccini. El director de esta ópera es José Antonio Irastorza y participan también la soprano, Carmen Aparicio, el tenor Ángel Pazos, el barítono Santos Ariño y la mezzosoprano María Luisa Yábar. Participan los coros y la orquesta de la compañía Sona. Esta actividad comenzará a las 22:00 horas y tendrá una duración de dos horas y media.

 

La acción de la opera se sitúa en una casa con jardín de Nagassaki, en Japón a finales del siglo XIX. La joven geisha Ciao-Ciao San se casa con un funcionario naval americano, Pinkerton, quien a pesar de las advertencias del cónsul americano Sharpless, toma el asunto a la ligera. Abandonada por Pinkerton poco después de la boda, Ciao Ciao San llamada Madame Butterfly, espera pacientemente su regreso.

Tres años más tarde, Suzuki, Butterfly y su pequeño, hijo de Pinkerton, esperan un regreso que nunca se produce. Todo el dramatismo de la situación se prepara en el diálogo que mantiene con Suzuki al comienzo del segundo acto y se expresa en E izaghi ed Izanami…, que culmina con esa frase musical tan llena de tinieblas: Tornerá. La inquebrantable esperanza de Butterfly se manifiesta en una de las arias más conocidas y cantadas de la historia de la ópera: Un bel di vedremo.

Ya casi al alba, agotada de esperar, Butterfly se ha retirado a descansar y llegan el Cónsul, Pinkerton y su mujer. Cuando Suzuki ve a Kate en el jardín tiene la certeza de lo que ocurre y se desespera. Pinkerton, cobardemente, se marcha dejando en manos de Sharpless la desagradable misión. En cuanto Butterfly ve a Kate comprende sin explicaciones la situación.

El drama se va preparando, Tutto e morto, tutto e finito, de Tu, Suzuki, che sei tanto buona. La tenebrosa y doliente música de Come una mosca prigioniera… va preparando el trágico final. Llama a su hijo, se despide de él, mientras canta las frases más tristes de la ópera: Con onor muere chi non può serbarvita con onore. Se dispone a realizar el complejo y medido ritual del honorable suicidio japonés, usando el mismo arma con que lo hizo su padre.

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