Los déficits en el procesamiento y manejo emocional que se relacionan con una mayor probabilidad de desencadenar estados depresivos, llevan consigo un incremento del riesgo de suicido entre los adolescentes víctimas de acoso escolar. Así lo ha confirmado el trabajo publicado en la revista Journal of Affective Disorders firmado por investigadores de la Facultad de Psicología de la UMA.
El estudio, en el que participaron 465 víctimas de acoso, entre 12 y 18 años, de 6 centros educativos de la provincia de Málaga, confirma la inteligencia emocional (IE) como un factor protector. El equipo científico, liderado por la profesora Lourdes Rey, ha pretendido probar un modelo teórico de cómo la IE, los síntomas depresivos y el género interactúan a la hora de influir en las ideas e intentos suicidas de una muestra de víctimas de acoso escolar.
Los expertos señalan que el acoso escolar es un complejo fenómeno psicosocial que implica roles diferentes. Estos roles de víctimas, acosadores u observadores sufren consecuencias psicológicas y emocionales particulares. Como apunta la publicación, la depresión es un antecedente común del suicidio y, después de sufrir acoso escolar, es uno de los factores de riesgo que más influye en las víctimas. En este sentido, el trabajo confirma que las víctimas de acoso con dificultades para comprender y regular las emociones tienen una mayor probabilidad de desarrollar sentimientos negativos asociados a la depresión.
Asimismo, el artículo revela que las personas con valores altos de IE son más propensas a afrontar mejor las experiencias negativas que quienes registran valores más bajos. “Los sujetos con mayor IE regulan mejor los procesos afectivos, lo que reduce el riesgo de estados de ánimo negativos, así como problemas emocionales que puedan llevar a la aparición de trastornos mentales y al incremento de riesgo suicida. En esta línea, nuestros resultados apoyan que la IE actúa de amortiguador frente al impacto que provoca el acoso”, explica Cirenia Quintana-Orts, una de las coautoras de la publicación e investigadora del grupo Recursos Personales Positivos, Bienestar y Salud en Contextos Aplicados (Applied Positive Lab) de la UMA.
Aun así, los responsables de la investigación advierten de que se necesitan análisis posteriores para identificar riesgos y factores asociados con los diferentes roles de intimidación a fin de desarrollar programas más efectivos para abordarlos. En esta línea, los datos apuntan a que la promoción de la IE sería un importante recurso personal en el desarrollo de programas centrados en la prevención de suicidio en grupos de adolescentes con alto riesgo que han sufrido este tipo de violencia en clase. “Es crucial considerar los factores de protección que pueden de algún modo beneficiar a las víctimas y reducir con ellos la posibilidad de que estos episodios repercutan negativamente de forma tan directa en su salud mental”, señala Quintana-Orts.
Diferencias por género
Aunque algunas investigaciones han tenido resultados mixtos respecto a la relación entre género y victimización por acoso escolar, la mayoría confirma que las niñas experimentan niveles más altos de problemas psicológicos. En este estudio se encontró que las chicas presentan mayores niveles medios de depresión y riesgo suicida en comparación con los chicos. Por el contrario, los chicos puntuaron mayores niveles de IE en comparación con las chicas. Las conclusiones obtenidas por este equipo de la Universidad de Málaga ponen sobre la mesa la necesidad de plantear enfoques específicos por género para trabajar con distintos perfiles de alumnado con baja percepción de inteligencia emocional.
Por otro lado, el trabajo ha revelado que la carencia o bajos niveles de IE tienen un mayor impacto psicológico en chicas. De esta forma, las chicas con escasas habilidades emocionales sufren más depresión en comparación con los chicos. “Estos hallazgos pueden deberse a varios factores. Entre ellos, podríamos destacar la mayor vulnerabilidad de las mujeres al impacto de los eventos vitales estresantes y a que, a su vez, las chicas tienden a subestimar su procesamiento y manejo emocional, lo que podría estar en la base de mayores índices de desajuste psicológico de las mujeres y en el uso de estrategias de afrontamiento desadaptativas”, indica Lourdes Rey.