Gota fría: llueve sobre mojado

Vista aérea del municipio de Los Alcázares, en Murcia, inundado por la gota fría.
Los Alcázares bajo las riadas.

El Sureste se ha enfrentado a uno de los episodios de gota fría más importantes del último siglo y no ha resistido el envite. Los cambios en los usos del suelo, la falta de ordenación y la ocupación de terrenos inundables deja a la población desvalida ante un fenómeno de lluvia torrencial alimentado por el calentamiento global.

Un Mediterráneo cada vez más cálido. Corrientes a gran altura descontroladas por el calentamiento de los polos. Y una ocupación del terreno que pasa de lo irregular a lo irresponsable. Los ingredientes perfectos para que se produzca la tragedia. Y así ha sido.

La gota fría más dañina del último siglo

La gota fría, o como prefieren decir los expertos, la depresión aislada a niveles altos (DANA), del mes pasado ha sido devastadora para Sureste de la Península, con unos daños materiales que solamente en la Comunidad Valenciana se estiman en 1.500 millones de euros, y, lo peor de todo, con siete víctimas mortales.

Esta zona vuelve a sufrir como en 1973 o en 1987, años en las que se produjeron riadas históricas, que además se saldaron con decenas de fallecidos.

Las anteriores riadas se llevaron buena parte del territorio y las esperanzas de sus habitantes, y también arrastraron también la memoria colectiva, que recuerda que en el Sureste llueve de forma torrencial y que, por ello, hay que respetar las zonas inundables.

reparto de útiles de limpieza en los alcazares, afectado por la gota fría
Reparto de productos de limpieza en Los Alcázares (Murcia).

Destrozos millonarios y familias que lo han perdido todo

Una vez más, lamentaciones, lloros, familias rotas por haberlo perdido todo y unos esfuerzos económicos enormes para reparar los daños causados por la que parece ser la peor riada de los últimos cien años. Y seguramente no será la última vez, ya que el territorio es cada vez más vulnerable a unos fenómenos meteorológicos extremos, que entran dentro de lo que se espera del clima en esta región del Mediterráneo.

Lo más sencillo es pensar que las riadas se deben a la cantidad de agua caída. Y es cierto, pero no del todo. Hay otros muchos factores a tener en cuenta en esta ecuación, donde la incógnita a despejar es por qué no se había previsto y se había actuado en consecuencia.

Ya es tarde, una vez más. Las reflexiones llegan después de la tragedia y de que miles de personas lo hayan tenido que contemplar cómo el agua arrasaba todo lo que tenían. Sin embargo, conviene poner de relieve los errores que han llevado a que la Vega Baja del Segura, en la provincia de Alicante, y el Campo de Cartagena, especialmente el municipio de Los Alcázares, estén bajo las aguas y el lodo de la riada.

O los fallos cometidos en la provincia de Málaga, que de nuevo ha visto cómo la fuerza del agua ocupaba el terreno que históricamente le ha pertenecido en la zona baja del Guadalhorce, en municipios como Alhaurín de la Torre, Coín o Cártama.

El encauzamiento del río Segura fue insuficiente en Orihuela.
Encauzamiento del Segura en Orihuela.

¿Qué hacer ante una gota fría tan intensa?

Está claro que ante una lluvia de un centenar de litros de agua en pocas horas, poco pueden hacer las infraestructuras, el colapso está asegurado. Pero en este caso se puede hablar de que las obras realizadas para controlar las riadas se han quedado pequeñas o, directamente, se realizaron con una previsión equivocada.

Hay que ir más allá y preguntarse qué ha ocurrido y qué factores han determinado que la crecida de las ramblas y los ríos haya sido mayor. Toca fijarse en la planificación y la ocupación del territorio que, en vista de lo ocurrido, es claramente mejorable o, si se va más lejos, se puede decir que resulta hasta temeraria.

Así lo entiende el catedrático de Análisis Geográfico Regional en la Universidad de Alicante, Jorge Olcina. Este experto critica la falta de una planificación territorial adecuada, que fuera capaz de evitar este desastre. Reconoce que la intensidad de la lluvia caída en la gota fría del pasado mes “ha sido de récord” en el Bajo Segura y el Campo de Cartagena. Y que esta inundación estaría dentro de las grandes inundaciones de los últimos 50 años.

Esquema del funcionamiento de las riadas de la gota fría y de la ocupación del suelo
Funcionamiento de las riadas.

Mucha lluvia y planificación territorial equivocada

El problema fundamental fue un fallo en la planificación del terreno, que no tuvo en cuenta que “la Vega Baja es un espacio inundable”, dice Olcina; “el río Segura se ha desbordado siempre; desde que hay ocupación humana en la zona se conoce ese fenómeno y que esa zona, antes o después, con una frecuencia mayor o menor, siempre se inunda”.

A diferencia de lo ocurrido en 1987, la última gran inundación, esta gota fría se ha encontrado un territorio con un nivel de ocupación mucho mayor. Y la canalización del río Segura no ha podido soportar la inundación. “Como sociedad dinámica que somos, se ha seguido ocupando el territorio, a veces, sin tener la precaución de que se estaban invadiendo espacios de riesgo“, explica Jorge Olcina.

La forma de llover está cambiando

Por otro lado, en los últimos años se está observando que la forma de llover está cambiando. Es cierto que el Sureste siempre ha estado expuesto a gotas frías, lo que ocurre es que éstas son cada vez más virulentas y el periodo de retorno, es decir la frecuencia con la que ocurren, se ha reducido. Y esto lleva a pensar directamente en calentamiento global.

Es cierto que no se puede atribuir esta gota fría al cambio climático. Sería un error. Pero todo apunta a que el calentamiento de las aguas del Mediterráneo está contribuyendo a que estos fenómenos extremos sean más violentos.

Información meteorológica de los días de la gota fría.
Información meteorológica de los días de la gota fría.

El cambio climático alimenta la gota fría

El profesor del departamento de Química y Física de la Universidad de Almería y experto en clima, Fernando Sánchez Rodrigo, sostiene que en esta DANA ha habido un conjunto de elementos que han creado ‘la tormenta perfecta’. Por un lado, un mar Mediterráneo anómalamente cálido, que se convierte en una gran fuente de aire húmedo; y, por otro, la corriente en chorro global algo ‘descontrolada’, de la que se ha descolgado la masa de aire frío que ha transformado la bolsa de humedad en unas lluvias especialmente perniciosas, explica Sánchez Rodrigo, que también es profesor en el Máster Geomet de la Universidad de Granada.

La climatóloga de la Universidad de Granada y también profesora del Máster Geomet, Yolanda Castro Díez, asegura que fenómenos como esta gota fría “pueden ser cada vez más frecuentes”, debido al mayor calentamiento del mar, aunque matiza que las lluvias torrenciales en el Sureste de la Península “entran dentro de lo normal”.

Ante nuevas condiciones, conocidas desde hace tiempo, no se entiende cómo las administraciones han permitido una ocupación del terreno como la que hay en el entorno del municipio de Orihuela, uno de los más castigados por la riada.

El encauzamiento del Segura se queda pequeño

“Este episodio ha puesto de manifiesto que el encauzamiento del Segura es insuficiente para soportar esta nueva forma de llover, que va a ser frecuente, según nos indican los modelos de cambio climático”, dice Jorge Olcina. E invita a “repensar esa canalización”.

Este experto en territorio pone en cuestión que en la obra de encauzamiento del Segura no se sacara el río de Orihuela y Rojales, cuyos cascos urbanos son atravesados por el río que se ha desbordado en esta ocasión.

El caso de la Vega Baja del Segura ha sido una inundación ‘de libro’. Sí o sí iba a ocurrir, porque el crecimiento del espacio ocupado no ha tenido en cuenta el curso natural de las riadas. Tanto ha sido así, que en esta expansión de los espacios urbanos se han ocupado terrenos pertenecientes a los cauces, habitualmente secos, pero que en caso de lluvia torrencial se convierte en ríos caudalosos y muy violentos.

Más población vulnerable a las riadas

“Tenemos más población vulnerable ante una inundación. Eso obliga a un gran plan de gestión territorial. Hay que sentarse y estar muchos meses pensando qué hacer en la Vega Baja, para salvar aquellas zonas más expuestas al riesgo de inundación. Habrá que repensar mucho, no se puede hacer a la ligera, no como hasta ahora, que se pensaba que las infraestructuras eran suficientes para contener las inundaciones. Y fíjate, que estamos igual que en el 87”, explica Jorge Olcina.

Otra de las zonas más afectadas por este episodio de gota fría ha sido el Campo de Cartagena y, muy especialmente, el municipio de Los Alcázares. Como ocurrió en la zona alicantina de la Vega Baja, la lluvia fue extraordinaria, pero el cambio el en uso del terreno lo ha sido todavía más y de ahí los daños materiales de una riada que ha enterrado el trabajo de muchos años.

Mapa de inundaciones históricas
Mapa de inundaciones históricas.

Agricultura intensiva en el Campo de Cartagena

El Campo de Cartagena se ha transformado en un terreno ideal para la agricultura intensiva al aire libre y bajo invernadero. Esto ha provocado que se roturen tierras que décadas atrás estaban llenas de arbustos y vegetación capaz de retener el terreno.

Ahora, las lluvias se han encontrado unos campos labrados, desnudos porque es en mediados de septiembre cuando se prepara la nueva cosecha. El escenario perfecto para que una riada de grandes dimensiones pueda desatar su lado más salvaje y arrase con todo lo que encuentre a su paso.

El director de la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE), Pedro García, lleva tres décadas advirtiéndolo. Sabía que el cambio de los usos del suelo practicado en el Campo de Cartagena iba a tener sus consecuencias en forma de riada. Y, lamentablemente, así ha sido.

El responsable de ANSE quiso conocer de primera mano los destrozos provocados por el agua, en una zona a la que se le han arrebatado sus defensas naturales. Y recuerda el caso de una señora que, mientras sacaba el barro de su casa, recordaba cómo en los 50 años que llevaba viviendo allí, jamás había visto algo parecido. Esa pobre mujer no sabía que algo más arriba de su casa, un campo de algarrobos se había transformado en una finca agrícola y se había sustituido la cubierta natural del suelo por un cultivo muy rentable en lo económico, pero ruinoso en cuanto para la seguridad de los vecinos del pueblo.

Las administraciones no han hecho su trabajo

Pedro García culpa de esta situación a las administraciones. A todas, desde la local al propio Estado, que no han preservado el territorio y han permitido un crecimiento que no ha tenido en cuenta las dinámicas del terreno.

Pedro García también se refiere a los cambios de relieve realizados en el terreno. Con el objetivo de asegurar las cosechas y protegerlas de estancamientos de agua, el territorio agrícola se ha inclinado, una acción que ha incrementado la fuerza de la riada y ha provocado que arrastrara todavía más tierra.

“De poco servirá limpiar y reponer todo lo destruido si la próxima riada nos devuelve al mismo lugar de partida, como tantas lo han hecho en el pasado. Ante esto no valen regionalismos ni nacionalismos, sino ordenación y gestión del territorio con criterios ambientales, conocimiento científico, participación social y, sobre todo, sentido común y responsabilidad, justo lo que nos ha faltado durante las últimas décadas”, aseguran desde ANSE.

El Campo de Cartagena necesita una planificación territorial que le devuelva las protecciones naturales contra las lluvias torrenciales, un fenómeno habitual en la zona y para las que antes se estaba preparado, más que nada, porque se dejaba que la naturaleza ejerciera su papel regulador. En el momento en el que eso se interrumpe, aumenta la vulnerabilidad de la población ante fenómenos habituales.

Gota fría en Almería, Granada y Málaga

La gota fría también ha afectado a campos de la almeriense Níjar, ha destrozado infraestructuras en la comarca de Baza (Granada) y ha vuelto a poner en jaque el crecimiento desmedido de la costa del Málaga, más concretamente, de la parte baja del río Guadalhorce.

Municipios como Alhaurín el Grande, Alhaurín de la Torre o Cártama son habitualmente maltratados por las riadas. En este caso es el crecimiento urbanístico el responsable de la ocupación de terrenos inundables.

“En estos casos existen ríos con probabilidad de desbordamiento, sellado de suelo en cuencas altas vertientes al núcleo, cauces efímeros embovedados bajo la trama urbana, y edificaciones construidas en zona inundable”, explica la investigadora del Departamento de Geografía de la Universidad de Málaga, María Jesús Perles, que además, llama la atención sobre la pérdida de suelo debido al incremento de erosión que provoca la ocupación urbanística.

Esta experta opina que las administraciones han hecho poco y mal para evitar inundaciones. Muchas de ellas, sobre todo las locales, hicieron la vista gorda con urbanizaciones en terrenos inundables, amparándose en un vericueto legal, que fue subsanado en 2007. Pero hasta esa fecha ya se había construido gran parte del territorio.

El entorno de Los Alcázares visto por satélite. Se pueden apreciar los cauces naturales recuperados por la gota fría.
El entorno de Los Alcázares visto por satélite.

Trampas legales que favorecen a las riadas

“Desde la Ley de Suelo de 1998 se deben declarar no urbanizables los terrenos que muestren signos de inundabilidad, pero la realidad es que no existía una cartografía de inundabilidad reglada en España. En la época de pleno auge de la construcción, los ayuntamientos podían ampararse en la inexistencia de la cartografía para no darse por enterados del carácter inundable de determinadas zonas (evidente, en muchos casos), y no restringir su uso en el Planeamiento Municipal”, explica María Jesús Perles.

La investigadora de la Universidad de Málaga ha estudiado en profundidad cómo el urbanismo del litoral malagueño ha aumentado la vulnerabilidad ante las riadas. Y asegura que no basta con quedarse en la atención tras el desastre, sino que los ayuntamientos deben realizar labores preventivas. “Centrar todo el esfuerzo en las medidas de asistencia post-catástrofe resultará, progresivamente, insostenible. Los Planes de Gestión del Riesgo de Inundación de Ámbito Local deberían pasar a tener un mayor desarrollo y dar más  protagonismo efectivo a las fases preventivas en cada municipio, y no sólo en la fase de socorro y asistencia, como ocurre en la actualidad”, afirma.

Esta gota fría ha sido especialmente violenta, tanto, que sus coletazos han llegado hasta el centro de la Península, donde también ha provocado inundaciones. Y nos recuerda varias cuestiones. La primera, ya innegable, es que el cambio climático llama a la puerta y ha enfurecido todavía más un fenómeno violento por naturaleza. La segunda es que ha aumentado la vulnerabilidad de la población, y no tanto porque las tormentas tengan mayor intensidad, sino porque el terreno se ha cambiado profundamente y se ha desvalido de sus armas naturales. ¿Sabremos devolvérselas? Esa es una cuestión que está por ver, pero que es necesario afrontar. Recuerden, estamos en peligro.

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