La introducción de especies y las extinciones están alterando los ecosistemas del planeta

Un estudio liderado por la Estación Biológica de Doñana, instituto de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) muestra cómo la magnitud e intensidad de las extinciones e introducciones de especies causadas por el ser humano están alterando las bioregiones, las entidades bióticas más grandes del planeta. Los resultados del trabajo han sido publicados en la revista Ecology Letters

La distribución de las especies en la Tierra no es aleatoria, sino el resultado de diversos procesos actuando durante millones de años, como los movimientos tectónicos, las extinciones masivas, o las interacciones ecológicas y evolutivas entre las especies. Esto hace que se puedan identificar superficies terrestres en base a la biodiversidad presente, lo que llamamos bioregiones. Así, las especies que viven en distintas bioregiones son características, como se hace evidente al comparar los mamíferos o las aves del África subsahariana con los de Europa o Australia. Sin embargo, las introducciones y extinciones causadas por el ser humano podrían estar modificándolas. A diario se acumulan evidencias de cómo el ser humano está alterando las composiciones de especies de comunidades y ecosistemas. No obstante, las grandes bioregiones del mundo que caracterizan la biodiversidad de los diferentes continentes, se habían asumido resilientes al impacto human debido a su origen más ancestral. 

El objetivo del citado trabajo de investigación ha sido evaluar si las recientes introducciones de especies, así como la potencial extinción de las especies más amenazadas en la actualidad, podrían alterar la configuración de estas grandes bioregiones. El estudio se ha centrado en las bioregiones definidas por anfibios, mamíferos, y aves, mostrando que las recientes introducciones de especies ya están alterando estas grandes bioregiones. En concreto, las introducciones de anfibios están reasignando el continente de Oceanía en la bioregión del Viejo Mundo, cuando originalmente estaba ubicada en la bioregión del Nuevo Mundo. Las introducciones de aves también están haciendo cada vez más heterogéneas las superficies terrestres ubicadas en el Nuevo Mundo, limitando nuestra capacidad para detectar esta bioregión. Además, las introducciones de mamíferos están homogeneizando las bioregiones africanas y euroasiáticas, haciendo que seamos capaces de identificar una nueva bioregión transcontinental que agruparía África y Eurasia. Desafortunadamente, estos cambios pueden verse incrementados si las especies actualmente amenazadas se extinguen. 

A juicio de uno de los autores, Eloy Revilla, “estos resultados son alarmantes ya que sugieren que el ser humano está alterando señales históricas, ecológicas, y evolutivas que nos informaban de los procesos que han dado forma a la vida en la Tierra”. Así, los autores afirman que sus resultados infraestiman la influencia que el ser humano ha tenido a lo largo de su historia sobre la distribución de la biodiversidad. La consideración de introducciones más antiguas como las ocurridas tras la aparición de la agricultura, al igual que otras extinciones locales y globales del pasado como las de la megafauna, podrían mostrar una influencia mucho mayor del ser humano sobre la biodiversidad. 

“Estos resultados están en línea con el reciente informe del IPBES y nos deberían hacer reflexionar sobre el profundo impacto que nuestra actividad como especie tiene a escala planetaria. Los profundos cambios que estamos generando van a tener consecuencias ecológicas y evolutivas en los próximos millones de años. Por la cuenta que nos trae a nosotros y a nuestros hijos, es fundamental reaccionemos, necesitamos una sociedad mucho más liviana para el planeta” afirma Revilla. 

Este trabajo supone una evidencia de cómo la magnitud e intensidad de la actividad humana está afectando algunos de los ensamblajes de especies más grandes y antiguos de la Tierra. Las consecuencias de estas alteraciones son imprevisibles pero probablemente pueden afectar las interacciones ecológicas y evolutivas de las especies en el presente y futuro. Estos resultados urgen una vez más a planificar medidas de conservación internacionales que sean capaces de salvar la unicidad de la biodiversidad en cada una de las bioregiones del Planeta.

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