El campus de la UPO se consolida como laboratorio para medir el impacto del cambio climático

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La Universidad Pablo de Olavide afianza su campus como un laboratorio capaz de medir las consecuencias del cambio climático sobre el entorno. El proyecto URBANFUN, financiado por la Fundación BBVA, está poniendo en marcha nuevas parcelas de estudio para analizar el comportamiento de las zonas verdes urbanas ante el calentamiento global. Manuel Delgado Baquerizo es el responsable de esta propuesta, que se suma a otras iniciativas experimentales de la UPO lideradas por los profesores Antonio Gallardo y Luis Villagarcía.

 En Andalucía existen cerca de 6.000 hectáreas dedicadas a parques periurbanos. A estos cabría sumarle otras infraestructuras verdes, como parques interiores, jardines, rotondas, zonas arboladas o vías pecuarias. Entre todas conforman un cuantioso espacio natural, cuya participación a la hora de conocer los efectos del cambio climático es, según el responsable de la iniciativa, “casi desconocida”.

“La mayoría de los estudios en vegetación y suelos se centran en ecosistemas naturales o agrícolas. Prácticamente no hay trabajos sobre el balance de carbono o el funcionamiento como ecosistemas en zonas verdes urbanas en este contexto de cambio global”, apunta Delgado Baquerizo. Una circunstancia que contrasta con el crecimiento demográfico de las ciudades, que a finales del siglo XXI “se espera que acojan al 68% de la población mundial”, afirma.

Comunidades microbianas de los suelos de parques urbanos

Para atender esta laguna de conocimiento, el trabajo liderado desde la Pablo de Olavide se desarrolla en una doble línea. De un lado, compara muestras de suelo para estudiar las comunidades microbianas de los parques urbanos. De otro, en pocas semanas estarán listas cámaras de cielo abierto en distintos espacios verdes del campus, que permitirán conocer el comportamiento de estos ecosistemas en una situación de aumento de la temperatura ambiente.

Con ello, se obtendrá más información sobre un espacio clave a la hora de avanzar en el undécimo Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 de Naciones Unidas: ciudades y comunidades sostenibles. “El aumento de temperatura podría incrementar la tasa fotosintética en los meses fríos, pero también las tasas respiratorias como respuesta al estrés”, un balance clave para entender si estos parques o jardines actuarán o no como un almacén de carbono sobre el que la UPO busca arrojar luz.

En total, URBANFUN prevé activar 192 parcelas experimentales. Las primeras en ponerse en funcionamiento serán las de la Pablo de Olavide, que actuarán además como modelo para las que se habiliten en otros campus de España y Portugal. Las universidades de Cádiz y Autónoma de Madrid serán las siguientes en acoger estas instalaciones.

Impacto sobre zonas abandonadas

La Universidad Pablo de Olavide mantiene activas 52 parcelas para conocer el impacto del cambio climático sobre los ecosistemas ruderales. Estos implican zonas en estado de abandono o semiabandono como, por ejemplo, antiguos campos de cultivo, donde domina una vegetación oportunista. El objetivo principal es medir su comportamiento como emisor neto de CO2 y otros gases invernadero o, por el contrario, como sumidero de los mismos. Una información clave para afinar los modelos predictivos y para la planificación de su manejo y cuidado.

En esta línea de trabajo se encuentran Antonio Gallardo y Luis Villagarcía, investigadores del Área de Ecología de la UPO. “Estudiamos una vegetación con gran capacidad de invasión del espacio, adaptadas para responder al incremento de nutrientes y agua en el suelo, pero también para resistir las épocas desfavorables”, señalan los responsables del proyecto, que cuenta con financiación del Campus de Excelencia Internacional (CEI) CamBio y el Ministerio de Ciencia e Innovación.

En total, se han instalado cuatro grupos de parcelas dentro del campus de la Olavide: una donde se eleva la temperatura, otra donde se reduce las precipitaciones, una tercera que combina ambas condiciones y, por último, una zona destinada a actuar como control. “Los suelos se analizaron antes de empezar, hace algo más de dos años. Estos meses se realizará un primer muestreo de los cambios a este nivel”, apunta Gallardo, quien afirma que los resultados a nivel de vegetación reflejan “una gran diversidad de especies que entran en una fuerte competencia por el espacio”.

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