Más noticias
- El poblado neolítico de Argentina en el que no había desigualdades sociales
- La UGR estudia la cultura metalúrgica de Los Millares, enclave de la Edad del Cobre considerado como la primera ciudad de Europa
Un grupo liderado por la Universidad de Almería ha reinterpretado unos restos arqueológicos romanos ubicados en el Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, que se pensaba que correspondían a una factoría de salazón y resulta que pertenecen a un complejo de producción de púrpura nada común.
Una primera excavación realizada en los años 90 sacó a la luz unas ruinas romanas en la misma orilla de la playa almeriense de Torregarcía, en terrenos de lo que hoy es el Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, y justo al lado de la torre vigía del mismo nombre, construida en el siglo XVI sobre los restos de una torre defensiva musulmana. En aquellos años, los estudios realizados revelaron que estos restos arqueológicos pertenecían a un centro de salazón de pescado, y así reza en el cartel informativo que hay junto al yacimiento.
Entraba dentro de lo esperable que, en tiempos del Imperio Romano, lo que hoy son ruinas fueran una planta para el tratamiento del pescado, incluso también para la fabricación del garum, la salsa que volvía locos a los romanos. Sin embargo, estudios actuales han tirado por tierra aquellas primeras interpretaciones. El complejo que hoy se intuye en Torregarcía era mucho más importante de lo que se pensaba, tanto que incluso puede que se trate de unas instalaciones industriales sin parangón en toda la costa de la Península Ibérica.
A qué corresponden los restos arqueológicos estudiados en Cabo de Gata
Un equipo de investigación encabezado por la directora del grupo Abdera de la Universidad de Almería, María Juana López Medina, ha vuelto a este pequeño yacimiento de la costa almeriense con una metodología no invasiva, que emplea imágenes por satélite y georradar, para constatar que el complejo que se encuentra medio enterrado era una factoría de tinte púrpura, uno de los productos más lujosos durante el Imperio Romano, que se producía con moluscos. Pero no solamente eso, sino que no se trataba de una planta de producción de púrpura cualquiera, porque tuvo una actividad por encima de la media de las que se han encontrado en el litoral de la Península Ibérica, y su estructura era diferente, más parecida a las que se han hallado en el Norte de África.
“Cuando pudimos acceder al yacimiento empezamos a observar que los restos emergentes no coincidían con una factoría de salazón típica, donde los pasillos son más estrechos y suelen estar a ras de suelo”, explica María Juana López Medina. Aunque la clave definitiva para afirmar que allí no se saló pescado, sino que se encontraban ante una antigua fábrica de tinte púrpura la dio un conchero situado a unos 35 metros de los restos que se pueden observar a simple vista.
Este depósito de conchas tiene un tamaño muy por encima de la media de los aparecidos en España, lo que da idea de la importancia que en su día debió tener este enclave industrial, además también se ha localizado un segundo conchero también de grandes proporciones.
Cómo se descubrió que se trataba de una fábrica de púrpura
El grupo que ha estudiado este asentamiento ha estado dirigido por María Juana López Medina, y en él también han participado historiadores de la Universidad de Cádiz, como Lázaro Lagostena Barrios, incluso también investigadores de otras áreas como el biólogo marino del CSIC, Diego Moreno Lampreave. Este último hizo un muestreo del conchero y comprobó que los restos pertenecen a moluscos empleados para la producción del tinte púrpura. Los restos más abundantes, más del 90 por ciento, corresponden al búsano (Hexaplex trunculus), que es el produce la púrpura de más calidad, más brillante y más intensa. También han aparecido conchas del molusco conocido como cañaílla (Bolinus brandaris), con el que también se producía la púrpura, pero de menor calidad, que se solía mezclar con la obtenida con el búsano, para dar lugar a varias tonalidades de color.
Qué otros trabajos se desarrollaron en la factoría romana de Torregarcía
Según la estructura de los restos, este enclave no solamente estaba dedicado a producir el tinte, sino que también se manufacturaban productos con él, y de esa manera se garantizaban que la púrpura no se estropeara en el viaje en barco a lo largo del Mediterráneo.
“La estructura con un podium y un bordillo que rodea a la mayor parte de las piletas nos hacen pensar que estaban dedicadas no solamente a fabricar el púrpura, sino que también se pudieron emplear en el tintado de tejidos”, afirma esta investigadora de la Universidad de Almería.
Un complejo mucho mayor de lo que se observa a simple vista y que está por excavar
El complejo industrial en esta playa almeriense es mucho mayor de lo que se ve a simple vista, tal y como se ha comprobado mediante técnicas de estudio no invasivas, con las que se ha realizado una prospección del subsuelo, que han permitido documentar otras partes, todavía por excavar; y también hay que tener en cuenta la presencia de otro conchero en la rambla de las Amoladeras, apenas a unos 300 metros en dirección Este, aunque de un tamaño menor y que podría corresponder a otro punto de producción de púrpura.
Tras el estudio de este complejo y otros que se intuyen en esta zona del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, el equipo de María Juana López Medina plantea, y así lo plasmará en un libro que se publicará en próximas fechas, la existencia de una aldea, un vicus, como se diría en latín, que dependería administrativamente de la antigua ciudad de Urci, en funcionamiento durante la época imperial romana.
En una próxima fase, este equipo de investigación pretende realizar una excavación en el entorno, de la que se obtengan materiales más concretos, para interpretar mejor la zona y conocer con exactitud la cronología a la que corresponden los restos. “Con técnicas no invasivas estamos intentando hacer pequeños sondeos geológicos para estudiar cómo era la desembocadura de la rambla de las Amoladeras, para conocer si las estructuras que han aparecido en este lugar están relacionadas con un posible fondeadero en el estuario de la rambla”, afirma esta investigadora.
Esta revisita al yacimiento de Torregarcía ha servido para dar una nueva interpretación de estas ruinas romanas, pero sobre todo, para documentar el papel que tuvo la bahía de Almería en el conjunto del Imperio Romano.