Vuelven a nacer trillizos de gacela de Cuvier en la finca del CSIC en Almería después de quince años

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Quince años después del primer nacimiento de trillizos de gacela de Cuvier en la finca de La Hoya (Almería), se produce de nuevo este raro hecho. En 2008 ocurrió por primera vez a nivel mundial, pues esta especie de gacela pare, bien una sola cría por parto (alrededor del 55% de las veces), bien gemelos, tanto en cautividad como en la naturaleza.

Los trillizos de gacela Cuvier nacidos en la Finca de La Hoya.

La Finca Experimental La Hoya es una instalación singular que el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) tiene en Almería, y que depende de la Estación Experimental de Zonas Áridas (EEZA). Desde hace más de 50 años en la EEZA se gestionan poblaciones de tres especies de gacelas, la gacela de Cuvier, la dorcas y el antílope mohor, cuyo estado de conservación a nivel mundial está sometido a distintos grados de amenaza según la especie. El fin último de dicha gestión es conseguir efectivos poblacionales que aseguren su supervivencia a largo plazo y poder reintroducirlas de nuevo en sus zonas originales de distribución en el norte de África.

La primavera es la principal época de alumbramientos en La Hoya, al igual que en la naturaleza, y el primer parto de una hembra de gacela de Cuvier este año ocurrió el pasado 25 de abril. Desde entonces 16 hembras han dado a luz a 26 chotos, 3 de los cuales han formado parte de una misma camada. Este hecho sólo ha ocurrido anteriormente en la primavera de 2008, y también en La Hoya. Entonces fueron dos las madres que parieron trillizos.

En mamíferos, el tamaño de camada, es decir, el número de crías nacidas en cada parto, suele ser bastante constante en cada especie, y suele estar correlacionado, entre otras cosas, con el tamaño del individuo, el período de gestación, la esperanza de vida y el número de mamas. La gacela de Cuvier, pesa entre 25 y 40 kilogramos, según su sexo, pues los machos son más grandes que las hembras. El período de gestación es de unos cinco meses y medio y los individuos, tanto machos como hembras, viven un promedio de 9-11 años, aunque pueden llegar excepcionalmente y en cautividad hasta los 16.

Las hembras tienen dos mamas, y pueden tener hijos a lo largo de todo el año, aunque suelen concentrar los alumbramientos en primavera, estación en la que hay mayor disponibilidad de alimento en la naturaleza. En La Hoya, donde la reproducción de esta especie se mantiene con el mismo ritmo anual que si el animal estuviese en libertad, abril-mayo concentra la mayor parte de los nacimientos. El porcentaje de partos gemelares ronda el 40-45 por ciento, proporción que es muy similar a la encontrada en algunas poblaciones en libertad.

Cuando en abril y mayo de 2008 ocurrieron los dos primeros (y únicos) partos de trillizos en esta especie sorprendió sobremanera a la comunidad investigadora, pues no se tenía conocimiento de que esto fuera posible para la especie. Achacamos el hecho por un lado al azar y la suerte, y por otro a una excelente condición física de las hembras, a pesar de su intensa gestión en cautividad, pues producir tres hijos en un mismo parto supone un gasto extra para la madre, no sólo durante la gestación, sino también durante el período de amamantamiento, ya que ha de producir bastante más cantidad de leche para sacar adelante a toda su camada.

“¿Qué tiene la población de gacela de Cuvier de La Hoya para que, de nuevo, y aunque sea después de 15 años, vuelva a repetirse un nacimiento de trillizos? ¿Sigue siendo suerte o azar? Parece que no, y un primer análisis exploratorio de los padres y madres de las tres camadas de trillizos más bien apunta a la existencia de un gen muy raro que existe en la población en porcentajes muy bajos, que está asociado sólo a una de las líneas genealógicas maternas de la población cautiva, y que sólo se manifiesta cuando padre y madre lo poseen”, afirma Eulalia Moreno, investigadora responsable, y coordinadora, desde 2006, del Programa Europeo de Cría en Cautividad de la especie.

“Sospechamos que el plan de cruzamientos que se ha llevado en La Hoya, sobre todo desde 2005, incentivando la reproducción de determinadas hembras muy consanguíneas, ha aumentado la proporción de ese gen raro en la población y, por tanto, la probabilidad de que dos individuos, uno macho y otro hembra lo posean. En los próximos meses trabajaremos sobre esta hipótesis, que caso de confirmarse, ayudará a gestionar mejor la población cautiva, tanto la que tenemos en Almería como la existente en otros zoológicos de España y Europa”, concluye la investigadora de la EEZA.