El dengue es una enfermedad que gana terreno en América y Europa. El cambio climático ha favorecido la expansión de los mosquitos que la transmiten y esto ha provocado que, por ejemplo, el número de casos en 2024 Iberoamérica se haya triplicado con respecto a los registrados el año anterior. Contra esta enfermedad existe una vacuna, que podría frenar el número de infecciones. Especialistas de la argentina Universidad Nacional de Córdoba (UNC) explican las claves de la vacuna contra el dengue y por qué se piensa que puede ser la solución para controlar la enfermedad.
El director del Laboratorio de Arbovirus del Instituto de Virología de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNC, Adrián Díaz, despeja las principales dudas que se presentan en torno a la fórmula del laboratorio Takeda contra el dengue. Como no está en el calendario obligatorio, es indispensable la consulta médica.
–¿Cómo funciona la vacuna?
–Se genera con un virus vivo atenuado: un virus que no tiene la capacidad de enfermar severamente o de hacer mal a las personas. Antes que nada, hay que aclarar que existen cuatro tipos del virus del dengue: el DEN 1, 2, 3 y 4. Estos se llaman “serotipos”. Ahora bien, el diseño de la Qdenga contiene el genoma completo del serotipo 2, pero su proteína de envoltura fue reemplazada para que pueda incluir los 4 serotipos en partes iguales. ¿Por qué es importante la envoltura? Porque es la proteína que utiliza el virus para identificar la célula y poder infectarla. Genera anticuerpos neutralizantes, que frenan la replicación del virus. El desarrollo del laboratorio Takeda inmuniza contra el dengue y además genera anticuerpos neutralizantes contra los 4 serotipos.
–¿Es efectiva?
–Los estudios de fase dos y tres demostraron seguridad. Contra los serotipos 1 y 2, la eficiencia era superior al 80%. Mientras que contra los 3 y 4, rondaban entre el 40 y el 50%. En febrero, cuando se publicaron los resultados de los estudios a los cuatro años y medio de la fase tres, se vieron diferencias entre las personas que habían tenido dengue previamente. Es decir, en las que se habían infectado naturalmente. En ellos, la respuesta inmune generada por la vacuna los protegió para todos los serotipos. Mientras que en quienes no tenían registros de infecciones previas, que no se habían infectado antes, hubo diferencias. En este grupo, la mayor protección se daba contra los serotipos 1 y 2. No había datos contra DEN 4 y no evitaba hospitalizaciones a quienes se infectaban con el serotipo DEN 3.
–¿Por qué la diferencia?
–El virus del dengue tiene una proteína no estructural que juega un rol fundamental en la clínica del paciente. Es la NS1 cuyos antígenos se detectan en los test comerciales. Esta proteína incrementa la permeabilidad de los vasos sanguíneos, provocando deshidratación y hemorragia durante el dengue grave. Como la Qdenga contiene el genoma del serotipo 2, produce anticuerpos contra la NS1, pero sólo para ese serotipo. Esa podría ser la causa de la diferencia. Las personas que ya se infectaron previamente en forma natural desarrollan una respuesta inmune contra todas las proteínas del virus.
–¿Quiénes deberían recibirla?
–Las personas que vivan en zonas de circulación endémica (donde el virus está activo todo el año) y que hayan tenido dengue. Por ejemplo, en el norte del país. En el caso de Córdoba, podrían vacunarse también aquellas personas que se infectaron previamente. Si no se infectaron, recomendaría esperar más datos sobre el efecto protector de la vacuna a gran escala poblacional. O bien esperaría la vacuna que están desarrollando los Institutos de Salud de Estados Unidos y el Instituto Butantan de Brasil.
–¿Qué deben hacer los mayores de 60 años?
–Como esta vacuna no está incorporada en el calendario, todas las personas deben consultar con sus médicos de cabecera. En el caso de los mayores de 60 años, sería más cauteloso porque faltan estudios de eficacia y seguridad. Los datos concretos que hoy existen de esta vacuna son de fase tres y de una cohorte de personas de entre 4 a 16 años. En población de entre 16 a 60 años, el laboratorio hizo un estudio de extrapolación de esa información, sobre la base de distintos modelos. Son estimaciones. En breve se conocerán algunos datos de estudios de fase 3 en personas de entre 16 a 40 años. Ahí habrá información fáctica. Pero en mayores de 60, todavía falta información sobre seguridad. A medida que la persona envejece, disminuye su sistema inmune. Como esta es una vacuna a virus vivo, sería más cauteloso en esa población.
–¿En quiénes está contraindicada?
–En personas gestantes, en aquellas que están en período de lactancia, en cardíacos, diabéticos e inmunocomprometidos. Los individuos VIH positivos pueden vacunarse si tienen un recuento normal de CD4.
–¿Hay alguna opinión encontrada sobre su uso y su efectividad?
–Hace poco, el Ministerio de Salud de la Nación emitió un comunicado que fue polémico porque dio a entender que la gestión anterior no había hecho nada para prevenir la epidemia. Me parece bien que haya sido cauteloso al no indicar la vacuna, porque todavía faltan datos.
–¿Sirve la vacunación masiva como estrategia de bloqueo?
–La Organización Mundial de la Salud no la recomienda como estrategia porque no saben si bloquea la replicación viral.
–¿Cuánto deben esperar las personas que tuvieron dengue?
–Si se quieren vacunar, esperaría por lo menos seis meses. Lo importante es dejar en claro que la vacunación es una herramienta más de prevención, que no reemplaza las demás. A diferencia del Covid-19, esta enfermedad se transmite por un vector. Si no eliminamos los mosquitos con todas las medidas preventivas que ya conocemos, no se podrá contener la epidemia.
En qué consisten las vacunas a virus vivo atenuado
Las vacunas que contienen virus vivos atenuados no son nuevas. En la segunda mitad del siglo 18, Edwar Jenner descubrió que las personas que trabajaban con vacas se infectaban con la viruela del ganado bovino, pero no se enfermaban.
Estos primeros estudios descubrieron que había virus atenuados, que pertenecían a una especie viral que no estaba adaptada para las personas. Por tanto, no pueden enfermarlas o hacerles mal. No tienen “virulencia”.
“Por la propia evolución del virus, que va mutando, se pueden encontrar cepas atenuadas naturalmente. Se generan linajes o cepas que no generan virulencia o no enferman. Otra opción es atenuar la cepa viral mediante manipulación genética”, explica Díaz.
Esa misma tecnología es la que se usó en el desarrollo de la vacuna contra la fiebre amarilla.