La invención, denominada “Estructura tridimensional de cubierta vegetal sostenible”, ha sido desarrollada en colaboración con la empresa Buresinnova, especializada en arquitectura vegetal, y ya está siendo utilizada, por ejemplo, para cubrir de plantas fachadas o cubiertas de edificios y muros en jardines.
“Se trata de módulos herméticamente cerrados e independientes que tienen en la parte superior entradas de gotero y en la inferior las salidas de drenaje. Ésta se incorpora, a su vez, a la red general de riego con lo cual se recupera todo el agua sobrante”, explica el responsable del Departamento, Miguel Urrestarazu.
La ventaja es que, al tratarse de compartimentos estancos, no se pierde agua por la parte interior de la cubierta vegetal. De esta forma, se evitan vertidos al medio así como la propagación de plagas y enfermedades a través de las diferentes secciones de la pared. “Este concepto de aislamiento con el que trabajamos permite retirar una unidad sin que el resto del conjunto se vea afectado. Las unidades que hay en el mercado forman una corriente continua por lo que si hay un problema en la que está colocada arriba se pasa a la que está abajo”, añade el profesor Urrestarazu.
Cada módulo es un recipiente cerrado, elaborado con plástico reciclado y reciclable, con una medida estándar, 60 por 40 centímetros, cuya repetición formará el muro vegetal deseado.
Un sistema sostenible
El sistema, diseñado bajo criterios de sostenibilidad, emplea la energía fotovoltaica para su funcionamiento y desinfección del agua sobrante. La composición del sustrato incluye materiales ecológicos como la fibra de coco y otros igualmente reciclados.
Por otra parte, los elementos de fertirriego y drenaje se encuentra en la parte trasera del conjunto para evitar que sean manipulados, sustraídos u objeto de vandalismo en lugares públicos.
Desde un punto de vista ornamental, el sistema permite elegir plantas con necesidades hídricas diferentes de manera que puedan convivir, por ejemplo, ejemplares tan diversos como los helechos con plantas aromáticas como el tomillo o el romero. No obstante, el profesor Urrestarazu señala que, antes de su selección, “se hace un estudio previo de las necesidades de la planta y su adaptación a la climatología del lugar donde se va a instalar de manera que primen los valores ecológicos”.
La patente, que aprovecha la experiencia de la Universidad de Almería en técnicas de cultivo hidropónico hortofrutícola para aplicarla al campo de la arquitectura, se enmarca dentro de una tendencia conocida como naturación urbana. Su objetivo es transformar las ciudades en espacios sostenibles instalando techos verdes y jardines vegetales en fachadas e interiores de edificios.