Una nueva ‘Ventana a la Ciencia’ en Granada

José Becerra explica los resultados de sus investigaciones. Foto. Efrén Legaspi.

El Parque de las Ciencias de Granada ha abierto una nueva ventana desde la que podemos contemplar los trabajos en biotecnología que desarrolla la Universidad de Málaga. Es la segunda entrega de una iniciativa que saca los laboratorios a la calle.

Comencemos por una cadena de acontecimientos. En 1917 un ingeniero agrícola húngaro, Karl Ereky, utiliza por primera vez el término biotecnología. En 1962 Watson, Crick y Wilkins recibían, no sin polémica, el Premio Nobel de Medicina por su descubrimiento de la estructura de doble hélice del ADN. En 1978 la empresa estadounidense Genentech sintetiza por primera vez insulina humana a través de la modificación genética de la bacteria Escherichia coli. Dos años después la empresa dueña de la patente protagoniza la mayor subida bursátil de la historia en el mismo día en el que salía al parquet.

Ésta sería, en esquema, la cadena que va desde el laboratorio hasta el mercado, generando riqueza de por medio. Es la cadena que desde hace años pretende ensamblar la Consejería de Economía, Innovación, Ciencia y Empleo –que sigue encadenando nombres en el camino-.

Las ‘Ventanas a la Ciencia’, que el Parque de Granada abre periódicamente en colaboración con la Junta de Andalucía, pretenden acercar las cadenas de valor generadas desde las universidades andaluzas a la sociedad que las financia y que ha de beneficiarse de sus resultados. La idea es sencilla: sacar los laboratorios a la calle. Pero como en la calle llueve, el Parque de las Ciencias ofrece cobijo. Lo había hecho en las semanas anteriores con la Universidad de Granada y sus avances en investigación química, ahora les llega el turno de asomarse a los malagueños, después vendrán la Universidad de Jaén, la de Cádiz, Almería, Sevilla…

Esta segunda ventana acaba de abrirse orientada hacia lo que la Comisión Europea llama ‘economía de base biológica’ en su recién estrenado Horizonte 2020. Desde la Universidad de Málaga miran a este horizonte bio-económico desde una balconada con buenas vistas: el Master en Biotecnología Avanzada.

La ventana a la ciencia está abierta para todos los públicos. Foto: Efrén Legaspi.

Quienes visiten este mirador podrán ver equipos de secuenciación genética, cultivos en laboratorio de especies modelo, plásticos biodegradables, chalecos antibala inspirados en la estructura natural de la celulosa, superficies autolimpiantes, plantas ‘resurrección’ que vuelven a la vida, rosas azules… todo ello con un claro espíritu divulgador y al alcance de todos los públicos. Hay que darse prisa, porque dentro de un mes la ventana se cerrará para abrir otra en su lugar.

Por su parte, los investigadores no han dejado pasar la ocasión que ofrecía la apertura al público de la ventana para reivindicar un mayor soporte. Rosario Moreno, responsable del Servicio de Documentación y Divulgación de la UMA, y también biotecnóloga, lo expresaba así: “Esta es una actividad de costo muy bajo que ofrece beneficios sociales muy amplios, pero no debemos olvidar que detrás de esta ventana hay un gran consumo de personal, desde los miembros de los grupos hasta los monitores del Parque”. O sea, que la ciencia genera riqueza, pero también cuesta dinero. Nosotros añadimos que la ciencia española se encuentran entre los pocos colectivos que, manejando dinero público, no han sido puestos en la picota del despilfarro. Una ventana pequeña pero que ha de aportar mucho aire fresco.

En busca de la Rosa Azul

El valor y el precio de las cosas deja de lado en ocasiones la utilidad práctica para mirar a la belleza y al mundo de lo simbólico. Desde la ‘Ventana a la Ciencia’ que acaba de abrirse podemos ver la mítica Rosa Azul y entender cómo hemos podido cultivarla.

Durante siglos, los hombres soñaron con la belleza y las propiedades de una legendaria Rosa Azul, constituyéndose en una especie de ‘santo grial’ para jardineros; cual alquimistas, cruzaron especies sin conseguirlo y hubo quien decidió teñir directamente los pétalos para obtener un buen precio. Los poetas le han cantado en numerosas ocasiones a ésta mítica flor, desde Anacreonte en la Grecia del siglo VI a.c hasta el gaditano Javier Ruibal en el Cádiz del XXI, atribuyéndole propiedades curativas contra el peligroso mal de amores. En Granada, rica en literatura y leyendas como pocas, la rosa azul se cultiva de la mano de Antonio J. Afán de Ribera a finales del XIX. En ‘Los días del Albaicín’ relata la ‘Leyenda de las rosas azules’, en la que Hamet, noble árabe granadino se enamora de Isabel, hija de un noble cristiano. Hamet rapta a su amada durante el asalto del castillo de su padre, pero ella pierde la razón en el lance y comienza una búsqueda desde la locura de una rosa azul que le permitiría curarse de sus penas.

Este relato romántico termina con final feliz. Isabel encuentra su rosa azul. Sin embargo, hasta hace unos años, las rosas sólo podían variar entre tonalidades de rojo, blanco y amarillo. Fue en 2002 cuando el japonés Yoshikazu Tanaka pudo fabricar a través de la ingeniería genética de flavonoides, la primera rosa que sólo contenía en sus pétalos moléculas de delfinidina, el pigmento azul. Había hecho realidad un sueño de milenios.

Células madre para regenera cartílago

Al acto de inauguración de la ‘Ventana a la Ciencia’ acudía José Becerra Ratia. Había traído consigo algunos de los materiales del Laboratorio de Bioingeniería y Regeneración Tisular de la Universidad de Málaga, en el que trabaja como investigador.

El pasado 2012 el grupo de investigación del que forma parte, y que involucra a la Universidad de Málaga, el CIBER-BBN y el Servicio Andaluz de Saluz, veía aprobada la solicitud de protección internacional de la patente “Células mesenquimales y membrana compuesta para el tratamiento de lesiones osteocondrales”. La invención supone un nuevo medicamento dirigido al tratamiento de la osteoartritis. Es un producto eficaz para la regeneración de cartílago basado en células madre mesenquimales y un biomaterial novedoso en forma de membrana.

El producto permite la formación de cartílago de manera natural y, por tanto, consigue que el nuevo tejido quede integrado en el tejido nativo, favoreciendo una regeneración estable, duradera y funcional. Frente a la reparación de tejidos, la regeneración elimina la posible falta de integración entre el tejido reparado y el original, resta
urando completamente su estructura y función e incluyendo una adecuada integración con el tejido vecino.

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