El papel del personal sanitario fue fundamental durante la pandemia. Sin embargo, no todos lo vivieron de la misma manera. Un estudio de la Universidad de Chile remarca la presión «desproporcionada» que sufrieron las mujeres sanitarias y demuestra que en esos momentos tan difíciles la desigualdad incrementó el sufrimiento de las mujeres.
El estudio se titula La desigualdad en primera línea y ha sido publicado en la revista Cambridge Prisms: Global Mental Health, de la Universidad de Cambridge, por los profesores Jorge Ramírez y Rubén Alvarado, académicos de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile.
A qué se debió la mayor carga sufrida por las mujeres sanitarias en la pandemia
La investigación evidenció que las mujeres trabajadoras experimentaron mayor estrés y síntomas depresivos durante la pandemia de COVID-19, en comparación a sus homólogos masculinos. El estudio internacional analizó los datos de 32.410 profesionales en 22 países, y destaca el impacto de la desigualdad de género y la falta de recursos como factores clave en la salud mental del personal de salud.
La investigación identificó que los trabajadores de la salud corrieron un mayor riesgo de sufrir problemas de salud mental durante la pandemia de COVID-19, y datos anteriores sugieren que las mujeres pueden ser particularmente vulnerables. El estudio global de salud mental tuvo como objetivo examinar los factores asociados a las diferencias de género en la angustia psicológica y los síntomas depresivos entre trabajadores sanitarios durante la Pandemia.
Cuántos profesionales sanitarios han participado en este estudio sobre el estrés en pandemia
Entre marzo de 2020 y febrero de 2021, 32.410 trabajadores sanitarios participaron en el estudio COVID-19 HEalth carE wOrkErS (HEROES), en 22 países de América del Sur, Europa, Asia y África. De manera consistente en todos los países, las mujeres informaron problemas de salud mental elevados en comparación a los hombres.
Las mujeres también reportaron un aumento de los factores estresantes relacionados con el COVID-19, entre los que se incluyen un equipo de protección personal insuficiente y menos apoyo de sus colegas; mientras que los hombres dieron cuenta de un mayor contacto con pacientes con COVID-19. Asimismo, las tasas de mortalidad por COVID-19 más altas se asociaron a un aumento de la angustia psicológica únicamente entre las mujeres.
“El estudio muestra que las mujeres están desproporcionadamente expuestas a los factores estresores que se estudiaron y, al mismo tiempo, tienen peores resultados, probablemente fruto de estos mismos estresores y otros quizás desconocidos que no fueron estudiados. Desde una perspectiva de salud global, esto es tremendamente relevante porque una cosa que está muy extendida a nivel de todos los países es que, en general, las personas que trabajan en el sector salud son aproximadamente 2/3 de mujeres”, dice el profesor Jorge Ramírez, académico del Programa de Salud Global de la Escuela de Salud Pública de la U. de Chile y coautor de la investigación.
Los hallazgos presentados sugieren que, entre los trabajadores sanitarios, las mujeres pueden haber estado expuestas de manera desproporcionada a factores estresantes relevantes del COVID-19 a nivel internacional y nacional. Esto resalta la importancia de considerar el género en los esfuerzos de respuesta a emergencias para salvaguardar el bienestar de las mujeres y garantizar la preparación del sistema de salud durante futuras crisis de salud pública.
“Parece ser que las condiciones basales de sobrecarga laboral a las que están expuestas las mujeres trabajadoras de la salud no les permitirían tener un margen de acción frente a factores estresores. Esto se suma a los roles de cuidado que, en general, las mujeres en la mayoría de las sociedades tienen asignados de manera desproporcionada hacia ellas también en el hogar”, afirma el profesor Ramírez.
La población objetivo incluía trabajadores sanitarios con funciones tanto clínicas como no clínicas (p. ej., enfermeras, médicos, psicólogos, dentistas, gerentes, personal administrativo, personal de seguridad, personal de limpieza) que estaban empleados en un amplio espectro de instalaciones de atención médica (p. ej., hospitales, centros de atención primaria), centros de atención, centros de salud mental, residencias de ancianos, centros de rehabilitación, servicios médicos de urgencia) en entornos de atención médica públicos o privados. “Todo lo que afecte de una manera particular a este grupo, que es la gran mayoría de los trabajadores de la salud, afecta mucho al sistema en su conjunto y eso es muy relevante”, agrega el académico.
El estudio también encontró que las trabajadoras sanitarias no solo informaron niveles elevados de estrés y síntomas depresivos en comparación con sus colegas masculinos, sino que también enfrentaron condiciones de trabajo más adversas, incluida la falta de equipo de protección personal adecuado y un apoyo insuficiente de los colegas. Estos efectos se agravaron en entornos con mayor desigualdad de género, subrayando la necesidad crítica de integrar perspectivas de género en las políticas de respuesta a emergencias sanitarias para proteger y promover el bienestar mental del personal de salud en futuras crisis globales.
«Este nivel de carga laboral remunerada y no remunerada de las mujeres hace que haya que poner ahí el foco pensando en una próxima pandemia. Si esa estructura social se mantiene, es poco probable que haya algún cambio general”, dice el profesor Ramírez.