Tanto Manley como Zabaleta han hecho un espectáculo muy cercano, con constante participación del público, tanto en el escenario como en el patio de butacas, y siempre en un tono de humor respetuoso, cariñoso y muy ingenioso.
Las cargas, el juego de los trileros, los sombreros, las cuerdas, las varitas y otros habituales utensilios de los magos han ido desfilando por el escenario, al igual que niños y mayores, que han provocado las constantes carcajadas de un público entregado que ha ovacionado con generosidad a los artistas y también a sus improvisados colaboradores.
No ha faltado Sir Pichón, habitual colaborador de El Gran Manley, que primero ha escenificado el papel de niño voluntario que colaboraba en uno de los números de su amigo y compañero, más tarde se ha sometido con su habitual disposición a una prueba de Manley para demostrar si podía ser un buen mago y, finalmente, ha compartido con él un número de magia musical que ha culminado con una interminable ristra de papel que salía de su boca sin aparente fin.