Nuevos datos recabados por un equipo de investigación en el que participa la UNED permiten confirmar que el tsunami que siguió el terremoto de Lisboa de 1755 llegó también a las Islas Canarias, donde investigadores han identificado por primera vez evidencias geológicas de los materiales que arrastró la enorme ola.
El 1 de noviembre de 1755 la tierra tembló como muy pocas veces lo había hecho antes. El epicentro de este temblor se localizó en un punto del Atlántico, cercano a las costas portuguesas y originó el conocido como Gran Terremoto de Lisboa, que alcanzó una magnitud de entre 8,7 y 9 en la escala del momento. Esta catástrofe causó la muerte de 60.000 y 100.000 personas, y fue sentido en la práctica totalidad de la Península Ibérica, el Norte de África y otros puntos del Mediterráneo y el continente europeo.
Por si fuera poco, al terremoto le siguió un tsunami que se extendió por todo el Atlántico y del que ahora se han descubierto sus huellas en las islas Canarias. El hallazgo ha sido realizado por un equipo de investigación en el que ha participado el catedrático de la Facultad de Ciencias de la UNED, Javier Lario, en un equipo integrado también por científicos del Instituto Geológico y Minero de España, el Museo de Ciencias Naturales de Tenerife y la Universidad de La Laguna.
Qué se ha descubierto en Canarias relacionado con el tsunami provocado por el terremoto de Lisboa
Los investigadores han desarrollado un estudio exhaustivo de los depósitos de rocas en el Parque Nacional de Timanfaya, en Lanzarote, que le ha permitido identificar, por primera vez, evidencias geológicas que demuestran que la enorme ola alcanzó las costas de la isla arrastrando materiales y que se suman a las evidencias escritas del acontecimiento.
Publicado en la revista Earth Surface Processes and Landforms, el trabajo hace un análisis exhaustivo de dos depósitos de bloques de basalto que se encuentran en el litoral del Parque Nacional de Timanfaya, concretamente en dos zonas, la Laja del Cochino y la Punta del Volcán Nuevo. En la primera área, los bloques están depositados sobre las coladas volcánicas de la erupción de 1730-1736, mientras que en el segundo caso se encuentran bajo una colada datada en 1824.
El estudio de estos depósitos indica que su formación está relacionada con un evento de alta energía, por lo que los autores proponen que estos depósitos constituyen la primera evidencia sedimentaria del tsunami de 1755, más conocido como el tsunami de Lisboa, en Canarias.
El terremoto de Lisboa de 1755 es una de las mayores catástrofes de la Edad Moderna. “El tsunami que se produjo asociado al mismo dejó más de 10.000 fallecidos en las costas del sur peninsular y el norte de África. Si bien existe documentación histórica, aunque escasa, de la llegada de este tsunami a las costas de Canarias, no se habían encontrado evidencias del registro geológico y ambiental de este evento”.
Cuál es la principal novedad aportada en este estudio sobre el tsunami que siguió al terremoto de Lisboa
La principal novedad de este estudio es que identifica la altura de las olas que alcanzaron la costa y la distancia de la inundación que provocaron, estimando que las olas alcanzaron alturas superiores a 2,1-2,7 metros, acompañadas de velocidades de flujo superiores a 2,8 metros por segundo, suficientes para iniciar el movimiento de las rocas. Además, se estima que la distancia de inundación se extendió al menos hasta 188 metros desde la costa.
“Modelizando la altura y velocidad de flujo de las olas que alcanzaron la costa de Lanzarote podemos identificar si se han podido producir por un tsunami o por un gran temporal, dado que los depósitos de sedimentos generados son muy similares”, añade Lario. Este hallazgo es crucial para comprender mejor los efectos de este tipo de desastres naturales en las islas volcánicas del Atlántico, como Canarias, que no solo enfrentan amenazas de origen volcánico, sino también de fenómenos relacionados con terremotos y tsunamis.
La investigación también subraya la importancia de estudiar y monitorear eventos extremos en estas regiones, especialmente en el contexto actual de cambio climático y aumento del nivel del mar.
Qué nuevas vías de estudio abre esta investigación sobre las huellas geológicas de un tsunami
“La identificación de este tipo de depósitos asociados a eventos de oleaje extremo, permitirán identificarlos en otras zonas de las islas y ver su distribución espacial y temporal. Estos estudios resultan fundamentales para evaluar la frecuencia de estos eventos destructivos en las islas y planificar también medidas de prevención y protección”, explica el investigador.
Esta investigación sienta las bases para el estudio de evidencias que todavía están por descubrir de fenómenos catastróficos como el que arrasó Lisboa, que permiten completar el conocimiento de la dinámica terrestre y las amenazas a las que estamos expuestos.