Tres de cada cuatro escolares en España tiene una alimentación deficiente

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Seguir adecuadamente una dieta mediterránea es una de las tareas pendientes de los españoles en edad escolar. Sólo un 27,4% sigue las pautas correctas, mientras que el 59,8% podría mejorar su adherencia. Sólo el 39,2% de los escolares toma dos o más piezas de fruta al día. Además, un 12,8% tiene un nivel bajo de implementación, según un estudio en el que ha participado la Universidad Europea.

La dieta mediterránea, un estilo de vida que propone el consumo de alimentos locales, frescos y de temporada, es el patrón dietético saludable por excelencia en España. El estudio Adherencia a la dieta mediterránea y asociación con la condición nutricional y el comportamiento alimentario en escolares españoles de la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación (SEDCA), en el que participa la Universidad Europea  muestra, como explica la docente, Andrea Calderón, que los más pequeños “suelen mostrar preferencia por productos insanos, de baja calidad nutricional, alto valor energético y un mayor rechazo a una alimentación variada y saludable”. 

En la investigación en la que participa Calderón se analiza, además, la asociación de la calidad de la dieta con la condición nutricional, mediante el cuestionario KIDMED de adherencia a la dieta mediterránea y el cuestionario CEBQ para evaluar el comportamiento alimentario.

Los resultados de la investigación, que ha contado con una muestra de 526 escolares de entre 6 y 16 años, revelan una conexión directa entre una mayor adhesión a la dieta mediterránea y un menor riesgo de obesidad, especialmente en la zona abdominal. Como recuerda la experta de la Universidad Europea, la obesidad abdominal “es la más peligrosa a nivel metabólico y cardiovascular. Por ello, esta asociación es especialmente interesante en la prevención de enfermedades tempranas desde la infancia como hipertensión, que ya empieza a aparecer en niños”. 

Docente del Grado de Nutrición y del Grado de Enfermería Universidad Europea de Madrid.

“Priman los productos procesados de baja calidad”

Este estudio, como reflexiona la profesora de Nutrición de la Universidad Europea, muestra datos preocupantes acerca de la adherencia de los escolares a la dieta mediterránea, pues “priman los productos procesados de baja calidad, y escasean alimentos base de este modelo dietético, sobre todo de origen vegetal, como verduras, frutas y frutos secos”, explica. Como muestran los resultados del estudio transversal descriptivo, sólo el 39,2% de los escolares toma dos o más piezas de fruta al día y el 20,9% verduras más de una vez al día. Este consumo de frutas y verduras se aleja de la recomendación diaria de ingesta de estos alimentos, que debe ser de 5 raciones de frutas y verduras. 

Los escolares que experimentan un mayor placer alimentándose presentan una mayor adherencia a la dieta mediterránea, mientras que aquellos que manifiestan mayores dificultades para alimentarse de forma variada, presentan peor adherencia. “Conocer las conductas alimentarias es clave para la educación nutricional en los más pequeños. Algunos aspectos como la alimentación emocional pueden tener mucha repercusión en las elecciones alimentarias en la infancia. Por ejemplo, los escolares más pequeños tienden más al rechazo de alimentos y a perder el apetito cuando están tristes o enfadados; mientras que en la adolescencia suele optarse más por la sobrealimentación con procesados insanos que tengan a su alcance. También se ha comprobado que algunos niños tienen más dificultad para quedar saciados en las comidas y enseguida vuelven a demandar comer más; mientras que otros se sacian muy rápido dejando los alimentos más nutritivos en el plato. Por todas estas razones, es fundamental conocer la relación con la comida y los comportamientos alimentarios de cada escolar para que el consejo nutricional sea más efectivo y adaptado a cada escolar. De esta forma podemos contribuir de forma más proactiva a mejorar hábitos alimentarios, prevenir la obesidad, y también las deficiencias nutricionales en los niños más quisquillosos con la comida”, concluye la profesora Calderón.