Tras la huella de los últimos Rapanui

 

Los volcanes. 
La isla de Pascua se encuentra ubicada en la placa tectónica de Nazca. Está constituida por un conjunto de edificios volcánicos, la mayor parte de los cuales se encuentran sumergidos y extintos en una cordillera submarina que se extiende 2.500 km hacia el oeste de la isla. Se trata de un punto caliente mesoceánico que no está directamente ligado a la dorsal Pacífica del Este, sino que constituye una pluma de ascenso de magma proveniente del manto y que llegó a formar un conjunto volcánico intraplaca independiente. 
La parte emergida del conjunto volcánico (Isla de Pascua) tiene una morfología triangular motivada por la presencia en sus vértices de tres grandes volcanes: Terevaka, Rano Kau y Poike. La isla debió estar constituida inicialmente por tres islotes diferenciados que se unieron a medida que las lavas tapizaron el fondo marino. Las lavas del volcán más antiguo (Poike) se han datado en unos 700.000 años BP, mientras que las últimas intrusiones en forma de diques en el volcán Rano Kau arrojan edades de unos 200.000 años BP.
Las últimas lavas del volcán Terevaka, las cuales constituyen el campo de lava de Rohio sobre el cual hemos centrado la actual exploración de los tubos volcánicos, está muy desprovista de suelo y vegetación. Este hecho ya presume su moderna edad relativa. Sus lavas se han datado en 130.000 años BP, es decir, las cavidades volcánicas no tienen menos de esta edad. 
Todos estos datos, empezando por las edades de los montes submarinos más alejados datados en unos 3 Ma hasta los 0,7 Ma de las lavas más antiguas aflorantes de la isla, junto con la escasa batimetría del entorno y su lejanía a la dorsal, hacen pensar que realmente la isla de Pascua es una pluma ascendente del manto. Otras teorías más antiguas apuntan a que se trate de un rift incipiente o una gran fractura de propagación de la actual dorsal.

 

 

Las cavidades. 
Las cavidades en terrenos volcánicos son enormemente singulares. En este caso las galerías se han formado por el paso de la lava incandescente en su camino en pendiente hacia el mar. Cuando la lava solidifica, los conductos pueden quedar conservados y en ocasiones ser penetrables tras hundimientos de la bóveda o mediante accesos directos por los acantilados marinos. La convergencia de formas entre cavidades kársticas y los tubos volcánicos es casi total, incluso se dan en estos últimos falsas "estalagmitas y estalactitas" debidas al goteo de la lava desde los techos del tubo.
El campo de lava investigado -campo de Roiho- tiene una superficie aproximada de 6 km2. Se localiza en el sector oeste, justo al norte de Hanga Roa, la única población de la Isla de Pascua. El campo Roiho es la extensión de lava más reciente de la isla (0,13 Ma), por lo que también cabe pensar que sea el sector que conserve mejor los tubos de lava generados durante las erupciones. En este campo se han localizado 26 entradas a tubos volcánicos con un recorrido total de 6,6 km. de galerías subterráneas. Muchas de estas cavidades están todavía por explorar y serán motivo de futuras expediciones.
Ana es el vocablo rapanui que los isleños utilizan para nombrar a las cuevas. No hace mucho tiempo, estas cuevas fueron parte de su hábitat. Frecuentemente se encuentran muros en su interior a modo de habitáculos diferenciados. Muchas de sus entradas están tapiadas y perfectamente camufladas con el entorno. 
Durante los enfrentamientos entre tribus, las cuevas constituyeron, con seguridad, refugios que permitían ocultarse de los enemigos. Por este motivo resulta difícil la localización de cavidades en superficie, salvo que se trate de grandes hundimientos del terreno. En estos casos las entradas están claramente marcadas por la presencia de plataneros o eucaliptos en sus bocas. Los restos humanos en el interior de estas cavidades son bastante abundantes. Las cavidades más importantes localizadas en el sector Roiho son Ana Tepahu, Ana Eva, Ana Vai Heva y Ana Aharo. 
Actualmente se están estudiando los espeleotemas que se han encontrado en los tubos volcánicos explorados. Los primeros análisis muestran que se trata de espeleotemas de ópalo cuya génesis parece estar ligada de alguna manera a la actividad bacteriana.
En suma, todo un mundo de oscura lava, horadada hace más de cien mil años, que ahora empieza a ver la luz con el inicio de estas investigaciones espeleológicas.

 

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