‘El invisible príncipe del baúl’ es un texto de Álvaro Cubillo de Aragón cuya versión dirige Juan Dolores Caballero. La obra es una coproducción de los festivales de Almagro, Olite y Siglo de Oro de Almería y se estrenó en el Festival Internacional de Almagro el pasado verano.
El invisible príncipe de baúl habla de dos hermanos, uno de ellos príncipe, y el otro siervo, que se enfrentan por el amor de Matilde. Entre uno y otro, varios siervos dispuestos a devolver al segundo hermano, César, un trono que se le arrebató por el sólo hecho de nacer un minuto después. Y entre todos ellos, una pluma, capaz de convertir en invisible a aquel que la lleva puesta, o al menos en hacérselo creer. Todo, con buena dosis de comedia; sobre todo, por la gestualidad de sus actores y actrices. Se movían sobre un escenario sobrio y claro, de arena blanca y cortinas blancas; lo que potenciaba el color del vestuario de los personajes, especialmente, el del protagonista, el príncipe.
Las propuestas del Teatro del Velador tienen en común “la obsesión por lo motivos de lo feo y el desecho humano”, según explica su director, Juan Dolores Caballero. “Desafiando los cánones clásicos de equilibrio y armonía o quizás ignorándolos, al preferir el desequilibrio, el exceso y lo inacabado, tal vez como reflejo de una violencia callada e interior, tal vez como reacción silenciosa al dolor de una sociedad”, ahonda.
El montaje “se traslada a la Barraca de Feria que contiene el verdadero teatro de la emoción, al que intentamos llegar y al que intentamos proteger de la estabilización oficial y académica en la que vivimos y en la que creamos. Es cámara de la imaginación y de la memoria donde viven personajes humanos que han sido depositados allí, recluidos y alejados de lo normal o convencional, que no pertenecen a nuestra vida diaria pero que sin embargo están y viven a nuestro lado. Auténticos mandatarios de la sociedad en la que vivimos, y desde donde se cuenta la cegadora soberbia y corruptibilidad del poderoso, vistas desde la contemporaneidad e ingenuidad que el texto ofrece”, argumenta Juan Dolores Caballero.