El reconocido académico en gestión de las artes, políticas culturales y participación del público de la Facultad de Artes Creativas de Trinity College Dublin, Steven Hadley, es consultor, autor e investigador internacional en gestión de las artes y políticas culturales. Con un historial que incluye roles destacados en diversas universidades, como Galway, Sheffield, Bradford y Leeds, así como su papel como profesor visitante en la Universidad de Leuphana en Lüneburg (Alemania), Hadley ha dejado una huella significativa en el ámbito de la gestión cultural. En esta entrevista, realizada en la Universidad de Chile, ofrece su visión sobre el estado actual de la cultura.
– ¿Cuál es su visión sobre la política cultural?
En el Reino Unido hablamos de cultural policy y cultural politics, que son dos cosas distintas, pero en espacio hispano son las mismas palabras: política cultural. Y eso para mí realmente dice mucho sobre las diferentes formas de pensar, porque podemos hablar de política cultural (cultural policy) como si no hubiera política en el mundo, como si fuera simplemente algo que estudiamos, cuando yo creo que siempre es político o debería serlo. La forma en que entiendo el rol de la cultura es que siempre debería ser hacer de la sociedad un mejor lugar, siempre debería ser político. Y eso lo habíamos perdido en el Reino Unido, todo el mundo ha perdido de vista cuál debería ser la verdadera visión.
– ¿De qué forma pensamos las artes en la sociedad actual?
Hay un libro bastante famoso en un campo pequeño, de Marc Fisher, llamado “Realismo Capitalista”. Él habla de cómo el capitalismo no es solo una especie de proyecto económico, también controla el lenguaje y controla lo que puedes y no puedes pensar sobre el mundo. Pasa lo mismo en la política cultural, hemos estado teniendo las mismas conversaciones una y otra vez. No avanzamos. Y parte de eso es lo que yo llamo realismo de política cultural. Lo que digo es que solo nos permitimos pensar de cierta manera en el sector cultural, ya sea porque tenemos que tener cierto tipo de edificios, como teatros, o las funciones tienen que comenzar a las 7:30 pm o, ya sabes, tienes que aplaudir en este momento y todo eso.
Creo que todas las formas en que pensamos sobre las artes todavía provienen en gran medida de la década de 1940 y después de la Segunda Guerra Mundial. En el Reino Unido, fue cuando se creó el Arts Council en 1946. Y ese modelo todavía te dice cómo se te permite pensar sobre lo que sucede en las artes. Es por eso que cuando vas a cualquier parte del mundo el sector de las artes se ve bastante similar. Porque tienen las mismas formas de arte y los mismos edificios.
Por eso, creo que para avanzar debemos empezar a pensar de manera diferente sobre cómo entendemos el papel de la cultura. Y esa fue, en parte, la razón por la que en este evento intentamos compartir ideas. Y, por supuesto, nos dimos cuenta muy rápidamente de que todo el mundo decía: «Creo en la democracia cultural y el capitalismo neoliberal está acabando con esto”. Eso fue casi en todas las presentaciones. En realidad, eso es muy valioso porque tuvimos 22 países diferentes representados en la conferencia y todo el mundo dice lo mismo: “Es como si estuviéramos muriendo aquí”. Entonces, eso para mí fue algo así como, bueno, sí este es el realismo de la política cultural tenemos que encontrar nuevas formas.
– ¿Cuál es la cuestión urgente de resolver en este momento?
Creo que todavía estamos en la situación que se creó para nosotros en los años 1940 y 1950. Si miras hacia atrás, ya sea que estemos en 2023 o en 1946, seguimos con las altas ideas europeas sobre el valor y el papel de la cultura. Y creo que aquí es donde se vuelve interesante porque la cultura, la etimología, el origen de la palabra, proviene de las plantas. Es por cultivar, cultivas una planta y la ayudas a crecer a partir de una pequeña semilla. Y esa era la idea para las artes, que tú eres una pequeña semilla y yo te cultivo, entonces ves los resultados y creces, y te conviertes en un miembro civilizado de la sociedad y eres racional.
Pero esa idea del arte utilizado para cultivar a la gente, es muy problemática. Porque la forma en que los cultivas es una forma colonial, blanca y elitista europea de pensar sobre cómo cultivar a las personas. Estaba integrada en el proyecto colonial de que “tenemos que corregir la cultura. Cada cultura indígena es básica, nativa y equivocada, por eso debemos reemplazarlo para que podamos cultivar a estas personas”.
Entonces, esa historia, que comenzó hace cientos de años, condujo a ese momento en el que se crea el Arts Council porque su modelo es que consigamos que más personas vayan a ver arte, pues así se volverán más civilizados y más cultivados y mejores personas… y esa historia aún continúa. Todavía está sucediendo ahora de muchas maneras y creo que ese es el gran desafío: cómo reimaginar esa historia para que volvamos a comprender el valor de la cultura para todos, no solo lo que un pequeño número de personas ve como el valor de la cultura. Porque si miras a cualquier parte del mundo, en toda la historia de la raza humana, siempre hay cultura. Y no creo que necesitemos tener este modelo que afirma que una forma de cultura es mejor que la otra, solo porque una es europea y la otra no.
Entonces, debemos redescubrir la comprensión perdida del valor de la cultura en la sociedad. Y eso no implica lograr que más audiencias vayan a las artes, es simplemente deshacerse de ese modelo. En realidad, se trata de permitir que las personas se involucren de manera más significativa con la cultura, sea cual sea, de una manera que cree más empatía, más comprensión, construya una comunidad, que una a las personas, y dejen de pensar que son individuos que tienen que tener todo lo que necesitan y que deben comprarlo porque esa es la única manera de ser feliz.