Sólo uno de cada cuatro menores que sufre abusos sexuales los hace públicos

El estudio de la Universidad de Málaga ‘Prevalencia del abuso sexual infantil en España: un estudio con muestra representativa’ recoge las experiencias vividas en la infancia por más de 1.000 españoles adultos. Dicho estudio evidencia el silencio en torno a este tipo de agresión y alerta de una mayor tasa de incidencia entre las mujeres. Ha sido publicado en la revista científica ‘Journal of Interpersonal Violence’.

Tres investigadoras de la Universidad de Málaga han publicado un estudio que pone de manifiesto las experiencias de abuso sexual vividas en la infancia por más de un millar de españoles adultos – de acuerdo a una muestra representativa de la población española en cuanto a edad, sexo y zona geográfica-, evidenciando el silencio que rodea a este tipo de agresión, ya que tan solo el 27,5 por ciento de los encuestados que señalan haber sufrido abuso, confirman haberlo hecho público cuando eran menores.

‘Prevalencia del abuso sexual infantil en España: un estudio con muestra representativa’, desarrollado en el marco del proyecto de I+D+i  ‘Evaluación y prevención del abuso sexual Infantil en la población española’ y financiado por fondos FEDER, acaba de ser publicado en la revista científica ‘Journal of Interpersonal Violence’.

A partir de este trabajo se han identificado 10 tipos de experiencias de abuso sexual durante la infancia, tanto de contacto como sin contacto físico con el perpetrador:

1) haber sufrido un rozamiento intencionado con los genitales de otra persona.

2) haber sido manoseado/a.

3) haber sufrido tocamientos en las partes íntimas.

4) que otra persona haya solicitado que le toque sus partes íntimas.

5) haber sido besado/a.

6) que otra persona les haya enseñado sus partes íntimas intencionalmente.

7) haber sido solicitado que le enseñe las propias partes íntimas.

8) haber sido forzado/a a mantener un acto sexual con penetración.

9) haber sido solicitado material sexual en fotos o videos o bien haber sido fotografiado/a o grabado/a directamente.

10) que alguien le haya enseñado material pornográfico.

Marta Ferragut, Margarita Ortiz-Tallo y María José Blanca, investigadoras de la Universidad de Málaga autoras del estudio.

Todas estas experiencias tenían que darse durante la infancia -menor de 18 años-, de forma inapropiada, es decir, sin que formara parte de un juego con otros menores en igualdad de condiciones, y tenían que haber sido con alguien mayor o superior en fuerza, desarrollo, posición o autoridad, para ser tenidas en cuenta en el estudio.

“Resultados alarmantes”

“Después de muchos años sin datos representativos publicados en nuestro país, gracias a este estudio hemos podido conocer la prevalencia de estas experiencias, con resultados alarmantes”, señala su autora principal, la investigadora del departamento de Psicobiología y Metodología de las Ciencias del Comportamiento Marta Ferragut, que ha elaborado este proyecto junto a las profesoras de la UMA María José Blanca y Margarita Ortiz-Tallo.

Así, el 41,5 por ciento de los hombres y mujeres encuestados afirma haber experimentado al menos uno de los diez tipos de abuso evaluados. Según Ferragut, esto implica que dos de cada cinco personas adultas españolas han sufrido alguna forma de abuso sexual mientras eran menores, superando la estimación del Consejo Europeo de uno de cada cinco.

Además, un 2,8 por ciento de estos señala haber sufrido una experiencia de abuso con penetración, lo que supone uno de cada 35 menores.

Por lo general, los abusos ocurren en educación primaria, a partir de los 6 años. Las expertas alertan de que los resultados constatan, no obstante, una mayor tasa de abuso entre las mujeres en ocho de las diez experiencias consideradas, destacando que no hay grandes diferencias entre niños y niñas cuando el tipo de abuso ha sido mantener un acto con penetración y siendo la prevalencia mayor en varones si la experiencia ha sido que alguien le haya enseñado material pornográfico.

Diferencias generacionales

Igualmente, con este trabajo se refleja diferencias entre generaciones, siendo los adultos más jóvenes, los conocidos como la ‘Generación Z’, los más propensos a informar sobre sus experiencias relacionadas con el abuso sexual. En concreto, tres de las identificadas, dos de ellas relacionados con la tecnología.

“La tecnología hace más fácil perpetrar un abuso, puesto que permite no estar cerca de la víctima por lo que potencialmente se amplía el rango en el que un perpetrador puede actuar. A la vez, al no estar en contacto y no “tocar ni ser tocado” es más difícil de detectar o de que se pueda identificar como un abuso por parte de las víctimas”, explica la experta.

Sin embargo, la investigadora también alude a su uso con efectos positivos, por ejemplo, para ofrecer información y herramientas de detección y prevención, aunque, de acuerdo a este estudio, en este momento, “la tecnología es más un riesgo que una ayuda”.

Las profesoras de la Facultad de Psicología de la Universidad de Málaga Marta Ferragut, María José Blanca y Margarita Ortiz-Tallo continuarán avanzando con esta línea de investigación, cuyos hallazgos, tal y como aseguran, podrían ayudar a establecer políticas sociales y desarrollar programas de prevención eficaces.

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