La concepción que se tiene de las plantas es como unos seres vivos que nacen, crecen, se reproducen y mueren. Sin embargo, las plantas cuentan con su propio mundo interior, incluso también con su comportamiento, incluso, como acaba de descubrir un equipo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), con un sistema de comunicación propio.
Una tesis realizada en la Misión Biológica de Galicia, centro del CSIC, ha indagado en la comunicación entre plantas al determinar cómo diferentes factores bióticos, tales como el parentesco genético, y abióticos, tales como el incremento de nutrientes en el suelo, afectan a los mensajes mediados por compuestos orgánicos volátiles (COVs).
La investigación, realizada por Lucía Martín Cacheda bajo la dirección de Xoaquín Moreira Tomé (MBG, Pontevedra) y Luis Abdala Roberts (Universidad Autónoma de Yucatán, México), tomó como objeto de estudio la patata (Solanum tuberosum) y el algodón silvestre (Gossypium hirsutum) y como atacantes larvas de gusano soldado y de polilla Alabama argillacea, plagas importantes en estas plantas, así como los patógenos Phytophthroa infestans y Fusarium solani, agentes de infección importantes en el cultivo de patata.
¿Hay comunicación entre las plantas?
La investigación ha revelado que las plantas se comunican, y lo hacen mediante un incremento de la resistencia inducida por la recepción de COVs en plantas receptores, entre plantas de patata en respuesta al daño por larvas de polilla S. exigua y entre plantas de algodón silvestre en respuesta al daño por larvas de polilla A. argillacea.
“Esta comunicación se mantiene robusta y constante, a pesar de la influencia de diferentes factores bióticos y abióticos que pueden afectar o no a la emisión de los COVs. Por otra parte, aunque diferentes variedades de patata emiten diferentes mezclas de COVs, la señalización entre diferentes variedades en respuesta al daño por larvas de S. exigua no se ve afectada por el parentesco genético. En cuanto al algodón silvestre, vimos que la variación en la cantidad de daño producido por larvas de A. argillacea altera las emisiones de COVs pero que esto no se traduce en un efecto sobre la señalización. Por otro lado, encontramos que el incremento de nutrientes en el suelo no afecta a las emisiones ni a la señalización entre plantas de patata en respuesta al daño por S. exigua”, explica la autora.
Sin embargo, las plantas de ambas especies infectadas por los patógenos Phytophthora infestans y Fusarium solani no variaron sus emisiones de COVS en comparación con las no dañadas, lo que podría traducirse en una supresión de las defensas de las plantas emisoras provocada por dichos patógenos.
Qué se pretendía desvelar con esta investigación sobre la comunicación entre plantas
En primer lugar, la tesis pretendía comprobar si la comunicación entre plantas de patata se veía afectada por el parentesco genético entre ellas. Estudios previos habían indicado que las plantas genéticamente relacionadas se comunicaban mejor.
En segundo lugar, se buscaba comprobar si la comunicación entre plantas de algodón silvestre era dependiente de la cantidad del daño y de la distribución de este daño dentro de la planta. Estudios previos indicaban que la emisión de COVs podía incrementarse con una mayor cantidad de daño y esto podría traducirse en un efecto en la resistencia de las plantas vecinas.
En tercer lugar, se abordaba si la comunicación entre plantas de patata depende del incremento de nutrientes en el suelo. Estudios previos habían demostrado que diferentes factores abióticos podían alterar la emisión de COVs, y también la señalización entre plantas, concretamente trabajos previos se habían centrado en determinar el efecto de la sequía.
Por último, se quiso comprobar si la comunicación entre platas de patata era específica del atacante, usando en este caso como agentes de ataque los patógenos Phythopthora infestans y Fusarium solani, ya que en un trabajo previo con otra especie se encontró que la señalización por COVs sólo se producía cuando las plantas eran atacadas por la misma especie de áfido y esta posibilidad no se había estudiado con patógenos.