La situación actual de los derechos humanos en Rusia fue el tema del que habló el activista ruso Aleksei Sokolov, el pasado viernes en la Asociación de Periodistas Asociación de la Prensa de Almería (AP-APAL). Sokolov, que también es periodista, ha sufrido en sus propias carnes el azote del poder en Rusia y destacó que la Federación Rusa necesita un par de generaciones para que cambie su estilo de vida con la presencia de las libertades plenas y el respeto a los derechos humanos.
Amnistía Internacional (AI) en Almería organizó la conferencia del periodista ruso con la colaboración de la Asociación de la Prensa (AP-APAL) y del Colegio de Periodistas de Andalucía en Almería. El Aula de Comunicación de la AP-APAL reunió a unas cincuenta personas, algunas de ellas inmigrantes rusos, que siguieron con atención e interés la exposición de Aleksei Sokolov quien comenzó su intervención agradeciendo a AI su apoyo durante los dos años que permaneció encarcelado -llegó a recibir cientos de cartas semanales de voluntarios de la oenegé-, sufriendo todo tipo de vejaciones y maltratos. Después, tras su liberación, fue objeto hasta de chantaje para que no denunciara las miserias y atrocidades del sistema carcelario ruso.
El activista subrayó que la ausencia de los derechos humanos en Rusia se debe, en gran media, a la falta de leyes que contemplen su respeto y consideración. Después analizó la situación en las prisiones: “Los presos no tienen la posibilidad de quejarse y son torturados y sufren maltratos”. A través de su caso en concreto y otros, Sokolov describió el panorama de las cárceles desde el punto de vista de los presos y de su experiencia: “Es difícil deshacerse del sistema carcelario si has hecho algo malo para la administración. A mi, cuando salí me dijeron que cuidado con lo que dijera, ya que siempre iba a ser vigilado y conocerían mis movimientos y lo que hiciera o en donde trabajara”.
Aleksei Sokolov enumeró sus objetivos como miembro de la Comisión de Control de las Instalaciones de Detenciones de la que forma parte: “Defender los derechos humanos, controlar la situación en las cárceles” y apoyar a los que sufren torturas denunciando su situación y buscando apoyos exteriores, porque “el Gobierno no acepta nuestra actividad, ya que decimos la verdad”. Sobre la situación en Rusia reflejó que “la gente no quiere la revolución, desea que se cambie la vida ciudadana por las leyes” y que los responsables de gobernar se vean obligados a atender las demandas de las gentes y plasmarlas legislativamente. Se refirió a los cambios en materias como la difusión política, los mítines o la difamación, que están suponiendo retrocesos, ya que “limitan las actividades de los ciudadanos”, por lo que cada vez son mayores las manifestaciones de protesta. Criticó el hecho de que quienes reciben apoyo económico del extranjero para actividades de índole humanitaria o de difusión de las libertades eran considerados “agentes extranjeros”.
Volviendo a las cárceles, Sokolov mencionó que nuevas iniciativas legislativas intentan limitar más los derechos de los presos para que no puedan quejarse a la administración, incluso “quieren prohibir la huelga de hambre, una de las pocas armas de protesta de los presidiarios”. “Los defensores de los derechos humanos –dijo- estamos tratando de convencer a los legisladores para que no lleven a efecto esta reforma y para lo que es necesario el apoyo internacional”. En cuanto a las mejoras para los reclusos destacó que el tema de la comida y de la ropa ha cambiado para bien y que el sistema penitenciario permite conversaciones telefónicas y video conexiones. A través de éstas últimas muchos presos están denunciando penosas situaciones que padecen, como las imágenes de bestiales palizas que últimamente ofrecen los medios de comunicación o las redes sociales. Al respecto, Sokolov incidió que “mientras el sistema no castigue a quienes cometen estas atrocidades es imposible que cambien las cosas”.
Finalmente habló de internet, donde un simple comentario en contra de los rectores rusos, es suficiente para que ese portal engrose la lista sitios prohibidos en la red, que se actualiza permanentemente.