La intervención temprana ante síntomas depresivos es un factor clave en la prevención de la conducta suicida. Esta es la principal conclusión de un estudio realizado por el Área de Psiquiatría de la Universidad de Oviedo (UOV).
El trabajo, en el que han participado nueve hospitales de toda España, revela también una fuerte relación entre la autopercepción de la salud general y la ideación suicida.
Los investigadores resaltan la necesidad de poner en marcha abordajes integrales y tempranos tanto en salud mental como física, para frenar las tentativas de suicidio. Los resultados del trabajo han sido publicados en la revista Journal of Affective Disorders, de máximo impacto en su área del conocimiento.
Las principales conclusiones del estudio forman parte del proyecto El estudio de prevención e intervención del suicidio (SURVIVE), que lideran investigadores del Área de Psiquiatría de la universidad asturiana. El trabajo se ha desarrollado en nueve hospitales universitarios españoles, con datos de más de un millar de personas mayores de 18 años que habían intentado suicidarse recientemente.
Los resultados no solo subrayan la importancia de la intervención temprana, sino que también destacan las áreas críticas que necesitan atención urgente en las políticas de salud mental y prevención de suicidio.
Teresa Bobes, investigadora del Área de Psiquiatría de la Universidad de Oviedo, destaca que uno de los hallazgos más significativos del estudio es la identificación del estado de ánimo deprimido como el síntoma central en la red de síntomas relacionados con el suicidio, seguido por la ansiedad, incluyendo el nerviosismo y la preocupación continua.
“Encontramos además una fuerte conexión entre la percepción de la salud general y la ideación suicida, lo que resalta la necesidad de intervenciones que aborden tanto la salud mental como la física”, subraya esta investigadora. Este trabajo también revela el alto riesgo de suicidio inmediatamente después del alta hospitalaria, ya que un porcentaje significativo de los suicidios ocurre durante este periodo crítico.
“Esta circunstancia destaca la importancia de una red de apoyo robusta y una planificación cuidadosa del tratamiento postalta para aquellos que han intentado suicidarse”, comenta Bobes.
Las implicaciones prácticas de estos descubrimientos son profundas. El estudio sugiere, por citar algún ejemplo, que mejorar la atención y el seguimiento de los pacientes después de un intento de suicidio podría reducir significativamente la incidencia de suicidios posteriores. Además, identificar y tratar el estado de ánimo deprimido y los problemas de salud general en las fases tempranas puede prevenir la escalada de la ideación suicida.
Este trabajo hace hincapié también en la importancia de invertir en investigación porque los enfoques basados en evidencia científica pueden orientar mejor las políticas públicas y las estrategias de salud mental. “El apoyo financiero continuo para investigaciones como esta es crucial, no solo para entender mejor los factores subyacentes que contribuyen al suicidio, sino también para desarrollar intervenciones más efectivas que puedan salvar vidas”, apunta Luis Jiménez Treviño, investigador principal del proyecto y profesor también del Área de Psiquiatría de la Universidad de Oviedo.
Los investigadores recomiendan también desarrollar intervenciones personalizadas basadas en la edad y el género, ya que encontraron variaciones significativas en la red de síntomas entre diferentes grupos. “Encontramos que, en poblaciones mayores, la conexión entre la salud general y el estado de ánimo deprimido sugiere que mejorar la salud física podría tener beneficios directos sobre la salud mental”, comenta Jiménez Treviño.
El estudio SURVIVE destaca además que, aunque las mujeres presentan una mayor prevalencia en los intentos de suicidio, las necesidades y manifestaciones del riesgo suicida pueden diferir significativamente de los hombres.
“Este aspecto subraya la importancia de desarrollar estrategias de prevención que consideren específicamente las características y circunstancias que enfrentan las mujeres, como factores hormonales, sociales y psicológicos, que pueden influir en su salud mental y comportamientos suicidas. Para los hombres, que mostraron una mayor conexión entre sentirse nerviosos e inquietos, estrategias específicas que aborden la agitación y la ansiedad podrían ser particularmente beneficiosas”, añade este investigador.
En resumen, los resultados del proyecto SURVIVE subrayan la necesidad de una estrategia integrada y multifacética para la prevención del suicidio en España. “Al poner en práctica los conocimientos adquiridos a través de este estudio, podemos esperar no solo reducir la tasa de suicidios, sino también mejorar la calidad de vida de muchos individuos que luchan contra la depresión y la ansiedad en silencio”, comentan los autores del trabajo.
“Este estudio no solo refleja un avance significativo en la comprensión del suicidio, sino que también sirve como una llamada a la acción para que los responsables políticos, profesionales de la salud y la comunidad en general, reconozcan la importancia de la salud mental y su impacto en la sociedad”, concluyen.