Alrededor de cuarenta alumnos miraban atentamente, sin perder detalle, la improvisada coreografía con la que el bailarín y coreógrafo Rafael Amargo y la profesora de danza Laura Llauder abrían el curso sobre “Deporte, Arte y Semiótica corporal”, que arracó ayer tarde en la Universidad de Almería (UAL). Amargo impartirá sus enseñanzas hasta el próximo sábado en un seminario que ya ha dado antes en ciudades como Nueva York o Tokio y que ha ofrecido también en la Universidad de Salamanca y en Madrid.
Minutos antes, en una concurrida rueda de prensa, Amargo, que estaba acompañado por el rector de la UAL, Pedro Molina, los directores del curso, los profesores Joaquín García Marcos y Antonio Alías, y la bailarina Laura Llauder, ha hablado de su trayectoria profesional, de un recorrido vital muy intenso y de su amor por el baile. “Bailar nos libera de todo. A veces no somos lo que queremos ser, somos los miedos que somos. Vivimos en una pequeña ciudad, tenemos la familia que tenemos, y vivimos encerrados en nosotros mismos. El baile, la expresión corporal, libera de todo eso”, afirmaba el coreógrafo granadino, que ha tenido palabras de agradecimiento para la Universidad de Almería, a la que ha calificado de “universidad humana y cercana, nada frívola ni distante”.
Respecto al curso que desde hoy imparte en la UAL, Amargo decía que, en este tipo de seminarios, “todo puede pasar”. “El curso me lo va a dar el alumnado a mí. Es como con la cuarta pared del teatro, nunca sabes lo que va a pasar. Es un trabajo de investigación, pero vamos a ver qué ocurre”.
Rafael Amargo (Granada, 1975) comenzó su carrera en 1997, cuando creó la compañía que lleva su nombre con el estreno de ‘La Garra y el Ángel’ con Eva Yerbabuena como artista invitada. Dos años más tarde, con el estreno de ‘Amargo’ en el Teatro Bellas Artes de Madrid, consiguió el reconocimiento de la crítica y el público. En 2002 estrenó ‘Poeta en Nueva York’, inspirado en el libro de poemas de Federico García Lorca en el teatro Lope de Vega de Madrid. La producción incorporó por primera vez los audiovisuales y otros estilos coreográficos como el contemporáneo y el folk, y contó con la colaboración de Marisa Paredes, Cayetana Guillén Cuervo y Joan Crosas recitando a Lorca.
En 2003 recibió el encargo de la Quincena Musical de San Sebastián de dirigir y coreografiar ‘El Amor Brujo’ de Manuel de Falla, la versión menos representada de la obra, que se estrenó en las Cuevas de Zugarramurdi.