El estuario formado por los ríos Tinto y Odiel, también conocido como la ría de Huelva, es uno de los más contaminados del mundo. Estudios de la Universidad de Huelva (UHU) han permitido determinar que este estuario contribuye de manera significativa al aporte global de contaminantes a los océanos. Sin embargo, una última investigación sobre el comportamiento que tendrá la ría de Huelva ante el escenario futuro de subida del nivel del mar resulta todavía más preocupante.
La ría de Huelva alberga metales en sus sedimentos arrastrados por los ríos desde las cuencas mineras, además de aportes procedentes de la actividad industrial realizada desde la década de los 60 del siglo pasado, hasta la aplicación del Plan Corrector de Vertidos de Huelva, de los años 90, que han elevado los niveles de contaminación muy por encima de los valores recomendados para el medio ambiente y la salud.
Qué ocurrirá en la ría de Huelva con la subida del nivel del mar
Un equipo del Centro de Investigación en Recursos Naturales, Salud y Medio Ambiente (RENSMA) de la UHU, en colaboración con científicos de la Universidad de Bayreuth (Alemania), ha calculado que la subida del nivel del mar provocará que el volumen de metales que aporta la ría de Huelva al océano será todavía mayor.
Concretamente, los investigadores de la UHU han descrito que la entrada de más agua salada en el estuario inundará zonas de marismas donde hay depositados restos de metales, y como consecuencia de esta anegación, se movilizarán los residuos depositados en los sedimentos del estuario, lo que facilitará su llegada al Atlántico por el propio efecto de las mareas.
Las marismas del Tinto y del Odiel y, en su conjunto, todo el estuario se ven afectados por la «contaminación crónica de metales que arrastran los dos ríos», explica María Dolores Basallote, autora principal de esta nueva proyección de futuro sobre el comportamiento y la aportación de contaminantes de la ría en el escenario futuro de subida del nivel del mar.
Qué contaminantes transportan a la ría el Tinto y el Odiel
Los ríos transportan al estuario cantidades elevadas de hierro y aluminio. Y también elementos potencialmente tóxicos si se presentan en cantidades elevadas como cobre, zinc, arsénico y cadmio. Debido a este aporte crónico de contaminantes, los sedimentos de la ría de Huelva presentan «elevadísimas» concentraciones de metales y metaloides (hasta 130 g/kg de hierro, 1,5 g/kg de cobre y 3 g/kg de arsénico), que exceden ampliamente los valores para sedimentos naturales considerados no peligrosos según la caracterización del material de dragado del Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas, explica esta investigadora.
El estado de las aguas de los propios ríos supone una cuestión aparte. Las concentración de cadmio, uno de los metales más preocupantes desde el punto de vista medioambiental, se sitúa entre 100 y 200 microgramos por litro, cuando el nivel máximo recomendado es de 0,2. La presencia de arsénico, considerado cancerígeno, también es alarmante ya que el máximo permitido es de 25 microgramos por litro y en estos ríos, la concentración alcanza los 800. «Estas cifras dan una idea de los niveles de contaminación de estas aguas», afirma la investigadora.
A esta concentración de contaminantes se le añaden unas aguas con unas características poco compatibles con la vida, aguas calificadas como «extremadamente ácidas», con un pH de entre 2 y 3, cuando un agua de buena calidad suele tener unos valores de entre 6 y 9.
La acidez extrema de las aguas del Tinto y del Odiel hace que las partículas contaminantes se disuelvan en el agua. Sin embargo, al llegar al estuario y mezclarse con la del mar, salada y con un pH aproximado de 8, se desencadena un proceso de neutralización que cambia las condiciones de solubilidad de estos elementos, principalmente metales, que pasan de estar disueltos a precipitar, de forma particulada, y se depositan en el fondo de la ría, es decir, en los sedimentos. Aunque este proceso no se da con todos los elementos metálicos de las aguas; por ejemplo, el cadmio no acaba de precipitar, cruza todo el estuario disuelto y llega así al Golfo de Cádiz.
Qué papel juegan los sedimentos en relación a la contaminación por metales
El papel que juegan los sedimentos del estuario es doble y antagónco. Por un lado, actúan como «sumideros de metales», que atrapan las partículas contaminantes y evitan que se muevan libremente por el medio. Pero, con el paso del tiempo y las mareas, estos sedimentos actúan como una ‘bomba de contaminación’, que se libera una parte de todos los metales y llegan finalmente al océano.
«Estos sedimentos están sometidos a un conjunto de circunstancias como dragados periódicos, mareas, temporales, que alteran la retención de los metales y dan lugar a su liberación», añade esta investigadora.
Qué efecto tendrá la subida del nivel del mar en la contaminación por metales de la ría de Huelva
Ante la más que previsible subida del nivel del mar, que se estima que será de entre 30 y 80 centímetros, según los diferentes modelos de cambio climático, se prevé la inundación de zonas con importante acumulación de metales que hoy en día están descubiertas, lo que supondría un aumento de las aportaciones de metales al océano.
«Se producirá una liberación de los elementos más móviles y luego habrá un proceso de neutralización del agua alcalina de mar, de forma que los elementos pasen de nuevo a fase particulada y queden retenidos. Pero si esta inundación continúa en el tiempo comenzarán otra serie de procesos geoquímicos activados por las bacterias, que van a romper los enlaces entre el hierro y otros elementos cuyo resultado será una liberación de los metales a largo plazo».
La cuestión ahora es si hay manera de evitar que eso ocurra, y la verdad es que la respuesta no lleva al optimismo. Por las dimensiones del estuario, resulta prácticamente imposible actuar en él para eliminar contaminantes, solamente se podrían llevar a cabo actuaciones de fitorremediación, es decir, de limpieza del entorno no inundado con plantas que atrapen los metales, una solución similar a la que se puso en marcha con el vertido de Boliden en el Valle del Guadalquivir.
Otra solución, sobre la que también trabaja este equipo, pasa por actuar en la cabecera de los ríos, para eliminar la contaminación antes de que llegue al estuario. María Dolores Basallote explica que para ello se cuenta con unas plantas tratamiento pasivo de lixiviado de ácidos de minas, una tecnología puntera del grupo de Mineralogía y Geoquímica de RENSMA. Allí se simula el proceso que se da en el estuario con un material alcalino que puede ser calcita o magnesita, para que los metales pasen a fase particulada y precipiten en los sedimentos del tanque.
Con esta técnica se logra retener el 90% de los metales y también se consigue modificar el agua de los ríos, que pasan de un pH de 2 ó 3 a uno de 6 ó 7. Luego esos sedimentos se llevan a plantas de tratamiento y también se está investigando cómo extraer los metales para darles un nuevo uso.
La ría de Huelva es un ecosistema altamente complejo y con investigaciones como ésta se trata de conocerlo mejor, pero, sobre todo, plantear soluciones un gran problema de contaminación de alcance global.