Bulerías, soleás, tarantos, saetas o seguidillas constituían el camino por el que se iban desplazando las diferentes escenas que componen el último tramo en la vida de Jesucristo, desde las tentaciones en el desierto, la resurrección de Lázaro o la entrada en Jerusalén hasta la pasión y muerte del Maestro.
El Auditorio Maestro Padilla se convirtió, pues, en un gran tablao flamenco, con una gran entrada de público deseoso de ver en acción la obra pensada, dirigida y desarrollada por artistas flamencos del Barrio de Pescadería-La Chanca, como Salvador Ayala, su autor y director; Antonio Torres Heredia ‘Rilete’ como director artístico; los bailaores Alberto Iglesias, Luis Santiago, María Sánchez y Judith Vizcaíno; los cantaores Edu García y Antonio García; así como Edu Aguilera y Rubén ‘El Pirrillo’ que estuvieron a la guitarra; Juan Torres a las palmas; y Antonio ‘Marara’ Santiago y ‘Rilete’ a la percusión.
El musical, el único de carácter flamenco que se ha hecho hasta ahora sobre la vida, pasión y muerte de Jesucristo, no defraudó, demostrando como no podía ser de otra manera el universo de posibilidades creativas y artísticas que tienen por delante los flamencos de Pescadería-La Chanca, uno de los lugares de referencia de este arte en todo el mundo.