El sistema de comunicación de la ciencia necesita un cambio. El modelo impuesto por las revistas científicas que lleva a pagar por publicar se sustenta en la necesidad de los investigadores de acumular artículos publicados para prosperar en su carrera académica, una práctica que acaba por comprometer la calidad de la propia ciencia. Para acabar con ello, especialistas piden un cambio en el sistema de méritos de los investigadores y la creación de un sistema público que sortee a las grandes editoriales.
‘Publica o perece’. Este aforismo repetido hasta la saciedad define el sistema de ciencia de este país, en el que los investigadores de instituciones públicas (la mayoría de ellos en universidades) se ven abocados a participar en esta cadena de producción científica, si quieren ascender en su carrera académica.
En principio, no hay nada de malo en publicar artículos científicos, ya que son el fruto de un trabajo de investigación. Sin embargo, la necesidad de publicar para prosperar y ganar puntos de cara a nuevas convocatorias ha derivado en una situación lesiva para la propia ciencia, porque se tiende más publicar a toda costa que a elaborar artículos de excelencia.
Por qué se paga a las revistas para publicar artículos científicos
Los investigadores pagan a las revistas científicas para publicar sus artículos científicos porque necesitan publicaciones para prosperar en un carrera académica. Se ha alcanzado un estado de perversión, que ha llevado a que las universidades, especialmente, se hayan transformado en una especie de factoría de papers (como se conoce en inglés a los artículos científicos), que alimentan un sistema de comunicación científica también desvirtuado, en el que los propios investigadores que obtienen los resultados asumen el coste de su publicación, con un dinero que se detrae de los fondos destinados a los proyectos de investigación.
Esta dinámica ha derivado en que en la actualidad prime más la cantidad de artículos que la calidad de la ciencia contenida en ellos; se cuente con artículos en los que se repiten una y mil veces los resultados obtenidos por otros grupos de investigación; se hayan perdido la originalidad y la novedad que debían aportar las investigaciones; y, además, exista un ingente número de artículos científicos con un impacto cero en la sociedad, que se quedan solamente en el currículo de quienes lo firman. Y en el nacimiento de unas revistas científicas, llamadas «depredadoras» que publican artículos a un coste menor, en menos de la mitad del tiempo que las tradicionales y consideradas como «de prestigio», a costa de relajar los criterios de exigencia y, por tanto, de rebajar el nivel de la ciencia publicada.
La situación ha alcanzado un punto preocupante, ya que en los últimos años, la mayoría de los artículos realizados en España se publican en este tipo de revistas, un sector dominado por las editoriales MDPI y Frontiers.
Cómo se ha llegado al sistema de pago por publicación científica
El panorama de la ciencia actual tiene un origen muy claro en la manera de valorar los méritos en la profesión académica, que otorga un peso sobredimensionado a los artículos publicados en revistas de impacto, especialmente en las de cierto prestigio, opina el catedrático del Departamento de Información y Comunicación de la Universidad de Granada, Emilio Delgado López-Cózar. Y eso ha llevado a publicar a toda costa, incluso pagando por ello.
Este especialista, que cuenta con varios estudios en los que ha analizado el sistema de comunicación científica y tiene una postura bastante crítica, considera que debe cambiarse el sistema de premio de personal docente, para empezar a otorgar más peso a cuestiones como la docencia y la transferencia de conocimiento, dos labores fundamentales del profesorado universitario. Reconoce que no es sencillo, pero afirma que existen índices objetivos con los que pueden medirse estas actividades, y ser tenidos en cuenta en los sistemas de premio y ascenso en la carrera académica.
Algunas de estas nuevas valoraciones vienen recogidas en la Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU), con el reconocimiento del sexenio de transferencia, algo así como los trabajos de transferencia efectuados en los últimos seis años, pero mientras no se consolide, la participación en tribunales de oposiciones, la dirección de tesis doctorales y el ascenso en la categoría docente… vienen determinadas por el número de publicaciones en revistas de impacto.
Cuál ha sido la transformación de las revistas científicas
La publicación de artículos científicos se realiza en revistas, que en su mayoría se encuentran en manos de grandes editoriales internacionales. Estas publicaciones han vivido una transformación profunda en las últimas décadas, que les ha llevado a pasar de un modelo de negocio basado en la suscripción de los lectores (las instituciones como las universidades asumían una cuota de suscripción más elevada para facilitar el acceso de su personal a estas publicaciones); al modelo de acceso abierto, en el que son los propios investigadores quienes asumen el coste de publicación, conocido como APC (article processing charges), en el que están instaladas las revistas depredadoras.
En el mismo ecosistema conviven revistas de las consideradas de prestigio, con un modelo híbrido, con unos artículos de acceso exclusivo a suscriptores y a quienes paguen la cuota para leerlo (suele rondar los 30-40 euros) y otros abiertos a todo el público, financiados por los propios investigadores, mediante el pago de las APC, que en estas revistas puede ir desde los 2.000 a los 10.000 euros, que es la tarifa de publicación en las revistas internacionales más prestigiosas como las conocidas de referencia Nature o Science.
Qué trabajo hacen las revistas y cuánto les cuesta
Las revistas se encargan de maquetar los artículos; de ofrecer el servicio de revisión entre pares, es decir, otros investigadores se encargan de comprobar la veracidad de lo que se cuenta en los artículos y por lo que no reciben ningún tipo de prestación económica; así como la inclusión en las bases de datos científicas. Se calcula que este trabajo tiene un coste de entre 600 y 1.000 euros. El resto son beneficios.
«Nosotros enviamos el original a una revista para que sea revisado por el editor y los pares ciegos; las revistas de acceso abierto cobran al investigador por publicar, pero no paga a quienes realizan la revisión. Muchos investigadores consideramos que debería ser adecuado pagar tanto a editor como a revisores, pero lo que ocurre es que las revistas se llevan el montante», piensa el director académico del Vicerrectorado de Política Científica de la Universidad de Castilla-La Mancha, Sixto González Villora.
El problema viene porque esos fondos públicos destinados a la difusión y el acceso a la ciencia se podrían emplear en la financiación de otros proyectos, de existir un sistema público de comunicación de la ciencia que permitiera prescindir de estas revistas.
«La contradicción y lo que me parece mal es que hemos pasado de un modelo de suscripción en la que toda la publicación científica ha sido pagada por fondos públicos, a un modelo en el que el pago por publicación también lo sostienen los fondos públicos: una ruina para los fondos públicos y un negocio para las editoriales», sostiene Emilio Delgado. Pero además, continúa este experto, en medio de todo esto se ha producido un daño grave a la ciencia.
Qué consecuencias tiene para la ciencia este modelo de revistas depredadoras
En el modelo de suscripción, el suscriptor busca revistas de calidad, las que publiquen los mejores artículos. Entonces, en este modelo, el objetivo no es publicar muchos artículos, sino de calidad. «Pero en el modelo de pago por publicación y acceso abierto, el negocio consiste en publicar cuanto más mejor», con lo que ya no se cuida tanto el material que llega al público.
La UE y el Ministerio de Ciencia han ido promoviendo que las investigaciones que se realizaran con dinero público se publicasen en revistas de acceso abierto, informa el vicerrector de Investigación de la Universidad de Almería, José Antonio Sánchez Pérez. En estos casos, la financiación de la APCs tiene dos vías: que la asuma el propio investigador o a través de los convenios de suscripción de las editoriales con las universidades, en los que entra la publicación de un número determinado de artículos de acceso abierto.
«El problema es que a este modelo se han sumado las revistas depredadoras, que han visto una oportunidad de negocio en el acceso a abierto y han creado un negocio de publicación en revistas de poca calidad y que publican los artículos en mucho menos tiempo, en las que pagan los autores».
El responsable de la parcela de Investigación en la universidad almeriense tiene claro que, frente a la excelencia que se exige para publicar en las revistas de prestigio, «se ha creado una acción perversa, una puerta de atrás para publicar pagando. Las revistas depredadoras plantean un atajo, una forma más sencilla de publicar, aunque haya que pagar por ello, y eso es lo que hay que evitar».
Por qué los artículos de las revistas depredadoras tienen menor calidad
Esa puerta de atrás de la que habla José Antonio Sánchez Pérez consiste en una rebaja de las exigencias de calidad y científicas para publicar en estas revistas. Emilio Delgado López-Cózar explica que para publicar un artículo en las revistas de prestigio tradicionales, el trabajo debe ser «original, novedoso, hecho con rigor metodológico y expuesto con calidad comunicativa». Revistas como las de las editoriales MDPI, Frontiers y Hindawi eliminan las exigencias de originalidad y novedad.
«Basta con que se ajuste al método científico y esté bien redactado. Esto permite publicar muchos artículos más, ya que se han bajado los filtros para publicar», opina el investigador de la Universidad de Granada. Con lo que la calidad de la ciencia publicada se resiente, así como la utilidad y aplicación real de los artículos, que se llevan a las revistas más por engordar la cartera de méritos del investigador en cuestión, que por su aportación real a la sociedad.
«Si tienes una producción de cinco artículos al año y uno de ellos está en ese tipo de revistas depredadoras, no pasa nada. El problema viene cuando los cinco artículos están en las revistas depredadoras. Porque la gente que busca la excelencia de la investigación y busca revistas buenas, de alto impacto y sin pagar se ven perjudicados por otras personas que toman la vía fácil y pagan por publicar en revistas de peor calidad y ven su artículo publicado en menos tiempo», asegura el vicerrector de Investigación de la UAL.
En qué tipo de revistas publican los científicos españoles: ¿de prestigio o depredadoras?
La decisión de publicar en una revista de prestigio o en una depredadora depende del criterio del investigador o del grupo de investigación, de apostar por la vía de excelencia o por tomar el camino fácil y recurrir a las revistas depredadoras. Sin embargo, las cifras muestran que en España se apuesta por la segunda opción, en parte, incitados por el sistema de méritos de la carrera académica, por aquello de ‘publica o perece’. Según una investigación realizada por Delgado López-Cózar, en 2021, entre las 25 revistas donde más publicaron investigadores españoles, se encontraban 16 pertenecientes al grupo MDPI.
Estas revistas son atractivas porque exigen menos requisitos para publicar un artículo de investigación, pero también porque cuentan con cierto prestigio científico, obtenido quizás, no de la manera más limpia posible. «Estas revistas emplean determinadas técnicas de puertas abiertas, invitan o pagan a investigadores de prestigio, apuestan por revisiones bibliográficas que son muy citadas… y consiguen ascender en los ránquines, con lo que también se incrementa su prestigio. Esto se traduce en un incremento de su éxito, sobre todo en países que valoran a sus investigadores por sus publicaciones científicas», afirma Delgado López-Cózar.
¿Hay alternativas a las revistas científicas?
Esta situación puede cambiar si se toman medidas para restar peso a las editoriales de revistas científicas. Sin embargo, «actualmente no hay otra alternativa, se depende de las bases de datos internacionales JCR, Webofscience y Scopus. Hay congresos en los que se habla de ciencia abierta y que el Ministerio, en vez de pagar cuotas para acceder a la información de estas revistas, promueva la creación de revistas españolas de prestigio, en acceso abierto y que sean válidas para la acreditación de méritos académicos. Pero por ahora solamente son ideas», explica Sixto González.
La UE trabaja una agencia de publicación de artículos científicos que permita sortear a estas revistas, pero no es sencillo. «Por un lado se necesita un control de la calidad de los artículos, mediante una revisión por pares, con lo cual se necesita una estructura que no sabemos cómo se va a hacer», afirma José Antonio Sánchez Pérez.
Además de un a plataforma de comunicación de la ciencia, también se necesita un cambio en la valoración de la carrera científica. El vicerrector de Investigación de la Universidad de Almería plantea que no se valore por el número de artículos científicos y por su impacto en los indicadores, sino que también se valore la trayectoria del investigador, el impacto de esos trabajos en la sociedad y en los trabajos de otros autores, «una medición del trabajo científico más detallada, pero que resulta más complicada de obtener y requiere más tiempo, no es tan inmediata».
La comunicación de la ciencia requiere un cambio, que ayude a acercar la investigación a la resolución de los problemas reales, que pasa también por ajustar la valoración de méritos a esos objetivos, para que el personal de investigación aparque su preocupación por ver sus trabajos publicados en revistas científicas de impacto, y comience a esforzarse más en cambiar la sociedad y el sistema productivo con el conocimiento que genera. Una ciencia más eficiente que aporte a la sociedad un retorno a la altura de la inversión que ésta ha realizado en su sistema científico.