La malaria y otras enfermedades tropicales siguen representando un reto. Hasta ahora no han podido controlarse con vacunas y antivirales, y el cambio climático amenaza con que se extiendan los mosquitos capaces de transmitirla. Ahora, una investigación de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) ha abierto una nueva vía de abordaje de la enfermedad, con unas moléculas artificiales con elementos extraídos de un árbol.

La malaria, también conocida como paludismo, es una enfermedad infecciosa causada por parásitos del género Pasmodium, que se transmite a través de la picadura de mosquitos que portan el virus. Los tratamientos actuales contra esta enfermedad se basan en medicamentos antiparasitarios, que ayudan a eliminar el agente patógeno del organismo, sin embargo, el porcentaje de éxito es todavía bastante mejorable.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2023 se registraron en el mundo 263 millones de casos de malaria y cerca de 600.000 muertes, la mayoría en África. En América los países con más casos son Brasil, Colombia y Venezuela. El Chagas afecta a unos 7 millones de personas, especialmente en zonas rurales, y la babesiosis, aunque menos frecuente, también puede ser mortal y se ha reportado más en Estados Unidos.
La enfermera María Helena Arias Marciales, investigadora de la UNAL, lideró un trabajo como parte de su Doctorado en Ciencias Farmacéuticas. Su trabajo la llevó a colaborar con universidades de España, Francia y Colombia, y a enfocarse en compuestos con potencial para eliminar parásitos como Plasmodium falciparum, Trypanosoma cruzi y Babesia divergens.
El tratamiento que controlará la malaria y se extrae de un árbol
María Helena Arias desarrolló una molécula inspirada en la quinina, sustancia extraída de la corteza del árbol de la quina, que en pruebas preliminares logró reducir hasta en un 50 % la carga parasitaria con dosis similares a las de los medicamentos actuales.
La molécula se ha bautizado como alsinol y fue creada en los laboratorios de la Universidad de Navarra (España) mediante una técnica que permite ensamblar fragmentos químicos como si fueran piezas de Lego. Este método les permitió diseñar una molécula precisa, basada en las estructuras esenciales de medicamentos actuales contra la malaria, pero con modificaciones que la hacen potencialmente más eficaz y segura.

Una vez sintetizado, el compuesto llegó a Bogotá, en donde la doctora Arias inició su fase experimental con el acompañamiento del doctor Eric Deharo, del Instituto de Investigación para el Desarrollo (IRD) de Francia, y del profesor Giovanny Garavito, director del grupo de investigación Farmacología de la Medicina Tradicional y Popular (Fametra), del Departamento de Farmacia de la UNAL.
La doctora Arias explica que “en laboratorio se probó el alsinol contra P. falciparum, el parásito más letal de la malaria en humanos”. El experimento se centró en una fase poco estudiada: los gametocitos, formas sexuales del parásito que permiten la infección del mosquito y con ello la continuidad del ciclo de transmisión. Al eliminarlos se interrumpe el contagio a otras personas.
Reduce en un 50% la presencia de los agentes patógenos de la malaria
Con una concentración mínima de 1,2 micromolar y en contacto directo con el parásito en una placa de cultivo, el alsinol redujo en un 50 % la presencia de gametocitos. El resultado es especialmente prometedor frente a medicamentos como la primaquina, que requieren dosis más altas para lograr un efecto similar.
Las pruebas también se realizaron en ratones infectados con Plasmodium berghei, un parásito que causa malaria en roedores y se utiliza como modelo experimental para estudiar la enfermedad en humanos.
Durante cuatro días seguidos se les administró alsinol por vía oral a los ratones infectados. El resultado confirmó hallazgos previos: una dosis de 50 mg/kg redujo la carga parasitaria en sangre hasta en un 76 %. Además, con apenas 17,4 mg/kg la reducción fue del 50 %, lo que demuestra que la molécula también es eficaz en organismos vivos, no solo en cultivos de laboratorio.

El alsinol también se evaluó contra el Trypanosoma cruzi, parásito causante de la enfermedad de Chagas. En laboratorio se usaron epimastigotes de la cepa Y, conocida por su resistencia parcial al benznidazol, que es el tratamiento convencional. Con una concentración de apenas 1,3 micromolar, el alsinol redujo al 50 % el crecimiento del parásito, superando al benznidazol, que necesitó 1,8 micromolar para el mismo efecto.
Por último el alsinol se probó contra Babesia, el parásito causante de la babesiosis, una enfermedad menos conocida pero en aumento, especialmente en Estados Unidos y Europa. Aunque se necesitó una concentración mayor (34 micromolar) para inhibir el 50 % de su crecimiento, los resultados siguen siendo positivos y confirman su amplio espectro de acción.
Aunque los resultados son prometedores, el alsinol aún debe superar estudios preclínicos y clínicos antes de llegar a los pacientes. La investigación contó con apoyo internacional de la Universidad de Navarra (España), las Universidades Toulouse III – Paul Sabatier y Montpellier (Francia), y el Instituto de Investigación para el Desarrollo (IRD). Por Colombia participaron la Universidad de Antioquia y la Universidad del Tolima.