Nata, el cocodrilo que vivió más de 50 años en un taller de Colombia

Jesús Leonardo Escobar nunca imaginó que el taller de su familia en Palmira (Colombia) se convertiría desde 1970 en el hogar de Ñata, un insólito animal que acogieron cuando apenas medía 41 cm de largo. Hace tres semanas, en plena COP16, la hembra anciana fue decomisada por las autoridades ambientales y llevada a un centro de atención. En este momento, los expertos de la Estación de Biología Tropical Roberto Franco de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Villavicencio (Meta), están evaluando la evolución de animal para así considerar su traslado a este lugar.

Pese a sus casi 2,6 m de longitud y sus 80 kilos, Ñata vivió 54 años en condiciones domésticas, en el patio de un taller de donde don Jesús y su padre reparan armas de fuego, y tienen algunos perros. A lo largo del tiempo ella se convirtió en un miembro más de la familia Escobar, y aunque a veces se mostraba agresiva cuando incubaba sus huevos, en la vida diaria se acercaba a su cuidador en busca de compañía y comida.

En qué condiciones se encontraba el cocodrilo que vivió 50 años en un taller

Cuando los expertos de la UNAL se dirigieron al Centro de Atención y Valoración de Fauna Silvestre de la CVC para evaluar al animal, relataron su primera impresión, en la que también confirmaron que mostraba signos evidentes de envejecimiento en su estructura física, una delgadez notable, deformidades óseas, y a partir de exámenes de sangre le diagnosticaron un cuadro severo de deshidratación y anemia.

Uno de los aspectos más llamativos que destaca el profesor Carlos Alfonso Moreno Torres, director de la Estación, fue la aparente tristeza del animal. “Lo primero que nos llamó la atención antes de capturarla y examinarla era que estaba muy triste y deprimida, aunque agresiva”.

En la revisión médica, el académico –experto en este tipo de réptiles– confirmó que se trata de un cocodrilo y no de una caimán como lo reportaron algunos medios de comunicación; explicó además que en Colombia solo existen dos verdaderas especies de cocodrilos: el del Magdalena (Crocodylus acutus) y el del Orinoco (Crocodylus intermedius).

“Este ejemplar pertenece a la especie del Magdalena, un tipo de cocodrilo que ha sido cazado en Colombia durante décadas debido al alto valor de su piel, un factor que contribuyó a la disminución de su población. Las características genéticas y morfológicas la diferencian de otros reptiles, lo que hace que su conservación sea prioritaria en programas de investigación y rehabilitación de fauna silvestre”, amplía.

Ante el estado de salud diagnosticado, los expertos de la UNAL le aplicaron de inmediato a la hembra una serie de tratamientos médicos para estabilizarla, incluyendo hidratación y administración de medicamentos. También les dieron a los veterinarios de la CVC recomendaciones sobre dieta y manejo adecuado para la rehabilitación del animal.

De qué se alimentaba Ñata

Don Jesús, el cuidador de Ñata, comenta que “yo la alimentaba principalmente con carne de res y pollo, aunque también le daba algo de pescado; en mi concepto el animal nunca ha estado delgado, yo le compraba hasta 10 libras de carne cada 15 días”. Sin embargo, en su hábitat natural esta especie consume peces que le aportan los minerales y las vitaminas esenciales para su crecimiento y desarrollo óseo óptimo.

“Dado el avanzado deterioro de su salud, una recuperación total no es algo que se logrará de inmediato, y antes de considerar su traslado a la UNAL para su cuidado y protección será necesario asegurarse de que se encuentre en condiciones estables, ya que cualquier operación de movilización debe ser cuidadosamente planificada para evitar el estrés adicional del animal”, advirtió el profesor Moreno.

Según la CVC, “Ñata no podrá ser devuelta al medio natural. Este animal nunca ha estado en contacto con los de su misma especie y no tendría los comportamientos ni las defensas que necesita allí para sobrevivir”.

En la actualidad, como Ñata ha mostrado poco interés en comer, el profesor Moreno indica que “en cocodrilos, un ayuno de hasta dos meses podría no ser problemático; sin embargo, dado el delicado estado de salud de este ejemplar, la falta de nutrientes puede representar un riesgo para su vida”, por lo que están considerando la posibilidad de darle alimentación asistida mediante una sonda, aunque este procedimiento es delicado y requiere experiencia en el manejo, que solo ofrece la UNAL.