Una de las mayores dificultades de la salmonicultura son las incrustaciones marinas, que provocan un gasto cercano al 10% del kilogramo de salmón producido. Se trata de la incrustación de macro y microorganismos que viven en el ambiente marino y que afecta a las mallas de cultivo
Una verdadera revolución para la industria acuícola propone el proyecto Fondef encabezado por la doctora Carolina Parra, investigadora del Departamento de Ingeniería Mecánica de la Universidad Técnica Federico Santa María, quien se encuentra desarrollando un tipo de pintura especial que permitirá combatir las incrustaciones marinas sin afectar la producción de salmones ni impactar al medio ambiente.
Y es que las bioincrustaciones representa una de las mayores dificultades a la que se enfrentan los productores en la industria acuícola y que tiene un costo cercano al 10% de la producción de salmón. Se trata de una incrustación de macro y microorganismos que viven en el ambiente marino y que afecta a las mallas de cultivo generando disminución de oxígeno para las especies cultivadas e incrementando la posibilidad de enfermedades y muerte
El proyecto que despliega la experta de la USM “Desarrollo de recubrimiento nanoestructurado para el control del biofouling”, tiene como objetivo hacer más sostenibles y eficientes los procesos de cultivo del salmón en zonas de alta energía a través de una pintura nanoestructurada que combatirá el biofouling marino en las mallas de jaulas salmoneras.
“La pintura que desarrollamos, en base a nanomateriales, logra una acción anti incrustaciones física, y no química, como son las que se utilizan actualmente en base a cobre y que liberan biocidas”, señala la doctora Parra, aclarando que, además de su efecto sobre el ecosistema, la eficiencia de las pinturas en base a cobre no alcanza a cubrir el ciclo completo de la producción salmonera. Otro efecto negativo de este elemento que se busca reemplazar es la acumulación de estos organismos acuáticos ya que añaden peso extra a las plataformas pesqueras, lo que genera riesgos de fallas estructurales por fatiga.
De esta manera es que, tal como señala la científica, la pintura que se encuentran desarrollando “es más eficiente y no genera componentes tóxicos al ecosistema acuático”, además de ser “más eficiente en el tiempo, volviéndola un producto más verde”.
Ya hay validación
Esta tecnología ya ha sido validada a través de diversas pruebas en la costa de Valparaíso y en centros de cultivo de salmón en Puerto Cisnes, gracias a la colaboración con la empresa Marine Farm y la Universidad Austral, una alianza tremendamente relevante para el desarrollo de nuevas tecnologías que, según añade la investigadora, es “fundamental para fortalecer los ecosistemas de innovación”.
“Este tipo de soluciones son rupturistas puesto que no mejoran tecnologías que ya existen, sino que innovan siguiendo nuevos caminos, en este caso, el de la nanotecnología”, concluye la investigadora.
Actualmente en el Laboratorio de Nanobiomateriales de la Universidad Técnica Federico Santa María, científicos se encuentran trabajando en varias iniciativas con foco en otros sectores como la minería, apoyándose en la nanotecnología que puede transformar la industria de nuestro país y hacerla mucho más sustentable y eficiente.