Desencanto crítico de Berlanga

    La evolución seguida por determinado cine español, desde el punto de partida de las ‘Conversaciones de Salamanca’ (1955), estuvo en el punto de mira crítico de Berlanga (Valencia 1921, Madrid 2010) en sus últimos años. Hasta el punto de que el cineasta, al que ahora recordamos y homenajeamos tras su fallecimiento, se mostró profundamente crítico con el cine español por no haber sabido montar las estructuras de su industria. Su visión crítica, incluso contra su propio pasado, sorprendió a mucha gente en Almería, aquel 2 de marzo de 2000, en ‘Encuentros con directores de Cine’ con su película ‘París-Tombuctú’, “es mi mejor película”. Berlanga consideró al cine norteamericano como el ejemplo a seguir y calificó de tremendo error que el cine español se vinculara al neorrealismo. No faltaron entonces comentarios que explicaron estas opiniones críticas a que el cineasta era ya un hombre cansado. Su desencanto se podía entender así. Pero resultaba sorprendente que Berlanga dijera, por ejemplo: “Las ‘Conversaciones de Salamanca’ fue un error histórico. Hasta entonces España tenía una industria estable, teníamos los mejores decorados, actores y buenos escenarios. Es verdad que no podíamos decir lo que queríamos por la dictadura, pero lo que decíamos lo hacíamos como Dios”.

    Berlanga vino a Almería acompañado del escritor Antonio Gómez Rufo, guionista de ‘París-Tombuctú’. Asistió a un coloquio en la Universidad, a un encuentro con alumnos de bachillerato, celebró una rueda de prensa y fue protagonista de la proyección de ‘París-Tombuctú’ en el Teatro Cervantes, que concluyó en un coloquio con el público.

    Todo el sentir crítico de Berlanga, su desencanto, es algo que quedó probado en la rueda de prensa. Entre declaraciones personales, preguntas y respuestas, en un ambiente de admiración ante la presencia del cineasta histórico, quedaba la sensación de que Berlanga no iba a pasar desapercibido y que sus ideas jugaban al desconcierto ante el tiempo presente. Si renegar de las ‘Conversaciones de Salamanca’, en las que participó con Basilio Martín Patiño, Ricardo Muñoz Suay, Bardem, entre otros, ya fue un gesto heterodoxo, más sorprendente fue cuando afirmó que “el neorrealismo fue una auto-trampa y en España fuimos los más gilipollas al copiar al neorrealismo. Por eso llevo muchos años intentando la regeneración de la industria española y ojalá no estemos llegando tarde”. Con estas palabras Berlanga ponía en interrogante su mejor cine: ‘Bienvenido Mr. Marshall,’, Plácido’ y ‘El verdugo’. Eso sí, el director reconoció que estas películas están vinculadas al neorrealismo. Al igual que le ocurriera a su compañero de los primeros viajes por el cine, Bardem (‘Muerte de un ciclista’, ‘Calle Mayor’, ‘Cómicos’), con quien rueda ‘Esa pareja feliz’ (“no había dinero y a punto estuvimos de abandonar”), estas películas realizadas con ingenio para salvar la censura se hacen en plena dictadura. El interrogante cultural, que permanece en el aire, es que con la llegada de la democracia su imaginación creadora fue en decadencia en líneas generales, salvo momentos de excepción, acogidos a la coyuntura de la transición. En realidad ‘París-Tombuctú’ no es su mejor película. Pero el cineasta manifestó en Almería: “Me ha salido cojonuda”, cosa que nunca dijo de sus anteriores películas.

    Su actitud crítica también apuntó contra la Escuela de Cine, de donde había salido. En su opinión, el cine se aprende rodando. Berlanga creía que la mejor escuela de cine es ir de ‘meritorio’, desde los oficios más elementales hasta llegar a los mayores niveles. Contundente fue cuando dijo: “El cine español es una catástrofe”.

    Berlanga desveló algunas anécdotas de su trayectoria. Por ejemplo, el intento de motín de los actores, con Pepe Isbert a la cabeza, en el rodaje de ‘Bienvenido Mr. Marshall’, “los actores tenían razón”; o también en el rodaje de ‘La vaquilla’, para llegar a la conclusión de que “los actores son tan creadores de la película como el director”.

    Berlanga tuvo elogios hacia Antonio Segura y Pedro Almodóvar, a quienes aconsejó en sus comienzos. Y una mención especial, para Concha Velasco (en ‘París-Tombuctú’), “es un milagro”.

    En esos años en que promueve un gran proyecto industrial cinematográfico en Valencia, Berlanga se muestra un fervoroso seguidor del cine estadounidense, “es una falacia decir que el cine europeo es más cultural”. El proyecto de Valencia mira a Hollywood. De hecho el proyecto está diseñado en Los Ángeles (Estados Unidos). Una idea que pudo haber estado antes en Almería, según desveló Berlanga, “en Almería llevan veinte años diciendo que lo van a hacer y al final no han hecho nada”. Fue un hijo de Berlanga quien le habló de un proyecto de instalaciones industriales cinematográficas en Almería, “hubo gestiones con unos empresarios mexicanos, pero aquello no cuajó”.

    Berlanga habló del futuro del cine español, de lo que se avecinaba, de los grandes riesgos del libre comercio, “si no se reacciona vamos a desaparecer”.

    De todos modos, afortunadamente, siempre nos queda la posibilidad de regresar al neorrealismo.

     

     

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