Pequeñas historias de Belén Elorrieta

    Hay mucho rojo por todos los lugares que contempla Belén Elorrieta (Madrid, 1962). Paisaje de puertos pesqueros, pescadores, figuras que se encuentran, que hablan, que permanecen en el lugar. Variaciones sobre esa realidad cotidiana, donde aparentemente no pasa nada extraordinario. Y sin embargo destaca en ese mundo, de forma brillante, una mirada melancólica, placentera, desde la serenidad de un momento que no se altera, ajeno a la historia de los grandes acontecimientos.

    La pintora Belén Elorrieta cuenta pequeñas historias en determinadas ocasiones, historias almerienses que presenta en la Galería Argar de Almería hasta el día 19. Hay que decir, porque suele decirse en estos casos, que Belén Elorrieta inició su itinerario de exposiciones en esta galería en 1988, que hay un apartado de raíces que la mantienen incrustada en el paisaje almeriense. Y de ahí sus pequeñas historias de la sencillez, desde una pintura a la que impone un espíritu naif. Es su forma de mirar a sus alrededores más cercanos, con los que puede mantenerse unida en el tiempo, en aquellos años, a los que regresa o sencillamente recuerda. Y esos lugares tan cercanos resurgen. También hay otra Belén Elorrieta, con una pintura más críptica, que emerge en el silencio de la gran ciudad, donde mantiene su refugio. Otra manera de contar el color.

    Efectivamente, un tono naif envuelto en rojo, violeta, azul…, donde el sol ilumina de otra manera. La ciudad de provincias, al Sur, emerge desde distintos puntos de vista. Comparecen los juegos en las aceras, los encuentros, los coloquios de un territorio de apariencias de juguete. Anónimos por cualquier espacio urbano pequeño. La referencia del lugar pude ser un pretexto para reiterar esa admiración por la simplicidad (‘Plaza de Correos’, ‘La Catedral’, ‘La calle’, ‘Pescadores’). Solemne serenidad del juego cotidiano. Todo el universo sometido a la inocencia infantil.

    El tratamiento de la figura es otro mundo, lo más personal de Belén Elorrieta: maternidad, niños y un lugar de fondo envuelto en la necesidad del color: ‘Niña en hombros’, ‘En la terraza’, ‘Escena familiar’, ‘En el puerto’, ‘Niños en la fuente’, ‘Maternidad con fondo azul’, ‘Maternidad con pueblo y barcas’. Cambia la mirada. Es una observación frontal, esquemática, reducido a la síntesis del gesto ingenuo. La actitud es festiva y aquí, desde cualquier imagen, todo el mundo tiene derecho a la felicidad. Sorprende la reflexión que propone en ‘Niños en la habitación azul’, desde la insinuación de lo que puede ser. Una historia sin final.

    Aparecen después otras figuras, individuales, con detalles ante el paisaje de fondo (‘La chica del sombrerito azul’, La niña del sombrerito rojo’, ‘La pequeña amazona’, ‘La pelirroja con espejo’, ‘Mujer con pájaro’).

    Otras historias (cuatro cuadros al gouache) hablan de lo singular, de lugares apacibles, delimitados por la contemplación, un ideal de estancia. Una actitud aparecida son las historias que están refugiadas en las acuarelas, la síntesis es mayor, pero el ideal es el mismo: desde el incierto espíritu naif resurgen los juegos infantiles, los sueños, las sugerencias de lo irreal como la mejor de las escapadas. Existe el país de las maravillas. La visión desde la inocencia, también en dos dibujos.

    Barcos, puerto, el mar capturado y tierra dentro (‘Pastor con rebaños, ‘Labradores’) son lugares que Belén Elorrieta recorre continuamente hasta el final. Y aquí siempre regresa para contarnos sus pequeñas y sublimes historias.

     (Publicado en IDEAL-Almería, sábado 19 de diciembre, 2009, página 23)

     

     

     

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