Meteoritos en la Tierra: los mensajeros del pasado

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Artículo de Mario Armando Higuera.
Director del Observatorio Astronómico Nacional de Colombia. Facultad de Ciencias, Universidad Nacional de Colombia.

Varios recuerdos llegan a nuestra mente cuando nos mencionan si alguna vez hemos observado lluvias de estrellas. Sin lugar a duda, tal vez no es exagerado decirlo, alguna vez en nuestra vida hemos visto pasar, al atardecer o al paso de la noche, un destello de luz que cruza muy rápidamente sobre el firmamento. Estas trazas no son mas que fragmentos cometarios que interceptan la órbita de la Tierra alrededor del Sol. A lo largo del año se presentan 10 fenómenos de lluvias, conocidas con los nombres de las constelaciones por donde parecen provenir y tras ellas muchos observadores siguen sus apariciones sobre la esfera celeste.

Mario Armando Higuera en la población de Santa Rosa de Viterbo (Colombia), buscando restos sobre el meteorito que cayó en la localidad en 1810. Hoy, tristemente solo queda una réplica casi abandonada y sin ningún registro escrito del mismo, tal cómo se observa en la fotografía.

Sin embargo, un fenómeno más espectacular, pero por fortuna muy poco frecuente, es el impacto de un cuerpo proveniente del espacio sobre la superficie de la Tierra y cuya parte que sobrevive a la desintegración en la atmósfera se conoce como un meteorito

Una campesina llamada Cecilia Corredor encontró un meteorito en el colombiano Cerro Tocavita. Henry Augustus Ward se llevó 150 quilos del mismo, y otros pedazos, de menor tamaño, acabaron en colecciones privadas. Hoy tristemente queda una réplica casi abandonada y sin ningun registro escrito.

Los meteoritos resultan ser piezas fundamentales porque contienen elementos que pueden dar respuesta a la química inorgánica y orgánica que se encuentra en la superficie terrestre. Por tal motivo, encontrar uno, después de sobrevivir a la fricción y a la colisión, conduce a tener en nuestras manos las trazas que pueden dar respuesta al origen de la vida.

Cecilia Corredor, una sencilla mujer trabajadora del campo, encontró en el cerro Tocavita, Santa Rosa de Viterbo (Colombia), una roca que le causó gran admiración. Este fue un meteorito que formó parte de diferentes fragmentos que cayeron de cielo y cuyo avistamiento y final recolección tuvo lugar entre los días 19 y 20 abril de 1810. Este aerolito se convirtió no solo en el fenómeno celeste más inquietante para los moradores de esta población, sino que lo fue también para Henry Augustus Ward quien quiso sacarlo de la población, pero sin éxito. Al menos la roca entera, porque sí se llevó un fragmento de 150 kilos. También otros pedazos, de menor tamaño, fueron retirados del lugar y pasaron a formar parte de colecciones privadas.

Que los fenómenos del cielo sean precursores de tragedias humanas son leyendas que se han escrito a lo largo del tiempo e inundado temores en la población. Aún hoy en día son el tema central de un sin número de películas de ciencia ficción. Para dar algo de misterio al meteorito de Santa Rosa de Viterbo, éste fue por coincidencia la antesala de lo que unos meses después seria, en el observatorio astronómico de Santa Fe de Bogotá, el comienzo de la caída del virreinato de la Nueva Granada.

El pasado 13 de noviembre, tuve la oportunidad de visitar la población de Santa Rosa de Viterbo, buscando señales de lo que fue este gran acontecimiento para la población. Hoy, tristemente solo queda una réplica casi abandonada y sin ningún registro escrito tal cómo se observa en la fotografía. 

Bólido de Cheliábinsk el 15 de febrero de 2013.

Recientemente el fenómeno meteórico más impactante fue el conocido como el bólido de Cheliábinsk (15 de febrero de 2013) Este objeto exploto aproximadamente a 20 km de altura, liberando aproximadamente 500 kilotones de energía, (30 veces mayor que la bomba de Hiroshima) y causando, por su onda de presión expansiva, varias lesiones en habitantes de la ciudad de Cheliábinsk.

El impacto de cuerpos rocosos sobre la superficie terrestre ha dejado en el pasado del planeta grandes huellas que se observan hoy en imágenes aéreas o desde el espacio. El mayor cráter de impacto se encuentra ubicado en Johannesburgo, Sudáfrica, conocido como el cráter Vredefort. Este se formó hace dos mil millones de años, tiene un diámetro de 100 kilómetros y fue producido por un asteroide con un diámetro de 10 kilómetros.

Cráter de Chicxulub, situado en la península de Yucatán México. Foto: NASA.

El segundo cráter por diámetro es el Cráter de Chicxulub, situado en la península de Yucatán de México. El impacto sucedió hace 66 millones de años, y fue causado por un cuerpo con un diámetro de 14 km de diámetro. Este impacto fue el causante del mayor proceso extinción de la vida en la tierra al desaparecer por completo de la faz terrestre las grandes especies de dinosaurios y ser también el causante del primer gran cambio climático que sufrió el planeta.

El impacto de este asteroide en la península de Yucatán, nos recuerda que fenómenos catastróficos pueden transformar los ecosistemas y las poblaciones. Hoy la humanidad se encuentra ante un nuevo componente que lentamente está erosionando el planeta. Este es el avance de la contaminación de la atmósfera por la emisión de gases y su correspondiente efecto invernadero.

Zona de la Península de Yucatán en la que impactó el asteroide que acabó con los Dinosaurios hace 66 millones de años. Foto: Notasnet.info.

Cuando las sondas Venera de la extinta Unión Soviética se posaron sobre la superficie de Venus se encontraron con un paisaje totalmente inhóspito en donde por efecto invernadero la superficie del planeta se mantiene con temperaturas superiores a 450 grados Celsius, valores suficientes para derretir metales.

Superficie de Venus tomada por la nave Venera-13 en 1981 (Procesado de Don Mitchell).

Un nuevo cambio climático se vislumbra en un horizonte a 20 años. La más reciente reunión para analizar la situación se llevó a cabo en Sharm el-Sheikh (Egipto), y correspondió a la 27ª Conferencia de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Su objetivo central fue validar y seguir las recomendaciones del Acuerdo de París (COP 21).

En esta dirección la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y establecer los mecanismos para la adaptación a las inevitables consecuencias del cambio climático que ya está enfrentado el planeta.

Grandes tareas se deben impulsar y desarrollar para evitar que en los próximos años se llegue a un punto de no entorno para vida sobre la superficie de la Tierra. El cine nos llama la atención con la película No Miren Arriba (Don’t Look Up) en donde el cometa que destruirá a la civilización humana es una analogía al cambio climático.