Mamadou se dirigió en varias ocasiones a los presentes en inglés, y desde el principio agradeció el haber sido elegido para participar en este encuentro de músicas del mundo. Peculiar y sencilla puesta en escena, basada, principalmente, en el atractivo de los instrumentos que intervienen en el espectáculo, a la vez que en la estética del lugar. Sin duda, el Patio de Los Naranjos reune, a los pies de la Alcazaba, un encanto singular que aporta un valor añadido a cualquiera de los espectáculos que en él se puedan desarrollar. Nada que envidiar, por su atractivo, tiene este recinto si se compara con otros en los que el artista maliense ha actuado, entre los que destacan la sede de las Naciones Unidas o el Museo Metropolitano de Nueva York.
El tiempo amenazó lluvia desde antes del inicio del concierto, pero al final pudo desarrollarse para disfrute de los presentes que llenaron el recinto y acompañaron su respetuoso silencio, o sus aplausos, a uno de los artistas africanos de mayor reconocimiento internacional. Esta noche (martes), la cita con Alamar vuelve a tener el mismo escenario, el Patio de Los Naranjos, y la música africana, en este caso de Marruecos, con Jamal Ouassini Ensemble, también a las diez de la noche.