Un millar de espectadores se entregaron a los encantos de 'Aída' en Roquetas

Unas 1.000 personas acudieron el sábado al Teatro Auditorio de Roquetas para disfrutar de Aida, ópera en cuatro actos con música de Giuseppe Verdi y libreto de Antonio Ghislanzoni, una obra espectacular, de gran despliegue escénico (grandes coros y escenas, efectos especiales, etc.) y una de las óperas más populares del compositor. La acción tiene lugar en Menfis y en Tebas en tiempo del poder de los faraones del Imperio Nuevo de la dinastía XIX y está basada en el drama homónimo de Auguste Mariette Bey, insigne egiptólogo.

Verdi recibió del Jedive de Egipto, Ismail Pachá, el encargo de componer una ópera, de ambiente egipcio, para que su estreno coincidiera con los fastos de la inauguración del Canal de Suéz. Sin embargo, la apertura del Canal tuvo lugar el 17 de noviembre de 1869 y la ópera no estaba aún terminada por lo que tuvo que representarse “Rigoletto” (1851) del propio Verdi.

La opera que contó con Carmen Gurban como Aida y Martin Iliev cono Radamés cuenta como el ejército egipcio retiene como cautiva a una muchacha etíope, Aida, que pasa a ser la esclava de Amneris, la hija del Faraón. Ambas mujeres se enamoran de Radamés, capitán egipcio que ama a la primera y está destinado a casarse con la segunda.

El rey etíope y padre de Aida, Amonasro, ordena la invasión de Egipto, que para su defensa envía una expedición con Radamés al frente, quien, pasados unos meses, vuelve vencedor. Por su parte, Amneris, que sospecha de los sentimientos de Aida hacia el capitán, la descubre al contarle que éste ha muerto en la guerra. Una vez, que la esclava reconoce su situación, Amneris declara también su amor y la amenaza con la muerte.

Mientras, en la entrada de Tebas, se espera el regreso de los vencedores en una comitiva que cierra Radamés en un trono llevado por cautivos. El rey etíope, preso, suplica perdón para sus compañeros de infortunio, una petición que le es concedida a cambio de quedar como rehén junto a su hija, pero Amonasro jura tomar venganza.

Para ello, obligará a su hija a sacrificar su amor y arrancar al imprudente Radamés el secreto del camino que en el próximo ataque han de seguir las tropas egipcias. Amneris y el gran sacerdote egipcio sorprenden a Radamés, a quien acusan de traidor. 

Preso Radamés, Amneris le ofrece la salvación si renuncia al amor de Aida; pero aquél prefiere la muerte. Amneris, arrepentida, rectifica ante los jueces pero estos condenan al capitán a ser recluido en una mazmorra. Allí ha de morir en soledad, pero en un rincón del calabozo sale Aida, que allí esperaba para morir con él. Entre las tinieblas de la celda, el amor, la fe y la imaginación de la pareja consiguen que el cielo se abra.

 

 

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