Expertos del grupo Tecnología de la Producción Agraria en Zonas Semiáridas de la Universidad de Almería están analizando diferentes técnicas de aplicación de fitosanitarios en invernaderos para mejorar los tratamientos realizados con pistolas hidráulicas, en el marco de un proyecto de excelencia que la Consejería de Economía, Innovación y Ciencia ha financiado con 186.668 euros. Asimismo, desarrollarán un modelo que permita determinar los volúmenes de aplicación en función del desarrollo de la vegetación, con criterios racionales y sencillos para el agricultor.
Según indican los expertos, el empleo de equipos de aplicación poco tecnificados, como las pistolas pulverizadoras, provoca la una baja eficiencia de los tratamientos, debido a la dificultad de regulación, la falta de uniformidad de la distribución del fitosanitario en las hojas y las pérdidas en el suelo. Por otra parte, las condiciones de trabajo propias de los invernaderos -caracterizadas por aplicaciones frecuentes de fitosanitarios, en recintos cerrados y con una temperatura y humedad relativa elevadas- junto con el empleo de fungicidas e insecticidas suponen un riesgo de exposición para la salud de los trabajadores y para el medioambiente.
De ahí que los investigadores almerienses persigan caracterizar, desde un punto de vista técnico y agronómico, diferentes equipos de aplicación empleados en los invernaderos, como pistolas pulverizadoras, equipos con barras pulverizadoras verticales e instalaciones fijas de nebulización, para optimizar su funcionamiento, permitiendo una mayor uniformidad del producto fitosanitario en la vegetación y menores pérdidas en el suelo, reduciendo los riesgos medioambientales. “Hasta ahora, los tratamientos más extendidos en invernadero se realizan fundamentalmente mediante pistolas hidráulicas. Esta técnica se caracteriza por su baja eficacia, debido a las importantes pérdidas de producto en el suelo y a la falta de la uniformidad de distribución”, explica el responsable del estudio Julián Sánchez-Hermosilla.
Como alternativa a la pistola hidráulica, están estudiando el comportamiento de equipos dotados con barras pulverizadoras verticales y sistemas fijos de nebulización. Los resultados obtenidos hasta el momento muestran que la barra de pulverización vertical distribuye mejor el tratamiento a la masa vegetal con menos esfuerzo y que reduce el volumen de aplicación en aproximadamente un 40%. Asimismo, están estudiando la eficacia de la nebulización, es decir, la aplicación de pequeñas gotas de agua en el ambiente de un invernadero para provocar una niebla, como método de aplicación de los tratamientos.
Por otra parte, el proyecto pretende desarrollar una herramienta de uso práctico que permita calcular dosis de aplicación en función de la cantidad de vegetación a tratar y variables del equipo de tratamiento, como el tipo de boquillas o la presión de trabajo. En este sentido, el parámetro que con mayor fiabilidad caracteriza la cantidad de masa vegetal es el IAF (Indice de área foliar), que representa la superficie de hojas de la vegetación por unidad de superficie de cultivo. Sin embargo, debido a la dificultad de utilizar este parámetro a nivel práctico, se está desarrollando un modelo que estime el IAF en función de parámetros geométricos del cultivo fácilmente medibles con son la altura y la anchura de la masa vegetal. “Hasta ahora, el agricultor administra sus tratamientos en función de su propia experiencia. No obstante, nosotros pretendemos obtener un método sencillo, como medir la anchura o la altura de la planta, para determinar qué volumen de aplicación hay que utilizar en cada momento”, aclara Sánchez-Hermosilla.
Beneficios económicos y ambientales
Los instrumentos y estrategias de racionalización planteados en el estudio, el primero de este tipo que se realiza para invernaderos, permitirán conocer los mejores equipos de aplicación de fitosanitarios y disponer de herramientas para la calibración de los mismos basados en parámetros científicos y características de la masa vegetal. Por otra parte, permitirá el empleo de sistemas electrónicos de bajo coste para la regulación y control de los equipos de aplicación.
Según los investigadores de la UAL, todo ello originará beneficios económicos y medioambientales. “Se producirá una reducción de los volúmenes de aplicación y un incremento de la eficacia, que repercutirá de manera inmediata sobre los costes de cultivo, así como menores pérdidas en el suelo y en el ambiente del invernadero. En el ámbito laboral, se reducirá el riesgo de exposición para los operarios que tienen que manipular este tipo de productos”, apostilla Sánchez-Hermosilla.